Creatividad e innovación son dos conceptos inherentes al desarrollo humano. Es por eso que, a medida que las compuertas del conocimiento se abren, herramientas como la inteligencia artificial (IA) se vuelven capaces de potenciar y redefinir el ingenio humano para dar paso a nuevas posibilidades en campos tan variados como el arte, la ciencia y los negocios.
En el evento de Innovación, Capítulo 10: El desafío de correr los límites de lo conocido LA NACION se exploró cómo la intersección entre dichos conceptos ofrece un vistazo al futuro de la humanidad y su capacidad para reinventarse continuamente. Y para entrar en tema qué mejor que hacerlo guiado por Sebastián Campanario, columnista del medio, especialista en temas de innovación y autor de diversos libros, entre ellos el más reciente “PROXI +50: 50 ideas para tus próximos 50 años” en el que hace énfasis en que “no hay mejor momento para iniciar la segunda mitad de la vida que esta época que toca vivir ahora”.
Campanario comenzó por informar que, en el marco de la agenda de la nueva creatividad, las mejores ideas –o momentos de epifanía– tienden a suceder cuando uno se relaja y comienza a ‘perder el foco’ en lugares atípicos como la ducha o un parque. Un accionar similar al del popular momento ‘eureka’ de los antiguos sabios en el que la creatividad se abría paso cuando estaban en la bañera.
Una forma exitosa de alcanzar lo mencionado según Campanario es con la ‘mentalidad de tortuga’ que promulgó el inglés John Cleese, uno de los integrantes del grupo Monty Python, quien aseguraba que por momentos había que mantener la cabeza guardada en un lugar sin interrupciones, para que llegasen los momentos eureka. “También es útil tener a mano un anotador para consolidar esas ideas frágiles que si no, se nos escapan”, dijo Campanario a la vez que reveló que hoy en día la promoción de la creatividad es tal que se venden anotadores a prueba de agua o exclusivos para usar en la ducha.
“Hay novedades en la agenda, hay una fuerte correlación entre la creatividad y el bienestar emocional porque cuando estamos mejor emocionalmente tendemos a ser más creativos y, simultáneamente, embarcarnos en procesos creativos mejora el bienestar físico, mental y emocional”, afirmó.
Pensando que no encontraría personajes destacados de la historia que hicieran baños de hielo para fomentar su creatividad, el experto se topó con que algunas de las mentes más brillantes ya habían descubierto los poderes del frío para dejar volar su mente: Charles Dickens se bañaba en el agua helada del río Támesis para tener mejores ideas; y los genios de la electricidad, Thomas Edison y Nikola Tesla, tenían como ritual sumergirse todas las mañanas en agua helada para potenciar su creatividad.
No obstante, Campanario hizo un parate para advertir que “estar con la mente tan abierta no es tan bueno porque nos pasamos más de la mitad del día pensando cosas que no están pasando en la realidad”. Lo que menciona no es casual: en el paper científico “A Wondering Mind is an unhappy mind” (“una mente pensativa es una mente infeliz”), de Daniel Gilbert y co-autores, se pone de manifiesto que el cerebro gasta mucha más energía en un estado de no foco que al estar concentrado.
¿La solución? “Tenemos que tener un músculo doble entre los momentos de divagación y los de foco”, señaló Campanario. Desde su propia experiencia, reconoció que la forma que encontró para hacerlo es mediante el hábito de la meditación y el uso del cubo rubik. “Como dice Guido Kaczka, ‘está mal, pero no tan mal’ y como Silvio Soldán, ‘los dos tipos de pensamientos van a la final’. Ambas opciones son esenciales para la creatividad, un ámbito en el que actualmente hay una explosión de estudios de neurociencia”, reconoció.
A modo de ejemplo, citó que diversas investigaciones están metiendo en resonadores y estudiando a cantantes de freestyle o rap en el momento que crean sus letras improvisadamente, para ver cómo se manifiesta el proceso creativo en el cerebro. “El director de cine David Lynch cuenta que utiliza la meditación para lograr explosión en sus ideas. Hoy en día se sabe con certeza que es una actividad que baja la ansiedad, reduce el juicio y aflora las ideas”, ilustró.
Y aunque el pensamiento creativo siempre fue indispensable, para Campanario “ahora lo es más que nunca por una cuestión de supervivencia”. Según desarrolló, actualmente crecen complicaciones como las vinculadas al cambio climático que deben ser ‘tacleadas’ con ideas distintas que salgan de lo común. “Acá entra en juego la inteligencia artificial generativa, que es la gran estrella de la agenda de la innovación”, dijo.
Sucesivamente contó que en el ámbito científico se está evaluando cuál es el nivel de reemplazo que pueden hacer los sistemas de algoritmo sobre la inteligencia humana y que, concretamente, la IA está siendo efectiva para las etapas iniciales de los procesos creativos, pero no para las etapas finales en las que aún prepondera cierta marca de agua humana.
Como cierre, dejó un mensaje a los espectadores: “Es imposible competir con personas que se divierten haciendo lo que hacen”.
Victoria Vera Ziccardi