El video está en YouTube y dura 34 segundos. Está grabado en un avión. “Hola, cómo andan. Yo soy Luis Yrimia, director jurídico de Generación Zoe y de todo el Grupo Zoe.
Volviendo ya de Dubai con todo el equipo, donde la misión propuestas se cumplió en su totalidad: se instaló Zoe en los Emiratos Árabes…”.
El hombre que habla -camisa celeste desabrochada, barba entrecana, cuidado jopo vertical- aprovecha y anuncia lo que viene: “Y muy emocionado porque por estas horas estamos lanzando el fideicomiso que nos permitirá a todos los inversores y a la misma empresa brindar seguridad jurídica…”.
La empresa está ahora denunciada por quedarse con las sumas invertidas de cientos de ahorristas, en el esquema conocido como estafa piramidal.
En la investigación que lleva adelante la justicia de Córdoba -las denuncias fueron en la localidad de Villa María- ya hay 22 detenidos. La cabeza de la organización, Leonardo Cositorto (52), detenido en República Dominicana, extraditado a la Argentina y ya detenido en el penal cordobés de Bouwer.
Yrimia explica en otro video que estaban funcionando “en forma alegal”, pero que “como había pandemia y la gente del Gobierno no se movía, no había problema”.
Y agrega: “Leo (Cositorto) es el Rey Midas, lo que toca lo hace oro”.
Él tendría el mismo olfato, pero para terminar envuelto en causas turbias.
Héctor Luis Yrimia -según él mismo, Director Jurídico de Zoe- fue fiscal federal y luego juez de instrucción porteño, hasta que dejó su cargo sospechado de encubrir un caso de torturas en el que acusaban a otro juez, Pablo Bruno.
En aquel mismo año -2004- Yrimia fue sancionado por el Consejo de la Magistratura por haber ordenado la detención de una gerente del Banco de Galicia que no le había entregado los depósitos en dólares a un cliente.
El destino tiene vueltas insospechadas: aquel juez que metía presos a los bancarios que no les daban los dólares a los ahorristas es el mismo que ahora organiza a la empresa que no devuelve los dólares a sus inversores.
Antes, Yrimia había quedado en el centro de la polémica durante un asalto, donde primero dejó que los asaltantes se fueran en auto con rehenes y luego sobreseyó a los policías que dispararon, aunque hirieron a dos rehenes.
Allí dejó una frase que durante años se escuchó en Tribunales como sinónimo de jactancia: “Yrimia no negocia”.
En 2009 quiso probar con la política. Fue candidato a diputado por la Ciudad y sacó apenas 3.259 votos, el 0,02%.
Seis años después, el ex juez era acusado por el fiscal Nisman de ser una pieza clave en el encubrimiento de los iraníes que volaron la AMIA.
Según Nisman, Yrimia se valía de su conocimiento de la causa -fue fiscal del caso un tiempo- para colaborar con el plan por el que Nisman terminó acusando a Cristina Kirchner cuatro días antes de ser hallado muerto en su departamento.
Yrimia siempre negó su participación en el caso y su abogado, Roberto Herrera, recordó que el ex juez fue sobreseído en la causa del Pacto con Irán y ni siquiera llegó como acusado a la instancia del juicio contra Cristina Kirchner que el tribunal desistió de llevar adelante.
Al ex juez le gusta difundir que tomó cursos en las academias del FBI, la DEA y la Aduana de los Estados Unidos. Más vueltas del destino: ahora la empresa a la que pertenece junto a su Rey Midas también estaría siendo investigada en Washington por lavado de dinero.
Hacia allí buscó Yrimia más y mejores contactos cuando le escribió al senador de Florida Marco Rubio, por entonces precandidato presidencial de los republicanos, pocos meses después de la muerte de Nisman. Le pedía que lo recibiera para “tener el honor de ayudarlo” en su campaña.
Nunca se supo si le contestaron: en su conceptuosa carta, llamó a su admirado senador Marcos. Pero el estadounidense se llama Marco, sin “s” final.