Ser padre a los 80: cuando el deseo desafía a la ciencia y rompe con los paradigmas de la paternidad

El caso de Alberto Cormillot pone en relieve hasta qué momento de la vida continúa la procreación

Expertos consultados por Infobae explican de dónde y cómo nace este fenómeno que se asienta como parte de un cambio cultural.

Por Agustín Gallardo

Si hay algo que el doctor Alberto Cormillot se la ha pasado haciendo a lo largo de su vida, es dar buenos consejos referidos a las salud, sobre todo, en materia de nutrición y obesidad. Sin embargo, cuando se lo consulta por el hecho de procrear en edades avanzadas, como puede a ser los 70 u 80 años, dice tajante: “Yo no lo recomiendo. Esto es una cosa que te sale o no te sale”.

Son poco más de las cuatro de la tarde del jueves y Cormillot, que está levantado desde las 3:45 AM, viste impoluto un traje azul y lleva el buen semblante que lo caracteriza, una marca propia que se refleja a partir de las múltiples actividades que realiza, además claro, de su rol profesional como médico.

El doctor se las arregla para estar siempre haciendo algo. Cormillot baila, le gusta mucho el Tap; Cormillot, no le teme a las alturas, por eso desde hace unos años se le dio por la danza área; Cormillot viaja a la Antártida, y no lo hace una, sino que va tres veces, porque -resulta-, le gusta repetir aquellas experiencias con las que sueña. En este caso, además de visitar y conocer este lugar en el fin del mundo, lo hace para acercar un plan de alimentación saludable al personal militar y científico que viven allí.

Cormillot, también, vuelve a creer en el amor: desde hace tres años está de novio con Estefanía Pasquini, 48 años menor que él. Ahora, la novedad es que, con 82 años, va a ser padre. “No es que llegaron a interesarme poco, no me llegó a interesar nada todas las opiniones que hubo al rededor de mi paternidad. Esto fue una decisión meditada, charlada, nadie me iba poder decir nada que nosotros no nos hubiésemos dicho con mi mujer”, suelta a Infobae.

La decisión de Cormillot y su pareja no es un hecho común pero tampoco una cuestión única: son muchos los que, desafiando los límites del tiempo, con buen estado de salud y, aprovechando el avance de la ciencia, apuestan a la procreación en una edad avanzada, una cuestión que hace 40 o 50 años era impensada, no solo científicamente hablando, sino desde lo que culturalmente representa la paternidad.

Quizás, entre los casos resonantes del mundo, esté el de Mick Jagger, quien a los 76 años tuvo a Deveraux Octavian Basil Jagger, su último hijo nacido en 2016. Otro ejemplo es el de Rupert Murdoch: 72 años tenía el polémico fundador de News Corporation cuando en 2003 nació Chloé, su última hija. El actor Anthony Quinn, es otro ejemplo: a los 81 años fue padre por decimotercera vez.

Los nuevos 60, 70 y 80

Hubo un tiempo en que hablamos de los nuevos 50 para referir a aquellos padres que, luego de haber formado familia, supongamos a los 30, volvían a tener hijos siendo ya más grandes, aún siendo ya abuelos. Pero luego, la cifra quedó chica y se empezó hablar de los nuevos 60. “Ser abuelo y redescubrir la paternidad con un nuevo hijo es parte de un fenómeno cada vez más frecuente. Este fenómeno merece algunas consideraciones. Por un lado, la paternidad madura refuerza la virilidad, ya no asociada al valor procreativo y a la construcción de una familia como núcleo social. Ahora tiene la oportunidad de asumir su función paterna sin los condicionantes de género, pero sí asociada a un deseo más auténtico, personal y hasta desafiante: el abuelo es papá”, esboza el médico psiquiatra y sexólogo, Walter Ghedin.

