Un estudio evaluó el riesgo cardiovascular de las bebidas azucaradas y reveló un dato inesperado

La investigación se centró en la dieta y el estilo de vida de casi 70.000 hombres y mujeres suecos. Cuáles fueron los resultados y sus limitaciones
Azúcares añadidos

Los azúcares añadidos son aquellos que no están presentes de forma natural en los alimentos o bebidas, sino que se agregan durante el procesamiento o la preparación.

Por: Valeria Román

. Aportan calorías, pero poco valor nutricional, y se los ha asociado con el aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, como un ataque cerebrovascular (ACV) o un infarto.

Un grupo de investigadores que trabajan en Dinamarca y Suecia buscaron comprender mejor ese impacto en la salud y descubrieron que no todas las fuentes de azúcar afectan la salud cardiovascular de la misma manera. Eso se observó al estudiar a la población sueca.

Las bebidas azucaradas se asociaron a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares que los dulces, como los pasteles y otros productos de repostería.

Los resultados del estudio fueron publicados en la revista Frontiers in Public Health.

“El hallazgo más sorprendente de nuestro estudio es la relación divergente entre diferentes fuentes de azúcar añadida y el riesgo de enfermedades cardiovasculares”, señaló Suzanne Janzi, candidata a doctorado en la Universidad de Lund, Suecia, y autora principal del estudio. La española Esther González Padilla, doctora en epidemiología nutricional, también fue una de las coautoras.

“Este sorprendente contraste destaca la importancia de considerar no solo la cantidad de azúcar consumida, sino también su fuente y contexto”, resaltó Janzi.

En diálogo con Infobae, la licenciada en nutrición Gabriela Saad, coordinadora del grupo de investigación en alimentos de la Sociedad Argentina de Nutrición, consideró con cautela los resultados del estudio: “No está aún claramente descrito el mecanismo que permita afirmar que pequeñas inclusiones de azúcares simples puedan beneficiar la salud cardiovascular. Además, el estudio no es extrapolable a otras poblaciones, como la de América del Sur, donde la calidad de vida y alimentación es muy diferente”.

Sin embargo, la experta aclaró: “Hay coincidencia entre expertos en que hay que limitar el consumo de carbohidratos simples, especialmente los azúcares, sobre todo cuando el vehículo son bebidas. Porque se los consume en exceso y perjudican la salud”.

Saad mencionó que no deben prohibirse, ya que el consumo ocasional no impacta negativamente en la salud. “Si bien se trata de una recomendación global, siempre hay que considerar factores individuales y esas recomendaciones se refieren a la población sana”, subrayó.

mo se realizó el estudio

Para investigar cómo el consumo de diferentes tipos de azúcar afecta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, los investigadores analizaron datos de dos cohortes de participantes en Suecia. Se administraron cuestionarios dietéticos en 1997 y 2009 para monitorear los hábitos alimenticios de los participantes a lo largo del tiempo.

Después de aplicar criterios de exclusión para garantizar la homogeneidad entre ambos grupos y eliminar factores de riesgo independientes, el estudio se centró en 69,705 participantes.

Se analizaron tres categorías principales de consumo de azúcar: endulzantes (como miel), dulces sólidos (como pasteles) y bebidas azucaradas.

Además, se evaluaron siete enfermedades cardiovasculares: ACV isquémico, insuficiencia cardíaca, ataques cardíacos, aneurisma aórtico, fibrilación auricular, estenosis aórtica y ACV hemorrágico.

Durante el seguimiento, que finalizó en el año 2019, 25.739 participantes fueron diagnosticados con alguna enfermedad cardiovascular.

Qué revelaron los resultados del análisis de datos

Los resultados mostraron que el aumento general del consumo de azúcar se asoció con un mayor riesgo de ACV isquémico y aneurisma aórtico abdominal.

El estudio reveló además que un mayor consumo de azúcar añadido se asoció con un mayor riesgo de insuficiencia cardíaca específicamente en individuos con un índice de masa corporal normal.

Pero los investigadores encontraron que el consumo de bebidas endulzadas con azúcar, como refrescos y otras bebidas gaseosas, aumentó significativamente el riesgo de ataque cerebrovascular isquémico, insuficiencia cardíaca, fibrilación auricular y aneurisma aórtico abdominal.

Según Janzi, los azúcares líquidos presentes en esas bebidas “generalmente proporcionan menos saciedad que las formas sólidas, lo que podría llevar a un consumo excesivo”.

En cambio, consumir azúcar en forma de dulces sólidos, como pasteles, en ocasiones sociales o especiales, se asoció con mejores resultados cardiovasculares en comparación con una ingesta muy baja o nula.

“El contexto también importa: los dulces suelen disfrutarse en entornos sociales o durante ocasiones especiales, mientras que las bebidas azucaradas tienden a consumirse con mayor regularidad”, explicó.

Los investigadores destacaron que los resultados están basados en una población sueca con hábitos dietéticos específicos. “Particularmente relevante en este contexto es la costumbre social del fika, que son pausas regulares para café y pasteles que están profundamente arraigadas en la cultura sueca”, comentó la investigadora.

Por eso, señalaron que los resultados podrían no ser aplicables a poblaciones con distintas culturas alimentarias.

“Si bien nuestro estudio observacional no puede establecer una relación causal, estos hallazgos sugieren que un consumo extremadamente bajo de azúcar podría no ser necesario o beneficioso para la salud cardiovascular”, concluyó Janzi.

La investigación señala la necesidad de realizar más estudios para comprender los mecanismos detrás de los efectos diferenciados del consumo de azúcar y adaptar las recomendaciones dietéticas según los contextos culturales y demográficos.

En el estudio, los autores escribieron: “Los hallazgos de este estudio podrían ayudar a informar futuras directrices y recomendaciones dietéticas que puedan guiar políticas para reducir la incidencia de enfermedades cardiovasculares y, en última instancia, mejorar la salud pública”.

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