Las voces de los familiares, de los protagonistas políticos y la palabra, por primera vez, de Claudio Villamide, el entonces capitán de navío responsable del buque. Cronología de un siniestro que se podría haber evitado
“No sabía que era un submarino viejo”. “No es justo que haya pasado lo que pasó”. “Ojalá no me muera sin ver a alguien preso”. “Llamé a mis hijos y les dije ‘se terminó todo’”.
Los que hablan. Los que lloran. Los que se indignan. Los que reclaman son Antonio Niz, Luis Tagliapietra, Isabel Polo y, Jorge Bergallo, padres y hermana de cuatro tripulantes de los cuarenta y cuatro que fallecieron en el hundimiento del submarino ARA San Juan hace cinco años y cuya tragedia permanece impune.
Hace sesenta meses, una noticia estremecía al país: se había perdido comunicación con el buque de guerra que el 25 de octubre de 2017, a las 10 de la mañana, zarpó de la Base Naval Mar del Plata, hacia Ushuaia. “Buscan a un submarino argentino perdido a la altura de Puerto Madryn”, publico de manera exclusiva este medio.
¿Qué pasó con el ARA San Juan?
En el documental que estrena hoy Infobae, se revelan detalles, documentos y testimonios, algunos de ellos desconocidos, que refleja, una vez más, que la Argentina no aprende de tragedias anteriores: el siniestro ferroviario de Once, dónde fallecieron 52 pasajeros, uno por nacer; el incendio en la discoteca República Cromañón, que se cobró la vida de 194 jóvenes; el accidente de los 43 gendarmes que murieron el 14 de diciembre de 2015, al desbarrancar el micro que los transportaba y caer de 18 metros de altura a un costado del Río Balboa donde las pericias determinaron que las ruedas del vehículo habían cumplido su tiempo útil y que quienes ordenaron el viaje sabían que no debía circular.
Las investigaciones judiciales de todos estos hechos revelan factores en común: negligencia, impericia, desidia, posibles actos de corrupción y funcionarios involucrados. La del ARA San Juan no es la excepción.
La investigación de Infobae sobre la tragedia del submarino que se hundió mientras realizaba una de sus patrulla sobre “control de mar” muestra que la mayoría de los familiares de las víctimas se sintieron destratados por las autoridades, políticas y militares durante la búsqueda que resultó infructuosa.
Uno de los hitos que señalan, en ese sentimiento de falta de comprensión de su dolor, tuvo lugar el 25 de enero de 2018 en la Base Naval Mar del Plata. El difícil diálogo entre el ministro de Defensa, Oscar Aguad y los dolientes quedó registrado en el celular de uno de los familiares que con posterioridad publicó este medio.
“Buenos días”, saludaron los familiares de los 44 tripulantes. “Buenos días”, respondió el funcionario del gobierno de Mauricio Macri. Fue el único momento de cortesía del encuentro. El resto de los 116 minutos y 10 segundos que duró el intercambio de palabras y frases cortantes fueron reproches, pedidos de justicia, llantos y golpes de mesa, por un lado; y evasivas, dudas y promesas en tono de campaña por el otro.
La máxima expresión de ese diálogo parte del ministro fue cuando, con tono elevado le espeta a Silvina Krawczyk, hermana de Eliana, la única submarinista de Sudamérica: “El barco este no llevaba pasajeros a bordo, llevaba tripulantes. Todos sabían lo que pasa en el barco, todos tienen una responsabilidad”, esgrimió Aguad, quien, de esa manera, intentaba diluir responsabilidades entre los muertos.
La frase encerraba la respuesta a una pregunta de la hermanad de la teniente de navío: “¿Por qué se subieron arriba de ese barco, por qué no se quedaron en tierra?”.
“Si hay alguien que se ha jugado con esto, les juro que fue el Presidente (por Mauricio Macri)”, defendió el ministro de Defensa que, cuando desapareció el submarino, estaba fuera del país.
“Usted se enteró leyendo el diario”. “Día a día es como cortarnos en fetas”. “Mi hermana está explotada en el fondo del mar”. “Necesitamos certeza, necesitamos precisión”. “La Armada nos mintió desde el principio”. “No quieren encontrar al buque”. “No vi al Presidente con la entereza que tenía mi hermanita defendiendo a la Patria, no lo vi apoyándonos. Es una vergüenza que tengamos que estar llorando”, dispararon las víctimas durante el encuentro celebrado uno de los salones de la base militar alrededor de una amplia mesa.
