“Siempre me vi la cara redonda y con falta de definición. No encontraba un límite marcado entre el rostro y el cuello. En una consulta médica me recomendaron hacer una bichectomía para adelgazar el cachete y una armonización de la cara con ácido hialurónico en la región mandibular.
El procedimiento fue prácticamente indoloro y super tolerable. Ahora, luzco un rostro más fino y anguloso”, confiesa Julieta (47), en diálogo con Clarín.
La continua exposición en Zoom la impulsó a revalorizar su propio bienestar, tanto físico como emocional. Notó «imperfecciones» en su apariencia y tomó la decisión de hacerse un tratamiento para verse mejor y cambiar aquello que no le gustaba. Es que la pandemia generó cambios en nuestras vidas, propició la «cultura de la auto visualización» (verse a uno mismo durante videollamadas, selfies o posteos en redes), y la estética facial no escapa al nuevo escenario.
Las redes sociales están inundadas de selfies con pómulos ultra esculpidos y labios hidratados. Son tratamientos que ya integran el repertorio del feed en Instagram y otros servicios. Un contexto donde los expertos en cirugía plástica consultados por Clarín advierten, desde la segunda mitad del año pasado, un aumento contenido en el volumen tanto de consultas como de tratamientos quirúrgicos y no quirúrgicos.
“La cuarentena disparó en muchas personas la necesidad de realizar tratamientos, cirugías reconstructivas postergadas en el tiempo y generó consultas de cirugía estética para mejorar la autoestima. Los pacientes buscan cada vez más naturalidad en los resultados”, plantea Jorge Pedro, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva (Sacper).
Y argumenta que la mayor demanda responde a factores culturales, emocionales -un cambio de actitud frente a la enfermedad y la vida-, a un mayor contacto con el propio cuerpo que le hace tomar la decisión para pasar por el quirófano y someterse a una cirugía buscando un cambio corporal.
«También se debe a motivos económicos como la estabilidad del dólar y la mayor capacidad de ahorro por falta de viajes. En el Hospital de Clínicas hemos potenciado con alta respuesta un programa de cirugía estética social arancelado y accesible a quienes no pueden ingresar en el ámbito privado», añade.
Incluso, Mariana Bouvier, especialista en cirugía plástica/reparadora y miembro titular de la Sociedad de Cirugía Plástica de Buenos Aires (Scpba) le cuenta a este medio que también creció el número de hombres interesados en someterse a un tratamiento. «Hay un auge importante de bioestimulantes como el profhilo (ácido hialurónico de alta concentración), la rádiesse (hidroxiapatita de calcio) y sculptra (ácido poliláctico)».
“Antes, de cada 20 pacientes que atendía, uno era varón. Hoy, la proporción varía muchísimo. Recibo a un 20% mensual de pacientes masculinos. Pero, todos buscan el mismo objetivo: mejorar un aspecto del cuerpo que no les gusta lo cual es parte de aceptarse para verse bien. Ese bienestar motiva la cirugía o el tratamiento”, explicita.
¿Cuáles son las nuevas tendencias en la post pandemia?
La bichectomia o extracción de las bolas de Bichat es la cirugía que se realiza para extirpar las pelotitas de tejido adiposo que todos tenemos en las mejillas. El objetivo estético es afinar la cara, marcar más los pómulos y generar un aspecto más anguloso en la cara.
Las bolas de Bichat se encuentran en una capa profunda de la cara, bajo los pómulos. Su función es “amortiguar” los músculos faciales (masetero y buccinador) que actúan en la masticación y en el amamantar de los recién nacidos. Su tamaño varía de una persona a otra, pero pueden dar un aspecto redondeado a la cara.
Juan Manuel di Diego, cirujano plástico, miembro de la Comisión Directiva de la Scpba explica a Clarín en qué consiste el tratamiento: “La cirugía se lleva a cabo en una pequeña incisión, dentro de la boca. Es ambulatoria y relativamente sencilla en manos experimentadas”.
Aconseja buscar profesionales entrenados en cirugía plástica para una evaluación integral del rostro ya que por medio de fillers se puede redefinir el óvalo facial, perfilando la mandíbula o acentuando la región cigomática logrando así, una cara más joven y acentuada.
“Tengo 40 años y siempre me molestó tener los labios secos. Usaba todo el tiempo manteca de cacao; no quería aplicar un relleno labial porque ya tengo los labios gruesos. Cuando me comentaron sobre hidralabios, no dudé en hacerme el tratamiento. Con la anestesia se tolera perfecto. Me encanta tenerlos hidratados, radiantes y sin arrugas”, revela Carolina.
