Un experto consultado por Infobae explicó la relación que hay entre el mal dormir y las enfermedades.
Por: Agustín Gallardo
Dormir. No hay nada más lindo. Claro que, hablamos de dormir bien porque, cuando el sueño no es bueno, aquella cuestión que debería ser placentera y reparadora, pasa a ser un momento desagradable. ¿Quién no lo ha notado?: dormimos mal y al otro día estamos cansados, de mal humor y menos rendidores en nuestras tareas. De hecho, muchas veces, es notoria la falta de concentración que podemos llegar a tener en el trabajo.
Un estudio reciente que se hizo con 100 adultos mayores, indica que el número exacto para dormir son siete horas y media. Es por eso que si uno tiene el hábito de intentar dormir ocho horas por noche, la nueva clave, dicen los expertos, es comenzar por configurar la alarma del reloj despertador 30 minutos antes. Siete horas y media es el “punto óptimo” para preservar el cerebro y contrarrestar la enfermedad de Alzheimer, muestra un estudio.
Más allá de la citada investigación del Centro de Medicina del Sueño de la Universidad de Washington, por lo general los expertos indican que entre 7 y 8 horas es el tiempo ideal para dormir. Ahora bien, ¿es lo mismo dormir que descansar?
En tiempos del “no llego a todo”, puede ser complicado establecer unos buenos patrones de sueño. Es más, puede que incluso veamos el acto de dormir, al menos hasta cierto punto, como una pérdida de tiempo. Jornadas largas y planes a los que no queremos renunciar, provocan que nos acostemos más tarde y nos levantemos más pronto para compensar ese ‘tiempo malgastado’.
Dormir no solo no es una pérdida de tiempo, puede ser la piedra angular de nuestra salud.
Y es aquí donde debemos hacer la distinción más importante: no es lo mismo dormir que descansar. Dormir es una función fisiológica esencial para el organismo, igual que respirar, comer o hidratarnos; descansar va mucho más allá: tiene que ver con nuestros hábitos, con la forma en que afrontamos el día y lo que nos sucede.
Estos no son los únicos factores que pueden afectar negativamente al sueño:
La situación vital y estresores puntuales. Situaciones como el cambio de domicilio o el nacimiento de hijos afectarán a las horas que podemos dedicar al sueño. Los estresores pueden ocasionarnos peor descanso debido a disponer de menos tiempo para dormir y al nivel de activación acumulado durante el día.
Problemas físicos. Padecer enfermedades agudas o crónicas son factores que predicen peor descanso nocturno.
Cambios en las rutinas habituales. Los cambios de turno en el trabajo, viajes a países de zona horaria diferente o las transiciones que suponen los periodos de vacaciones pueden afectar a nuestro ritmo habitual de sueño.
Estado de ánimo. El insomnio es uno de los síntomas presentes en los trastornos del estado de ánimo como la depresión y la ansiedad.
Además del cansancio asociado a un mal sueño, hay otros síntomas que pueden responder a una ausencia de descanso, como la apatía, la irritabilidad, la falta de ganas, la inclinación a comer más azúcar o, más a largo plazo, problemas de memoria, dificultad para tomar decisiones o concentrarse y una sensación de lentitud mental. Incluso en el plano físico, puede haber mayor tendencia a enfermar.
Qué hacer
“Si nuestro objetivo es la salud tenemos que lograr tener un cerebro sano”, dice a Infobae Alejandro Andersson, médico neurólogo y director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires. “Para esto se requiere: nutrición de calidad, estrés en niveles fisiológicos, y muy importante, sueño de buena arquitectura cuantitativa y cualitativa”, agrega el neurólogo.
El sueño, dice Andersson, es un estado de nuestro organismo sumamente activo y esencialmente diferente de la vigilia. “Es además reversible e imprescindible para la Vida. El Sueño es una función que depende de una compleja actividad desarrollada por circuitos neuronales del cerebro, o sea de nuestras neuronas y sus conexiones. Durante el sueño el cuerpo está sumamente activo: balance positivo en la energía celular, regeneración de tejidos y órganos, preparación de los diferentes sistemas (cardiovascular, musculoesquelético, renal, etc…) para una nueva jornada de trabajo y de vigilia. El corazón bombea sangre para recoger desechos y residuos que aún no fueron removidos y que eliminará finalmente el riñón. El tono muscular, la temperatura, los niveles hormonales, el pulso y la frecuencia cardíaca tienen patrones diferentes de la vigilia”, explica el neurólogo.
Sólo una parte del cerebro está dormida
Cuando dormimos el sistema nervioso continua realizando miles de millones de procesos mientras estamos durmiendo. Hoy en día el hombre común está tomando conciencia de la Importancia que tiene en la salud y nuestra calidad de vida el dormir bien.
De acuerdo a estudios recientes de la National Sleep Foundation (NSF), varias encuestas acerca del sueño han arrojado resultados mixtos sobre la prevalencia del insomnio entre los diferentes grupos de personas que duermen. Algunas estimaciones conservadoras muestran que del 10% al 30% de los adultos viven con insomnio crónico. Para otros estudios, esta cifra está más cerca del 50% al 60%.