Los responsables del Gobierno a cargo de la conducción política de la Fuerzas Armadas, y el propio jefe de la Armada, Almirante Marcelo Srur -según sienten los familiares- aplicaron una estrategia: pasar responsabilidades a otros. Hasta ahora la justicia federal solo les tomó declaración como testigos a Macri, Aguad y Srur.
La cronología
La cronología del siniestro señala que el 4 de noviembre de 2017 el ARA San Juan, con cuarenta y seis tripulantes a bordo, llegó a destino sin novedades, y que una semana después, el 11 de noviembre participó del ejercicio de ataque submarino con la Flota de Mar. El resultado fue exitoso.
Antes de comenzar la nueva etapa de su “orden de operaciones” -custodiar el Mar Argentino y informar en una planilla los buques extranjeros que ingresaban a las 200 millas de la Zona Económica Exclusiva para depredar los recursos naturales- dos suboficiales, Juan Gabriel Viana y Humberto René Vilte, se bajaron por problemas personales. Por esa razón, la tripulación del ARA San Juan al momento de la tragedia era de cuarenta y cuatro.
El Ingresó a la denominada “Área Juliana”, según los reportes que obran en la causa que investiga la jueza federal de Caleta Olivia, Marta Yañez, fue a las 17:30 del lunes 13 de noviembre.
El comandante del buque Pedro Martín Fernández había solicitado, después de la navegación del mes de julio del mismo año, que se los releve de esa tarea porque un potero chino intentó embestirlos al descubrirlos. También explicó que la sofisticada máquina de guerra podía enredarse con las “artes de pesca”. La sugerencia no fue tomada en cuenta.
En esa tarea estaba el martes 14 cuando comenzó la cuenta regresiva hacia su desaparición.
En un informe elevado al Congreso e incorporado al expediente se destaca que los problemas a bordo del submarino habían comenzado minutos antes del 15 de noviembre de 2017.
A la diez de la noche del martes 14, en su último mensaje de rutina, reporta que navega normalmente. A las 23:42, el jefe de operaciones del navío informa al jefe de operaciones de la fuerza de submarinos en Mar del Plata sobre un principio de incendio en el tanque de baterías 3. Fue el comienzo del final. En la siguiente comunicación, esta vez oral y ya en la madrugada del 15, comunica que la tripulación se encontraba bien.
A la 0:58, en medio de un temporal de viento y olas de hasta siete metros, el capitán de fragata Fernández detalla lo sucedido al comandante de la fuerza de submarinos, capitán de navío Claudio Villamide, quien le ordena cancelar la patrulla y poner rumbo a Mar del Plata.
Fernández, si bien no lo contradice, le responde que lo hará una vez que el submarino, que avanzaba a una velocidad de 5 nudos (9,26 kilómetros por hora), pudiera volver a sumergirse. Villamide le indica que cambie el AVISS (ruta o derrota) para facilitar el regreso directo a la base.
El pedido se reitera vía mensaje al submarino media hora después, donde se le indica a Fernández que elija la velocidad y la forma de retorno “en inmersión o en superficie”. Para entonces, Villamide ya había reportado la situación a su superior, el contralmirante Luis López Mazzeo, jefe del Comando de Operaciones de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada (COAA) ubicado en la base naval de Puerto Belgrano. En un nuevo mensaje desde el ARA San Juan, a las 6 de la mañana, se brindan detalles precisos del incidente.
A las 7:19 se produce la última llamada de voz, detectada por el sistema Iridium, que se convertiría luego en una de las dos principales referencias de búsqueda del submarino. El comandante Fernández informa que estaban “cansados y que vamos a bajar a plano profundo a descansar y luego inspeccionar el tanque de baterías”. La velocidad seguía siendo de 5 nudos y el submarino se encontraba en inmersión y a plano de periscopio.
“Hablé de primera mano con el comandante del buque. Me contó que estaba navegando en ese momento en superficie, con rumbo 080 a cinco nudos, más o menos, en medio de un temporal; que producto de la olas y el movimiento que se generaba -los submarinos clase Santa Cruz tienen una tendencia natural a sumergirse- había bajado al oficial de guardia y al vigía, que son los dos hombres que cubren guardia en superficie, y habían cerrado la escotilla de la vela”, relata Villamide.
El ex oficial de la Armada Argentina fue procesado por la jueza Yañez, junto a otros altos mandos del arma, por los supuestos delitos de incumplimiento de los deberes de funcionario público, omisión de deberes del oficio y estrago culposo agravado por el resultado de muerte en concurso ideal, por el hundimiento del ARA San Juan.
