Lo que ven los investigadores es que la exposición al Sars-CoV2 sí genera inmunidad. El resto de la explicación es más larga porque el sistema inmunológico no se caracteriza por su sencillez.
Una pregunta clave es cuánto tiempo durará esa inmunidad. Cuando haya vacuna, ¿habrá que aplicársela cada año como la antigripal a los grupos de riesgo? ¿Durará diez años como la antitetánica? ¿O será para siempre?
El avance del virus
Con una cautela imprescindible, porque es un virus que se conoce desde hace poco más de seis meses y puede seguir dando sorpresas, los científicos tienen un panorama de cómo reaccionan los sistemas de defensa de los cuerpos (a la vez que más preguntas). «No sabemos si la inmunidad después de tener la enfermedad durará 6 meses, 1 año o 10 años, porque hace un año nadie la tenía. La información hasta ahora es que no hay casos de gente que la tenga dos veces», dijo Jarbas Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud en una conferencia de prensa el martes. Hasta hoy hay más de 36500 argentinos recuperados y varios millones en todo el mundo. Pero lo que se ignora hace que no puedan emitirse, por ejemplo, los denominados «pasaportes de inmunidad».
«Hay muchas cosas que se saben y otras que no», agrega Gabriel Rabinovich, experto en inmunología e investigador superior del Conicet. La explicación es levemente técnica, pero comprensible.
Dos tipos de infecciones
Rabinovich divide por un lado a las personas infectadas por este coronavirus entre pacientes con un curso normal de la enfermedad, «donde se activa todo lo que se genera ante una infección viral: inmunidad innata con interferones, inmunidad adaptativa, innata con macrófagos, adaptativa con linfocitos T, y más». Y por otro a los pacientes con factores de riesgos y que necesitarán respirador o terapia intensiva. Estos últimos tienen «menos linfocitos y paradójicamente un aumento de la respuesta inflamatoria en los pulmones, mediado por macrófagos y citoquinas». Ese es el 10 a 15% de los infectados a los que no les va a ir bien porque desarrollan lo que los médicos llaman «tormenta de citoquinas», un proceso inflamatorio general difícil de revertir.
Pero más allá de eso, Rabinovich destaca que se han visto pacientes recuperados con linfocitos T específicos además de los anticuerpos contra el virus, «lo que da esperanza de que se genere inmunidad, pero hay que ver si es duradera o no».
Los monos quedan protegidos
Juliana Cassataro, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la Universidad de San Martín, aporta que ya se han hecho trabajos que muestran que, por ejemplo, los monos no se vuelven a contagiar y quedan protegidos. «Cuánto dura esa memoria no lo sabemos. Depende de los antígenos, y hay que estudiarlo. Es cierto es que este virus muta menos que la gripe y el VIH, pero también tiene que ver con qué tipo de antígenos genera: hay infecciones causadas por virus que no mutan cuya respuesta puede durar diez años o tres meses», agrega.
Es decir, no todo tiene que ver con la mutación del virus sino también con la duración de los anticuerpos generados por el sistema inmunológico. «Además, seguro que es distinto para distintas personas. A veces el 50% de una población tiene anticuerpos de 15 años y el resto, nada. En el caso del Sars-Cov (el virus anterior a este Sars-CoV2), las células T podían durar entre 6 y 11 años, pero para este hay que seguir investigando».
Para María Laura Cerutti, también investigadora del Conicet en la Unsam, puede haber una reinfección, pero es difícil que sea de gravedad. «La respuesta del cuerpo seguramente será más efectiva que en la primera infección; pero no como en la varicela que genera una respuesta fuerte y de por vida. Quienes no generaron buenos anticuerpos aún con cuadros graves creería que son susceptibles».
Por su parte, Giovanna Gallo, doctora en ciencias biológicas e investigadora en el Centro de Virología Animal, dice que «es interesante estudiar por qué las personas responden de manera tan diferente. Algunos sin síntomas y otros con tormenta de citoquinas. Puede tener que ver con la carga viral, o con factores genéticos, o con marcadores moleculares, o con proteínas que llevan a reaccionar así». Y agrega que «se sabe que para los coronavirus humanos de resfríos comunes la inmunidad que se genera no dura más que un año, es poco duradera. Es posible que tenga que ver con que la infección es muy leve, pero ese es un antecedente para tener en cuenta».
Para finalizar, Rabinovich cuenta que «la protección de muchos pacientes podría deberse a varios motivos desconocidos», lo que genera muchas preguntas: ¿se debe a una inmunidad innata entrenada por exposición a otros patógenos no relacionados, como se vio en un punto con la BCG, o a inmunidad cruzada adaptativa con otros coronavirus endémicos?
«Aparentemente existe esa memoria cruzada y podría justificar por qué en una familia de ocho personas, tres se contagian y cinco no. ¿Qué tienen? ¿Un componente inmunológico o genético, disminución de receptores? ¿Por qué la gente se infecta de manera leve, moderada o grave? ¿Es sólo por razones clínicas (obesidad, síndrome metabólico y demás) o están protegidos inmunológicamente por reacción cruzada?». Posiblemente en los próximos meses haya pistas más certeras. Algo que además será clave a la hora de desarrollar una o más vacunas exitosas y tomar otras decisiones sanitarias.
Por: Martín De Ambrosio
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