Buenos Aires, 3 de noviembre de 2019 – Expertos de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) detallaron la importancia de establecer límites a los hijos en las distintas etapas de la vida: desde la primera infancia hasta la adolescencia. En este sentido, enfatizaron sobre la negociación que se debe llevar adelante. Algunos de los conceptos clave que destacaron fueron la necesidad de que los progenitores intenten estar alineados en cuanto a cómo educar a los hijos sin desautorizarse, tener en cuenta que los niños necesitan límites para manejarse dentro de la sociedad, ya que éstos ayudan a protegerlos. Asimismo, explicaron que si el niño decide traspasar el límite, como último recurso debe haber alguna penitencia, aunque no es recomendable que se viva como una venganza o un castigo desmedido.
“Algunos límites son innegociables, como los que ponen en riesgo la salud de los hijos o de otra persona. Sin embargo, existen otros que sí se pueden negociar; siempre y cuando los adultos sean claros y convincentes en el mensaje a transmitir. Un ejemplo de esto es que los niños puedan acostarse un poco más tarde durante los fines de semana”, detalló la Dra. Lenka Dumandzic, médica pediatra, Presidente Sociedad de Pediatría San Juan.
“Es necesario traer a la mesa de diálogo las diferencias y confrontaciones que pueden existir, por ejemplo, al querer tener un celular porque un amigo ya lo posee o una salida nocturna donde otros adolescentes asistirán. Los padres deben abordar este tema y dedicarles tiempo: la confrontación es sana y debe saberse con anticipación que en las negociaciones se llegará a un acuerdo entre partes, que no implica que una prevalezca sobre la otra”, explicó la Dra. Rosa Pappolla, médica pediatra especializada en adolescencia y miembro del Comité de Adolescencia de la SAP.
La importancia de los límites radica en que contribuyen a la organización de la personalidad; los hijos necesitan límites para manejarse dentro de la sociedad. Asimismo, éstos deben estar adaptados a la etapa evolutiva del niño, ya que a cada etapa le corresponderán indicaciones distintas.
“El adulto debe estar convencido del mensaje, los chicos son muy perceptivos y detectan fácilmente el tono de voz o la firmeza en la postura corporal. No se puede decirle algo al niño y guiñarle el ojo a otra persona, el niño distinguirá el doble sentido. Además, debemos estar seguros de que el niño entendió la pauta que le dimos, por eso es tan importante que el mensaje sea claro”, agregó la Dra. Dumandzic.
En este sentido, según los expertos de la SAP, es recomendable explicar las derivaciones de la falta de cumplimiento de la norma y aclararle al niño que él es responsable si decide traspasarla, por lo que deberá atenerse a las consecuencias.
En opinión del Dr. Sergio Snieg, médico pediatra y vocal titular del Comité de Pediatría Ambulatoria de la SAP, es pertinente consultar con un especialista “ante la excesiva frustración o berrinches de muy difícil resolución frente a la puesta de límites o cuando la situación desborda a los padres, madres o cuidadores. También es una buena decisión consultar ante la imposibilidad de poner límites (por la razón que sea)”.
Otro aspecto a tener en cuenta es que es deseable que ambos progenitores traten de alinearse en cuanto a cómo educar a su hijo, sin desautorizar al otro. Cuando esto no sucede, se corre el riesgo de que los niños se desconcierten o crean que insistiendo podrán conseguir lo que quieren. La coherencia y consistencia contribuyen a que los hijos sean más libres, responsables y seguros.
En este sentido, algo a considerar es que cada pareja es producto del intercambio de las dos familias que le dieron origen. Hay entre los padres un intercambio de costumbres, normas y formas de resolver los conflictos y el funcionamiento cotidiano. Para respetar las necesidades de los niños, se deben acordar los límites, pautas y normas, ya que son medidas protectoras que contienen a los hijos.
Consultada sobre el rol del pediatra, la Lic. Susana Mandelbaum aseveró que “puede ayudar a los padres a escuchar a su hijo y mediar entre los padres o cuidadores cuando no pueden ponerse de acuerdo. Puede ayudar a que los niños expresen sus enojos, tristezas y agresión, para que los padres puedan entenderlos. También puede alentar a los padres a disfrutar la crianza con sentido del humor y empatía, a ser consistentes y lo más coherentes posible”.
“El desarrollo de los niños implica pasar por episodios de caprichos, es algo natural. Todos solemos desafiar los límites, los que nos impone la convivencia y los de auto superación. Nunca sabemos hasta dónde podemos y a veces nos sorprendemos de lo que podemos lograr. En los chicos, los límites cuidan, protegen, resguardan y también forjan futuro. Algunos se pueden cruzar, otros debemos dejar en claro que no. Poner límites también es cuidar con amor” agregó el Dr. Snieg.
“El establecimiento de los límites está contemplado dentro de los Derechos del Niño. “Este marco nos permite hablar de restricciones con nuestros hijos desde un contexto más amplio que el de la decisión familiar de lo que se puede hacer o no. Algunos ejemplos de esto son los horarios nocturnos, lugares de recreación anticipados o de erotización del mundo infanto-juvenil que se proyectan como reflexión y cuidado y que corresponden por derecho”, detalló la Dra. Pappolla.
Un recurso que suelen utilizar los padres es el de premios y castigos. Sin embargo, no se ve un claro beneficio al usar estos métodos, por lo que se desaconsejan. Desde la SAP, aseguran que dialogar con los hijos, negociar y explicarles el porqué de los límites es más eficiente y sano que hacerlos cumplir por un premio o una amenaza.
En caso de que los hijos decidan traspasar los límites, entonces sí puede ser una alternativa válida la penitencia, pero como último recurso si no se logra poner límites. “No debe ser sinónimo de mal trato doloroso o vengativo, sino cumplir con la función de incentivar un cambio. Es bueno darles la oportunidad de reparar el daño que causó y que la penitencia no sea vivida como venganza o abuso de autoridad”, concluyó la Lic. Mandelbaum.
Acerca de la Sociedad Argentina de Pediatría
Fundada el 20 de octubre de 1911, la Sociedad Argentina de Pediatría es una de las instituciones científicas de mayor antigüedad en el país. Congrega a los médicos pediatras y a interesados en el estudio y la atención del ser humano en su período de crecimiento y desarrollo.
Su independencia de intereses sectoriales y coyunturales la ha convertido en una entidad asesora de gobiernos, universidades y distintas organizaciones de la comunidad en el área materno infanto-juvenil.
El destino y el trabajo de la Sociedad Argentina de Pediatría se construyen diariamente con el esfuerzo mancomunado de sus más de 17.000 asociados, a través de 45 Filiales y 4 Delegaciones organizadas en 9 Regiones. Los profesionales que la integran aportan su esfuerzo solidario en pos de los objetivos societarios sólidamente ligados a la causa de la infancia.
El lema de SAP “por un niño sano en un mundo mejor” señala no sólo la mirada integradora de la pediatría, sino su compromiso con una realidad histórico-social que le confía su futuro.
La SAP, a través de su cooperación con otros organismos internacionales (como UNICEF y OPS) y su integración a la Asociación Latinoamericana de Pediatría (ALAPE) y a la Asociación Internacional de Pediatría (IPA), y el Foro de Sociedades de Pediatría del Cono Sur (FOSPECS), participa del movimiento pediátrico mundial.