El Consejo General de Guerra tampoco fue contemplativo con Villamide. Destituyó al capitán de navío por “negligencia”, al entender que dejó en evidencia “falta de cuidado o descuido de la tropa y equipamiento a su cargo”.
Lo responsabilizan por no haberle ordenado al comandante del buque continuar la derrota a la Base Naval Mar del Plata en superficie.
Villamide afirma que volvería a tomar la misma decisión y se defiende: “En ese momento le pregunté al comandante si se encontraba en condiciones de volver a inmersión y me dijo que sí, y que además no quería quedarse en superficie con ese temporal”. Y agrega: “De alguna manera me corrigió diciéndome que no podía navegar con otro rumbo que el que estaba llevando. No podía navegar en superficie rumbo a Mar del Plata”.
Las siguientes comunicaciones se realizan por radio llamada. A las 8:27 se le ordena el cambio de derrota.
A las 8:45 se perdió todo tipo de contacto con el ARA San Juan. A las 10:31 del mismo día 15 de noviembre de 2017, se registró “un evento anómalo, singular, corto, violento, no nuclear, consistente con una explosión. La profundidad, en el área de operaciones, iba desde los 200 a los 3.000 metros”.
La información, que eliminaba cualquier posibilidad de vida, fue reportad desde Viena el 23 de noviembre. Es decir, ocho días después de la pérdida de contacto con el ARA San Juan.
Al otro día, un demacrado presidente Mauricio Macri, junto al ministro Aguad, y delante de una bandera Argentina, expresó: “Esto significa entender cómo un submarino, que se había llevado a reparación de media vida y que estaba en perfectas condiciones para navegar, sufrió aparentemente esta explosión”. Y pidió: “No tenemos que aventurarnos a buscar culpables, a buscar responsables, primero tenemos que tener certidumbre sobre lo que pasó. Y por qué pasó”.
La última comunicación del submarino San Juan. Reporta el principio de incendio y el ingreso de agua
La última comunicación del submarino San Juan. Reporta el principio de incendio y el ingreso de agua
Para entonces, las principales Armadas del mundo participaban del operativo SAR (Búsqueda y Rescate) del submarino ARA San Juan declarada por la Armada Argentina el viernes 17 de noviembre a las 19.
¿Quién encontró al ARA San Juan?
El 30 de noviembre, trece días después, la Marina concluyó el operativo de búsqueda y rescate de sobrevivientes del submarino y aclaró que se seguiría buscando el navío siniestrado.
En conferencia de presa, el vocero de la Armada, Capitán de Navío Enrique Balbi, recordó que se habían barrido un total de 557.000 millas náuticas cuadradas de exploración visual y 1,49 millones de millas náuticas cuadradas de exploración radar, “sin obtener contacto con el submarino ni sus balsas salvavidas”.
“Se han dispuesto 28 buques -16 de la Armada Argentina-, nueve aeronaves -tres argentinas- y 4.000 hombres -3.200 de Argentina-, con 18 países en apoyo, y a pesar de la magnitud de los esfuerzos realizados no ha sido posible localizar el submarino”, especificó.
Luis Tagliapietra, padre del oficial Alejandro Tagliapietra y uno de los abogados querellantes -los otros son Valeria Carreras y Lorena Arias- recuerda en el documental de Infobae que antes de zarpar del Puerto de Ushuaia, la propia tripulación debió reparar un desperfecto menor en la nave de guerra: “Al retomar las tareas que le habían sido encomendadas tuvieron un problema con una bobina eléctrica que tuvo que ser cambiada por los propios tripulantes”.
La orden de operaciones que recibió el capitán Fernández antes de zarpar de Mar del Plata precisaba que tenía como “misión secundaria” realizar inteligencia sobre buques y naves de la Gobernación Malvinas. Es más, según los documentos a los que accedió Infobae, el 12 de noviembre, tres días antes de su hundimiento, el submarino recibe a las 16:07 el mensaje naval “I 621″ -con la letra “I” la Marina identifica un mensaje cuyo contenido pertenece el área de INTELIGENCIA naval- en el que se le brinda la posición de los buques pesqueros “de interés” aunque estén fuera de la zona económica exclusiva de nuestro país, y se le informa al comandante del ARA San Juan que el buque británico HMS Clyde estaba “EN PUERTO ARGENTINO” y que el HMS Protector, en la posición “57 17S 037 40W”. Esto es a 280 km al sur de las Islas Georgias, en una posición que está en la ruta entre las bases británicas de la Antártida y el archipiélago de las Malvinas.