El aumento en la expectativa de vida exige asumir la grata responsabilidad de mantener el cuerpo y la mente en condiciones de seguir adelante con los deseos. “En el relato de las personas maduras escuchamos cada vez con más frecuencia la frase “no siento de la edad que tengo” o “me parece que no soy yo el que cumple 80′. Existe una disociación entre el espíritu joven y el cuerpo que se resiste a acompañar la edad cronológica. Además se ha ampliado la vida social gracias a la conformación de grupos de pares con afinidades en común. Ya no vemos al típico abuelo inactivo o dedicado solo a la vida en familia. Hay necesidad de usar al máximo todas las capacidades de crecimiento psíquico, haciendo puente en la búsqueda de placer”, agrega el sexólogo.

En un punto, para los hombres la llegada del viagra hace más de 10 años, significó vencer temores y creencias infundadas respecto a la sexualidad en la madurez. “Esta etapa de la vida empezó a combinar la templanza que da la experiencia con la necesidad de seguir la aventura juvenil. Y las redes sociales también apoyan este panorama de cambio homogenizando con los jóvenes la conducta tecnofílica, un lenguaje en común que unifica los diferentes grupos etarios”, agrega Ghedin.

Pablo Wizenberg, médico psiquiatra, especialista en Inteligencia Emocional, coincide y sostiene a Infobae que la cultura ha estirado los modelos de vivencia en las edades. “Tanto es así que si pensamos los 60 desde hace 30 o 40 años atrás, rápidamente entendemos que no tiene nada que ver con los 60 de hoy. Por decirlos de alguna manera, los 60 de antes eran abuelos ya con posibilidades de jubilarse. Y los 60 de hoy son como una tercera adolescencia, donde muchos se están divorciando o se han divorciado, vuelven a salir, se visten juvenil y jovialmente, van a bailar. La medicina ha avanzado en estirar los proyectos vitales”, explica Wizenberg.

“La mayoría de los varones de 70 u 80 años, es una generación que ha satisfecho la mayoría su deseo de paternidad”, apunta a Infobae Enrique Rozitchner, médico psiquiatra, psicoanalista, experto en psicogeriatria. “Muchos de ellos, seguramente son padres o abuelos y, a diferencia de la generaciones nuevas, han sido padres relativamente jóvenes, entre los 20 y los 30 años. Quiere decir que los varones mayores de 70 u 80 años, no tienen un deseo específico de prolongarse en la paternidad porque ya han cubierto ese mandato, el mandato familiar y han atravesado seguramente una o dos familias, ya que muchos de ellos pudieron separarse y tener familias ensambladas. Lo que sienten es una sobrecarga de la responsabilidad que impone el mundo del trabajo y que a veces cuarta el deseo de recuperar ciertos espacios personales o de placer en la última etapa de la vida, y muchos de ellos quedan atrapados en el rol de abuelos exclusivamente mas allá de la edad jubilatoria”, comenta Rozitchner

Pero, ¿qué sucede con las cuestiones estrictamente físicas? Se sabe: las funciones orgánicas, comienzan a depreciarse después de la cuarta década de la vida. “Es sabido que los niveles de testosterona comienzan a bajar luego de los treinta, pero es un mito pensar que la depleción de esta hormona es causa de problemas en la erección en el adulto mayor: puede seguir siendo tan vigoroso y fértil como en sus años mozos, sólo que va a espaciar sus encuentros sexuales porque el deseo se verá retardado para retomar un nuevo encuentro”, razona Ghedin.

Sin llegar a ser metrosexuales, la afluencia de público masculino de mediana edad o mayor a gimnasios, a controles nutricionales y hasta alguna cirugía estética, completan el panorama de “la batalla por mantenerse atractivos y fuertes a pesar del paso del tiempo”, según grafica Ghedin. “La extensión en la expectativa de vida compromete a los varones a estar mejor con ellos mismos, a cuidarse para una mejor calidad de vida. Exhibir la decadencia es sinónimo de abandono. Todos los paradigmas de la “nueva masculinidad” el ser abuelo y padre representa la prolongación de la virilidad, la fuerza, el vigor y la actitud joven en cuerpo, mente y acción”, completa el experto en sexualidad.

