La visualización de la Universidad de Purdue muestra cómo pequeñas gotas invisibles de una sola tos pueden fluir a través de la cabina de un avión de pasajeros Boeing 767.
La pandemia de coronavirus ha llevado el transporte aéreo a un punto muerto sin precedentes, causando estragos y poniendo en riesgo innumerables trabajos. Una nueva visualización hace que las personas se cuestionen qué tan pronto van a poder volver a volar.
El gráfico de movimiento producido por los investigadores de la Universidad de Purdue muestra las secuelas de una tos en un avión, con pequeñas gotas invisibles que se dispersan por la cabina, posiblemente infectando a un gran número de pasajeros.
Según la Administración Federal de Aviación (FAA), los viajes aéreos han disminuido en un 95% desde los niveles normales. A medida que los estados y los países comiencen a reabrir lentamente, ¿las personas se sentirán lo suficientemente seguras como para volver a subir a los aviones a raíz del COVID-19?
Es una pregunta abierta. Las cabinas de pasajeros siempre han representado un riesgo para la transmisión de todo tipo de gérmenes, gracias a la proximidad, muchas superficies multitáctiles y la falta de aire fresco.
La compañía multinacional estadounidense que diseña, fabrica y vende aviones, Boeing, ha estado experimentando con baños que pueden desinfectarse y matar el 99.9% de gérmenes y patógenos en solo segundos, advierten desde la compañía. Pero la mayoría de las aerolíneas no contaban con una gran pandemia mundial.
El gráfico de movimiento producido por los investigadores de la Universidad de Purdue muestra las secuelas de una tos en un avión, con pequeñas gotas invisibles que se dispersan por la cabina, posiblemente infectando a un gran número de pasajeros (Universidad de Purdue)
El gráfico de movimiento producido por los investigadores de la Universidad de Purdue muestra las secuelas de una tos en un avión, con pequeñas gotas invisibles que se dispersan por la cabina, posiblemente infectando a un gran número de pasajeros (Universidad de Purdue)
“Cuando podés vender aviones sin problema, intentás aplazar los problemas para el futuro”, dijo Qingyan Chen, profesor de ingeniería de la Universidad de Purdue que ayudó a dirigir un importante proyecto de investigación financiado por la FAA sobre transmisión de enfermedades a bordo de aviones y recibió fondos de investigación de Boeing, le dijo a The Washington Post. “Hoy descubrimos que el futuro es en realidad 2020”.
Sin embargo, los avances son posibles. Los científicos de la Universidad de Columbia están probando las luces ultravioletas que prometen destruir virus sin dañar a los humanos, y dicen que las luces serían efectivas en cabinas de aviones, aeropuertos, hospitales y escuelas.
“Mientras hablamos, hay 100 ratones sin pelo expuestos durante 15 meses”, explicó a The Post David J. Brenner, director del Centro de Investigación Radiológica de Columbia. Aparentemente, los ratones viven bajo las luces durante ocho horas al día y se hacen exámenes de la vista y de la piel cada dos semanas, y después de ocho meses los investigadores no encontraron daños, “lo cual es alentador”, dijo.
Para el estudio, Chen trabajó con los ingenieros de Boeing para determinar si cambiar el sistema de ventilación de un avión afectaría el riesgo de contraer SARS, utilizado como sustituto de otros virus peligrosos que podrían surgir.
Los investigadores descubrieron que los pasajeros sentados con un paciente con SARS en una sección de siete filas de un Boeing 767 tendrían una probabilidad de uno en tres de enfermarse en un vuelo de 5 horas. En un vuelo 737 más corto, el riesgo era uno de cada cinco. Pero también descubrieron que cambiar el sistema de ventilación, por ejemplo, al tener un flujo de aire hacia la cabina desde cerca del piso en lugar de desde arriba, reduciría el riesgo a la mitad o más.