Isabel Polo, hermana del suboficial Daniel Alejandro Polo, recalca durante entrevista para este documental, que el capitán Fernández ya había reportado desperfectos en la navegación anterior, entre ellos el ingreso de agua y pérdida de potencia. “En la navegación de julio, mi hermano me comentó que habían tenido una situación de emergencia pero que se pudo subsanar en el transcurso de las horas, es decir que no había llegado a ser algo muy peligroso pero sí algo para tener en cuenta”.
Antonio Niz, padre de suboficial Luis Niz, también es tajante al ser consultado para esta investigación: “Yo le pregunté una vez qué hacía si el submarino se prendía fuego. ‘Eso no va a pasar papá -me dijo-, estamos todos preparados para escapar del submarino; practicamos todos los días’. Yo creía que el submarino era nuevo, pero él no quería subir al ARA San Juan. ‘Es una mierda’, perdone la palabra”.
“Yo sé que él estuvo batallando, poniéndole ganas, con la certeza de que lo iban a resolver. Lo único que quiero creer es que cuando pasó lo que pasó no se dieron cuenta”, se esperanza Tagliapietra. Él junto a Niz y Polo se encadenaron casi dos meses a las rejas de Plaza de Mayo para que el Gobierno contratara un empresa privada para buscar los restos del navío siniestrado, un hecho que ocurrió el 16 de noviembre de 2017, un día después de cumplirse un año de su desaparición y justo cuando el buque Seabed Constructor, a cargo de la firma Ocean Infinity, debía regresar al puerto de Sudáfrica porque había terminado la tarea de búsqueda.
Los restos del naufragio estaban a 904 metros de profundidad muy próximo a la zona en que se registró la explosión, por parte de la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBTO), una entidad con sede en Viena, el mismo 15 de noviembre. Rafael Grossi, entonces embajador argentino en Austria y experto en temas nucleares, precisó el 17 de noviembre de 2018: “El trabajo de la CTBTO marcó un antes y un después en la desaparición del submarino. Los peritos del organismo trabajaron muy bien y hoy podemos saber que hay una diferencia de entre 15 y 18 kilómetros entre el lugar en el que se detectó la explosión y el sitio en el que se encontró al ARA San Juan”.
Es el mismo Grossi, que desde el 3 de diciembre de 2019 está a cargo de la dirección general de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), quien advirtió que la integridad física de la central nuclear de Zaporiyia, en la Ucrania invadida por Rusia, “ha sido violada”, y que dialogó con Vladimir Putin y el presidente Volodimir Zelenski para “devolver la paz a la central nuclear más grande de Europa”.
El Capitán de Navío (RE) Jorge Bergallo, ex capitán del submarino siniestrado y padre de Jorge Ignacio Bergallo, el segundo comandante a cargo del ARA San Juan cuando este se hundió, recuerda el momento exacto en que recibió la comunicación sobre el “evento hidroacústico”: “Cuando informaron de la explosión, que en realidad fue una implosión, ahí los llamé a mis hijos a casa a tomar un café, y les dije: ‘Miren, se terminó todo’. Me decían: ‘Pero ¿cómo? No puede ser’. Entonces les expliqué mecánicamente cómo era el tema. A partir de ese momento yo lo procesé como un duelo. Ya no había posibilidades de nada y entonces me dediqué a atender a la familia, a mi nuera, a mi nieta, mi señora e hijos. No sé cómo…”.
“No es justo que haya pasado lo que pasó”, dice Tagliapietra y entiende que antes y después de la mayor tragedia de la Armada Argentina en tiempos de paz “hubo mucha desidia, mucho destrato, mucho mal manejo, mucha despreocupación y mucha falta de humanidad”.
“¡Algo pasó, algo pasó, fue una tragedia, no sabemos qué pasó!”, le dice, con voz alterada el entonces ministro Aguad a los familiares el 25 de enero de 2018 en la Base Naval Mar del Plata, el mismo lugar desde donde zarpó el submarino. Y fue una vez más la hermana de la submarinista Krawczyk la que lo enfrentó: “Hicieron un caldo de cultivo para que el submarino explote. Necesito saber quién dio la orden para que mi hermanita termine explotada en el fondo del mar”.
Cada familiar, cada ser querido, cada padre, madre, hermano, hermana hijo, sufre y vive el hundimiento del ARA San Juan como puede. Son víctimas. Y más allá de las diferencias que pueden existir en cada uno de ellos todos piden, bregan, por un solo objetivo: justicia.
Andrés Klipphan
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