Son varios los estudios científicos que afirman que hasta los 80 años, los hombres pueden ser sexualmente activos, dependiendo siempre del estado físico de cada uno. Es hasta los 77, 78 años que pueden, en algunos casos, ser fértiles. Los factores que impiden el desarrollo sexual pleno son el riesgo coronario, la artritis, la incontinencia urinaria, la tensión arterial alta y la diabetes.

Hay estudios que demuestran que, a una avanzada edad paterna, existe un mayor riesgo de que los hijos nazcan con autismo, esquizofrenia y alteraciones genéticas en la descendencia. Es por esto que una opción es conservar el material genético para una posterior fecundación en el óvulo femenino. A este proceso se le denomina crioserpreservación del semen. “Tiende a preservar por tiempo indeterminado la vitalidad del espermatozoide. Es posible que quien tenga ganas de ser padre, pueda ir al banco de esperma, entendiendo que ese esperma no tienen lesión o enfermedad. Al momento de la decisión se descongelan y se usan”, explica Wizenberg.

Hay una cuestión para nada menor a tener en cuenta, que es muy de estos tiempos: la pandemia. “Esta situación, nos ha enfrenta de manera curda y dramática con la enfermedad y la muerte. Con lo cual todos de alguna manera estamos viviendo dentro de un mundo pandémico, donde la sensación de incertidumbre y el miedo es muy elevada. Esto nos enfrenta a esa sensación, aunque sea fantasiosa, de muerte”, dice Wizenberg. Y completa: “Por lo tanto, todo aquello que nos invite a diseñar, a pensar y fantasear con un proyecto vital, obviamente es adoptado, es tomado y puesto en práctica. Con lo cual en esta etapa de la vida, pensar en la llegada al mundo de una nueva vida, en este caso, después de los 80, nos brinda una sensación de alivio frente a la posibilidad concreta de la muerte”, plantea Wizenberg.

¿Acto de amor o narcisismo?

Para Wizenberg aun así, la decisión de procrear a esta altura de la vida, “no deja de ser algo narcisista. Sabemos muy bien que será un niño o niña que en algún momento muy temprano, se va a quedar sin su padre. Cuando esta pensando en la trascendencia, uno tiene una idea que le va a dar una educación, un sostén psicológico y afectivo, hasta que la persona tenga cierta independencia, cosa que en estos casos lo va a tener que cumplir seguramente la parte de la mamá”.

En este sentido Rozitchner, plantea algunas disidencias. “No creo que exista el hecho de prolongarse en el deseo de una nueva paternidad, ni nada que se parezca a un deseo de omnipotencia que se prolonga en una fertilidad ilimitada, aún cuando esto sea posible. Sí, es cierto, encontramos alguna situaciones originadas por nuevos modelos de pareja, donde muchas veces un varón mayor tiene una pareja mas joven. Me parece que está más regulado por la idea de satisfacer el deseo de esta nueva pareja y en ese sentido, uno puede verlo como un acto de generosidad hacia esa nueva pareja, un acto de consideración hacia el deseo de maternidad de la pareja con la que esta desarrollando su vida. Tener un hijo a esa edad es tal vez algo intermedio, no se puede descartar que sea algo narcisista, pero también implica una cierta resignación del narcisismo en cuanto a que la persona conoce los límites de esa situación y al mismo tiempo lo puede hacer por generosidad y por amor a su pareja, incluso a veces, dándole un lugar y un espacio al deseo de la mujer más que así mismo”, explica Rozitchner

Ghedin concluye: “El deseo de paternidad a esta edad está desprovisto de la presión social y cultural que pesa sobre los varones jovenes. Ya no están las madres, ni padres ni amigos que claman ¿Y para cuándo? Ahora hay plena libertad y acuerdo con la pareja. Y en este punto quisiera detenerme: un hombre maduro en pareja con una mujer fértil también desea cumplir con el anhelo de maternidad de su pareja. Todo vinculo se funda en deseos individuales y en otros propios que surgen de la unión ¿No es un acto de profundo amor cuando uno cumple con el deseo del otro? Y a partir de ese acto sincero se refuerza el vinculo y las ganas de seguir viviendo.

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