¿Cuál es la razón por la cual los médicos se están interesando cada vez más en saber qué es el sueño? “Porque ahora sabemos que un importantísimo número de personas padece de problemas del sueño que perjudican su salud, y porque una de las principales causas de los accidentes de tránsito y de los accidentes de trabajo es el mal dormir”, dice Andersson.
Y se pregunta: “¿El mal dormir enferma?” La respuesta es afirmativa. “La falta de sueño puede afectar nuestro sistema inmunológico. Está demostrado que las personas que no tienen horas de sueño de calidad o suficientes horas de sueño tienen más probabilidades de enfermarse tras estar expuestas a un virus y la falta de sueño también comprometa la velocidad de recuperación luego de enfermarnos”, dice Andersson.
El medico explica que la deprivación del sueño nos predispone a tener: irritabilidad, deterioro de nuestra actividad social, deterioro de la memoria, depresión, ansiedad, presión arterial alta, enfermedades del corazón, accidente cerebrovascular, enfermedad del riñón, obesidad, diabetes tipo 2.
El mal dormir a generado catástrofes, apunta el neurólogo: “Se dice que Chernobyl, el derrame de petróleo de Exxon en Alaska, el casi desastre nuclear de Three Mile Island en Pennsylvania, la fuga de gas de Bhopal en la India que dejo 20000 víctimas, han sido la consecuencia final del mal dormir de los operadores”.
-¿Qué quiere decir estar en reposo?
-En el ámbito de la física, se define como reposo al estado que adopta la materia cuando un cuerpo carece de movimiento. Reposar es dejar de hacer algo: Yo puedo estar en reposo físico, reposo intelectual o reposo emocional. Pero esto es sin dormir, o sea estando en vigilia.
-¿Qué significa descansar?
-Recuperarnos de un estado de cansancio o fatiga.
-¿Cómo lograr descansar al dormir?
-Ese es el objetivo de dormir: Descansar.
-La especie humana se pregunta: ¿Qué es el sueño? y ¿Para que hay que dormir? desde hace mucho tiempo.
– Para responder a estas preguntas conviene comenzar por el principio y ver primero: ¿Cómo dormimos? Su análisis es muy reciente. La mayoría de nosotros duerme de noche, cuando finalizamos las actividades de nuestro día. Luego de cenar y relajarnos nos preparamos para dormir, nos acostamos –boca arriba, de costado, boca abajo- y vamos olvidando el mundo de la vigilia. Cuando no vemos, oímos ni percibimos las cosas de una manera lógica estamos entrando en un mundo distinto, que no controlamos, donde no respondemos lógica ni adecuadamente. De ese presueño pasaremos a etapas del sueño superficiales y luego profundas, estando ya sin conciencia, y a excepción de las vivencias que nos de nuestra actividad onírica –el soñar-, despertaremos 6 u 8 horas después.
El Sueño no es simplemente la ausencia de la vigilia. No es un estado pasivo y punto.
“Muchas áreas del cerebro desarrollan gran actividad durante el sueño. Esto se descubrió gracias a la Electroencefalografía –EEG-. No paso tanto tiempo, ya que recién en 1924 gracias a Hans Berger se hizo por primera vez un electroencefalograma. Esto abrió la vía de acceso más importante que tenemos para el estudio del sueño. Antes se pensaba que el sueño era un estado uniforme y simple, pero con la EEG en 1937 Loomis, Harvey y Hobart describieron el sueño Lento o NO REM que dividieron en A,B C y D, hoy etapas 1,2,3 y 4. En 1953 Aserinsky y Kleitman describieron el Sueño Rapido o REM, completando la arquitectura electrica actualmente conocida y evaluada en todos los laboratorios de sueño. Evidentemente es muy reciente nuestra información de cómo dormimos”, dice Andersson.
Los estudios de deprivación parcial de sueño en la especie humana sugieren que la mayoría de los adultos normales jóvenes que duermen 6-8hs toleran 2-3horas de reducción crónica sin un compromiso significativo de su rendimiento. Es decir habría un mínimo requerimiento de 4-5hs de sueño cada día.
“Del mismo modo que nuestra dieta supera en calorías el mínimo requerimiento diario para vivir y no caer en desnutrición , nuestro sueño espontaneo y habitual supera en tiempo a ese mínimo de 4hs cada 24hs por debajo del cual aparecen los síntomas por déficit de sueño”, dice Anderson.
Y finaliza con un ejemplo: “Estudios realizados en médicos que habían reducido sus 7 horas de sueño promedio a 3 horas, mostraron que la pérfomance se reduce más acentuadamente en los médicos de menos experiencia, en las tareas de razonamiento y en las tareas no estimulantes. Se pueden mantener mejor frente a la deprivación de sueño, las tareas muy bien aprendidas e incorporadas a uno. La deprivación de sueño vuelve el humor negativo. La necesidad de dormir para el hombre y los mamíferos es tan fuerte como la de respirar o alimentarse, y esto orienta las investigaciones para comprender como opera normalmente el proceso de sueño para restaurar al organismo y darle su merecido descanso durante la noche”.