A más de un año de la implementación de la Ley de Alquileres, los resultados no son los más alentadores. De hecho, ha sido peor tanto para propietarios como para inquilinos.
Por Ricardo Jarma.
Muchos de los inmuebles que se encontraban en alquiler, pasaron a estar a la venta por lo cual se redujo la oferta aumentando el precio de los alquileres. Esta es una muestra más del fracaso cuando el Estado quiere regular por la fuerza lo que debería hacer el mercado.
Un contrato entre privados es la mejor opción porque ambos saben lo que les conviene. Es claro, se acepta o no las condiciones y hasta se puede llegar a un acuerdo que le sirva a ambos. Cuando el estado entra por la fuerza a decirle a los privados que es lo que les conviene, el resultado es el que está a la vista de todos.
A todo esto se le suma la falta de políticas claras y a largo plazo, una economía destruida por las malas decisiones de los gobiernos de turno y la inflación que pareciera no tener solución. El valor por lo cual se alquila una propiedad, es poco para el propietario que busca recuperar la inversión y es alto para el inquilino quien tiene que destinar una gran parte de su sueldo poder alquilar.
Quién impulsó este proyecto fue el diputado de Juntos por el Cambio, Daniel Lipovetzky, quien dijo que “El objetivo de la norma es beneficiar al inquilino”. Entre uno de esos beneficios, es que los inquilinos puedan «descargar el pago del alquiler de Ganancias». Claro, quienes más perjudicados quedaron fueron aquellos que ni siquiera tienen un ingreso con el que puedan «descargar ganancias».
No hace falta un gran estudio para darse cuenta lo que se vive en el sector inmobiliario. Basta con entrar a las redes sociales para ver como cientos de personas «luchan» para quedarse con la única oferta de alquiler que se publica en el día a precios exorbitantes y con requisitos imposibles de cumplir por todos.
Es que muchos de los propietarios están cansados del incumplimiento de algunos inquilinos en el pago mensual y en el mal estado en el que reciben los inmuebles al finalizar el contrato. Por el contrario, muchos de los buenos y cumplidores inquilinos quedan estas condiciones cada vez más marginados.
La intromisión del Estado en un contrato entre privados distorsionó el precio de mercado. La duración de 3 años es muy larga para ambas partes y el índice de actualización del Banco Central genera más incertidumbre que estabilidad, ya que se sabe cuanto vas a pagar el primer año pero no a cuanto va a aumentar el segundo y tercer año en un País tan inestable como el nuestro.
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