“Es muy difícil para la industria cambiar… No es como accionar un interruptor”, agregó Chen, señalando el costo de desarrollar nuevas funciones y obtener la certificación de la FAA. “Pero esos altos costos también subrayan el papel clave del gobierno. La regulación es muy importante. Si regulan eso, entonces tendrán que hacer algo», aseveró.
Boeing anunció recientemente un plan para despedir a 16.000 trabajadores, y una encuesta de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, que representa a los transportistas de todo el mundo, descubrió que el 40% de los pasajeros recientes dijeron que pueden esperar al menos seis meses después de que se haya contenido el brote para viajar nuevamente.
Vale la pena señalar que el estudio de Purdue asumió que el virus que causó el SARS podría permanecer en el aire durante largos períodos, lo que es diferente de lo que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) dicen que generalmente ocurre con el nuevo coronavirus.
Los funcionarios de salud aseguran que el nuevo coronavirus se transporta solo a través de gotas que son tosidas o estornudadas, ya sea directamente o en objetos. Pero algunos científicos dicen que hay evidencia preliminar de que existe la transmisión por el aire, en la cual la enfermedad se propaga en las partículas mucho más pequeñas del aire exhalado, conocidas como aerosoles, y que se deben tomar precauciones, como aumentar la ventilación en interiores, para reducir el riesgo de infección
En un informe científico publicado en su sitio web el 27 de marzo, la Organización Mundial de la Salud dijo que no hay pruebas suficientes para sugerir que el SARS-CoV-2 se transmite por el aire, excepto en determinados contextos médicos, como cuando se intuba un paciente infectado.
Pero los expertos que trabajan en enfermedades respiratorias y aerosoles transmitidos por el aire dicen que reunir pruebas inequívocas de la transmisión por el aire podría llevar años y costar vidas. No debemos “dejar que la perfección sea el enemigo de convencer”, sostiene Michael Osterholm, epidemiólogo de enfermedades infecciosas de la Universidad de Minnesota en Minneapolis.
“En la mente de los científicos que trabajan en esto, no hay absolutamente ninguna duda de que el virus se propaga en el aire”, dice la científica en aerosol Lidia Morawska de la Universidad Tecnológica de Queensland en Brisbane, Australia. “Esto es obvio”.
Cuál es el lugar más seguro para sentarse en un avión y reducir el riesgo de contagio
La Organización Mundial de la Salud define el contacto con una persona infectada como estar sentado dentro de dos filas una de la otra. Pero las personas no solo se sientan durante los vuelos, especialmente los que duran más de unas pocas horas. Van al baño, estiran las piernas y agarran artículos de los contenedores superiores. De hecho, durante el brote de coronavirus de 2003 del síndrome respiratorio agudo severo (SRAS), un pasajero a bordo de un vuelo de Hong Kong a Beijing infectó a personas que se encontraban fuera del límite de dos filas de la OMS.
Inspirado en parte por ese caso, un equipo de investigadores de salud pública de la Universidad de Emory en los Estados Unidos se propuso estudiar cómo los movimientos aleatorios sobre la cabina del avión podrían cambiar la probabilidad de infección de los pasajeros. Los expertos descubrieron que las personas en los asientos de los pasillos tienen muchas más probabilidades de entrar en contacto con pasajeros infectados.
Según los hallazgos revelados por la investigación, los pasajeros que están preocupados por contraer coronavirus deben permanecer en sus asientos. Esto se debe a que cuanto más se levanta y se mueve por el avión una persona, más posibilidades tiene de encontrarse junto a alguien con la enfermedad. Cuanto más tiempo esté una persona en contacto con un pasajero infectado y cuanto más tiempo esté cerca de él, mayores serán las posibilidades de infectarse.
Los investigadores estudiaron el comportamiento de los pasajeros en vuelos que duran entre tres y cinco horas y descubrieron que el 38% dejó sus asientos una vez y el 24% más de una vez, pero los pasajeros que estaban junto a la ventana apenas dejaron su asiento. Esto redujo el número de contactos con otros pasajeros de 64 para aquellos sentados en el pasillo a solo 12 para los titulares de los asientos de la ventana.
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