Ser indigente significa ser parte de un hogar donde los ingresos no alcanzan siquiera para comprar los alimentos más básicos para los integrantes de la familia.
En esa situación está, en el conurbano bonaerense, el 36,5% de los chicos de entre 0 y 17 años, según un informe de la consultora exQuanti, basado en datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y en los valores de las canastas básicas informados por el Indec y correspondientes al primer trimestre de este año.
Los números dan cuenta, además, de un índice de pobreza de 76,7%, también entre las personas menores de 18 años que viven en el conurbano bonaerense y en el período mencionado (enero a marzo de 2024). En otras palabras: tres de cada cuatro niños y adolescentes son parte de familias que no tienen recursos suficientes para acceder a los alimentos indispensables, a otros productos y a servicios considerados básicos.
Los índices de indigencia y pobreza referidos a la población infantil y adolescente son más altos que los estimados para la población total. Los datos referidos a este segundo caso son, de todas maneras, alarmantes: en el conurbano, el 25,1% de las personas son indigentes, en tanto que el 61,9% vive en la pobreza.
Los índices muestran, además, un incremento acelerado a fines de 2023 y principios de este año respecto de los períodos previos, pese a la decisión del gobierno actual que llevó a incrementar la Asignación Universal por Hijo (AUH) y otras prestaciones para la niñez por arriba de los índices de inflación.
En el caso de la indigencia entre los menores de 18 años, el índice referido al conjunto de los 31 centros urbanos en los cuales el Indec releva datos de los ingresos que llegan a los hogares fue de 11,7% en el cuarto trimestre de 2022; de 13,3% a principios de 2023; de 24,3% entre octubre y diciembre de 2023, y de 30,8% en los primeros meses de este año.
En los partidos del conurbano bonaerense, los chicos viviendo en la indigencia eran el 11,5% del total de la población infantil y adolescente a fines de 2022; el 15% en el último trimestre del año siguiente; el 28% a fines de 2023 y el 36,5% entre enero y marzo de este año, según el informe de exQuanti basado en los datos del Indec.
La pobreza entre quienes tienen de 0 a 17 años, en tanto, se ubicó en el total de centros urbanos en el 57% en el cuarto trimestre de 2022; en el 55,7% a principios del año pasado; en el 62,7% entre octubre y diciembre de 2023, y trepó el ya mencionado 70,6% en la primera parte de 2024.
En el caso del conurbano bonaerense, los datos revelan que la pobreza afectaba al 60,8% de los chicos a fines de 2022; al 63,8% en el primer trimestre de 2023; al 66,8% en la última parte del año pasado, y al 76,7% entre enero y marzo de 2024.
El agravamiento de la situación social se dio a inicios de este año, a la vez que hubo una recuperación en términos reales de las asignaciones pagadas por hijo para los trabajadores desocupados o informales. La AUH, que era de $20.661 en diciembre, se duplicó en enero, tuvo reajustes en marzo y junio en función del índice de movilidad previsional y, a partir de julio, se actualiza mensualmente según el índice de inflación.
La cifra que se percibe en agosto es un 484% más alta que la de ese mes de 2023, un índice que supera a la variación general interanual de precios, estimada para este mes en 235%, según los datos del Indec y las proyecciones de economistas publicadas por el Banco Central.
Pero, más allá de que la asignación aporta una ayuda dineraria, pero no logra por sí sola sacar de la indigencia o de la pobreza a muchas familias (eso depende, entre otras cosas, de los otros ingresos recibidos), contra esa mejora actuaron las condiciones de la actividad económica: en mayo de este año (dato más reciente disponible) había 239.723 asalariados registrados menos que en diciembre de 2023, considerando tanto el sector público como la administración pública, según la estadística del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). El estimador mensual de la actividad económica (EMAE) del Indec, por su parte, mostró una caída interanual de 5,2% en el primer trimestre de este año y de 2,9% si se toma en cuenta el segundo trimestre.
En tanto, los ingresos laborales fueron perdiendo poder adquisitivo frente a la inflación, que alcanzó sus niveles más elevados en diciembre (25,5%), enero (20,6%) y febrero (13,2%). En el caso de los salarios del sector informal de la economía y según el índice elaborador por el Indec, en el primer trimestre el aumento nominal fue de 29,1%. Contra una suba de precios que acumuló un 51,5% en ese período, la pérdida de poder de compra fue de 14,8%.
Si se considera el período de enero a junio de este año, la inflación acumulada fue del 79,8% y la variación de los sueldos informales, de 69,8%, lo cual indica una caída del valor adquisitivo que se recortó al 5,6% (desde aquel 14,8% del primer trimestre).
La AUH para los chicos de hasta 18 años tiene este mes un monto de $81.010, aunque lo que realmente se percibe cada mes en los hogares es el 80% del importe dispuesto; en este caso, $64.808. Si se trata de chicos de hasta 14 años, se cobra también la Prestación Alimentar, de $52.250 por un hijo de hasta esa edad; $81.936 por dos hijos, y $108.02 por tres hijos. Y si hay en la familia chicos de hasta tres años, se suma también el Plan 1000 días, con una asignación que este mes es de $30.550.
La próxima difusión del índice oficial de pobreza será el 26 de septiembre. Ese día el Indec informará los datos de la realidad social correspondientes al primer semestre de este año. Siempre los números oficiales se refieren a semestres, pero, más allá de eso, los técnicos de exQuanti (y de otras consultoras) aclaran que es posible estimar los índices por trimestre a partir de hacer un trabajo que se sostiene en las bases de datos de la EPH y en los valores de las canastas básicas que marcan los umbrales de la pobreza y de la indigencia.
Para el cálculo de los índices sociales, se establece como primer paso el valor de una canasta de alimentos básicos que cubran las necesidades de un varón de entre 30 y 60 años, al que se lo denomina, estadísticamente, el “adulto equivalente”. A ese número, referido a la Canasta Básica Alimentaria (CBA), se lo multiplica por un coeficiente para llegar a la Canasta Básica Total (CBT), cuyo precio es el umbral de la pobreza. Y, para determinar si un hogar está en la indigencia o en la pobreza, se cruzan los datos de los ingresos que dicen percibir con los precios de las canastas, definidas en función de cómo está conformado el grupo de personas (por ejemplo, si hay un niño de 5 años, por él se considera un valor igual al 60% del definido para el adulto equivalente, según la tabla de equivalencias fijada por el Indec).
Por ejemplo, una canasta de pobreza para un hogar integrado por un varón de 35 años, una mujer de 31 años, un niño de 6 años y una niña de 8 años, tuvo un valor de $773.385 en marzo último y de $900.648 en julio (dato más reciente disponible). Los hogares integrados según esa descripción que no llegaron en los meses respectivos a los mencionados niveles de ingresos son considerados pobres.
Para una familia así integrada, en tanto, una canasta de indigencia tuvo un valor de $358.049 en marzo y de $405.697 en julio. Si el dinero ingresado no llegó a esas cifras, entonces esos hogares son considerados, además de pobres, indigentes.
Silvia Stang