La bichectomia o extracción de las bolas de Bichat es la cirugía que se realiza para extirpar las pelotitas de tejido adiposo que todos tenemos en las mejillas.
La bichectomia o extracción de las bolas de Bichat es la cirugía que se realiza para extirpar las pelotitas de tejido adiposo que todos tenemos en las mejillas.
Su testimonio refleja otra de las tendencias. Se trata de una combinación de procedimientos que consiste en remover el tejido muerto de la mucosa labial y estimular la síntesis de colágeno para tener un labio más juvenil y fresco.
No implica la micropigmentación labial ya que no consiste en colorear el labio, sino tratar el tejido labial con vitaminas y productos específicos para este método. Los precios varían: sin color $ 6.750 y con color $ 7.500 ¿Cómo se realiza? Di Diego detalla: “Aplicamos anestesia local, exfoliamos el labio para remover la capa de piel más superficial. Luego, por medio de microagujas estimulamos la síntesis de colágeno a la vez que hacemos penetrar una solución con ácido hialurónico en alta concentración. Por último, colocamos un gloss para seguir hidratando el labio una vez terminado el procedimiento”.
Las viejas cirugías se renuevan al ritmo de la moda
“Decidí operarme para obtener el impulso necesario para retomar una rutina que había abandonado hacía 20 años. El cambio fue radical. Hoy, a casi un año de la cirugía tengo el cuerpo que deseo, potenciado con una buena alimentación y actividad física. La motivación por el resultado obtenido fue fundamental para cambiar mis hábitos”, señala Manuel (52) “Dentro de los tratamientos quirúrgicos que más surgieron en la postpandemia está la lipoescultura (cuesta entre US$ 1.800 y US$ 2.500) y el aumento o reducción mamaria (US$ 2.500)”, puntualiza Diego Mecca, cirujano plástico.
Y detalla que las chicas más jóvenes, de 20 a 35 años, por lo general se realizan lipoesculturas, aumento mamario y rinoplastias; mientras que las mayores de 40, dermolipectomia, blefaroplastia y mastopexia mamaria (levantamiento combinado con prótesis mamaria) y las que tienen entre 55 y 60 años optan por lifting facial combinado con blefaroplastia.
Marcar el abdomen, definir la cintura y voluminizar los glúteos, son algunas de las consultas más reiteradas en estos tiempos, las cuales se vieron potenciadas por los efectos de la pandemia: disminución de actividad física, home office, aumento de peso.
“La liposucción HD es un procedimiento quirúrgico que nos permite esculpir el cuerpo mediante el empleo de alta tecnología para conseguir el aspecto de una musculatura y silueta definida, logrando una apariencia atlética. Con esta técnica, se puede marcar los abdominales y la musculatura de los brazos, el dorso y las piernas”, define Mariano Palladino del Departamento de Cirugía Plástica y Medicina Estética de Halitus.
Y agrega: «Gracias al uso y la combinación de las distintas tecnologías como el ultrasonido para tratamiento selectivo de las células grasas y el tratamiento de la flacidez cutánea con equipos de plasma de última generación, logramos una retracción perfecta de la piel sobrante”.
Por su parte, Di Diego agrega: «El nuevo concepto en lipoaspiración es el manejo del contorno corporal. Cuando recibimos a un paciente para lipoaspiración priorizamos varios factores y no solo la adiposidad localizada. Entonces, tocamos diferentes zonas del cuerpo, sacamos grasa de donde sobra para colocarla en otros sitios: se utiliza la lipotransferencia de grasa en los glúteos para darle más volumen, por ejemplo. Otra novedad es la cirugía reparadora de abdomen».
Tratamiento de la mirada
“La toxina botulínica me saca la cara de cansada. Es inmediato. No falla. Son 10 minutos y te notas un cambio radical en la mirada. Me veo más fresca, descansada, con resultados super naturales”, dice, aliviada, Paola (42).
Borrar las arrugas de la frente, el entrecejo o de las patas de gallo es uno de los objetivos estéticos prioritarios en hombres y mujeres. Para ello, la toxina botulínica es el tratamiento médico-estético número uno en el mundo y cada vez es más solicitado por las generaciones jóvenes que buscan prevenir la aparición de las primeras arrugas, en una cruzada contra el tiempo. Así lo explica Padila.
«Actúa relajando los músculos que provocan las arrugas de expresión y previene la formación de otras nuevas. Además, otorga un alto grado de satisfacción en poco tiempo que ayuda a refrescar y borrar del rostro el aspecto de “cansancio permanente”, algo que se hizo más evidente con el auge de las videoconferencias». Cuesta entre 30 y 35 mil pesos.
MG
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