La vivienda constituye el espacio necesario e imprescindible para que una familia desarrolle sus actividades cotidianas en un marco adecuado desde diversos puntos de vista: sanitario, social, económico y cultural.
Este espacio permitirá a niños y jóvenes lograr la abstracción mental necesaria para incorporar conocimientos mientras estudian; y como pudimos observar en estos últimos meses durante la pandemia, realizar numerosas actividades en modalidad virtual, siempre desde el hogar.
Cuando observamos los índices de pobreza e indigencia en Argentina, y evaluamos alternativas para disminuirlas o bien morigerar sus consecuencias, inevitablemente pensamos en que, si gran parte de la comunidad que se encuentra afectada por este flagelo llegaría a contar al menos con viviendas dignas, ingresarían en un círculo virtuoso que mejoraría su calidad de vida y la de toda la sociedad, reduciendo paulatinamente aspectos estructurales de la pobreza.
Ahora bien, teniendo presente que el déficit de viviendas se acerca a cuatro millones de unidades, los planes de construcción de viviendas deberían contemplar todas las alternativas de financiamiento posibles, de lo contrario, será prácticamente imposible alcanzar la creciente demanda. Asimismo, podemos advertir, que los esfuerzos de un determinado y acotado sector del Estado tampoco alcanzarán para lograr resultados importantes. Ergo, debemos mejorar la articulación entre los diversos actores que participan de la puesta en marcha de los diferentes planes para que se cristalicen exitosamente.
Subsidio a la oferta, subsidio a la demanda, rebajas y diferimientos impositivos, líneas de créditos accesibles para desarrolladores, otras líneas para potenciales adjudicatarios del tipo PROCREAR, bancos de tierra, financiamiento de infraestructura secundaria, en fin, es momento de “poner toda la carne en el asador”.
De tomar decisiones políticas como la planteada, el paso siguiente será lograr una implementación eficaz, quizás el paso más difícil. Que “anuncios de planes” se traduzcan en plazos breves en soluciones concretas demandará un alto nivel de profesionalismo, coordinación, transparencia y participación de todo el tejido social.
Para ser más puntuales, existen en nuestra comunidad profesionales, empresarios, comerciantes y políticos de diversa extracción ideológica; los cuales constituidos en grupos de trabajo podrían acelerar notablemente el proceso de generación y construcción de viviendas nuevas en cada una de las regiones. La participación de la comunidad surge como imprescindible, pues es ella quien debe comprometerse con la planificación, ejecución, asignaciones y recupero de las viviendas.
Concebir planes con una participación real y genuina de la comunidad dotará de sustentabilidad y transparencia al sistema.
Ing. Daniel Mafud
Confederación de Pymes Constructoras de la República Argentina
Presidente
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