La segunda ola de la pandemia por COVID-19 golpea con toda su fuerza en la Argentina.
En el día tres de los nueve de confinamiento decretados por el Gobierno con intención de disminuir la circulación del coronavirus en el país, muchos son los que creen que el tiempo no alcanzará para detener el ascenso de la curva de contagios y, en un contexto de escasez de vacunas, pocas son las alternativas que restan para hacer frente a la emergencia sanitaria.
Los casos aumentaron de un total diario de alrededor de 5.000 a principios de marzo a un récord de 39.652 alcanzados el miércoles 19, mientras que las muertes aumentaron de 112 a principios de marzo a un máximo de 745 el pasado martes.
¿Era inevitable este escenario? ¿La segunda ola de la pandemia imponía de cualquier modo restricciones a la circulación y confinamiento de la población?
Para el médico infectólogo Roberto Debbag (MN 60253) la respuesta es contundente: “Las restricciones realmente se imponían por la ineficacia del manejo de las las tres grandes patas para combatir la pandemia, que son comunicación, testeos y vacunas. Estas tres aristas no produjeron el impacto adecuado porque no se implementaron en forma adecuada. Entonces, la cuarta es la restricción”.
“No tengo dudas que si las vacunas hubieran llegado tal como estaban prometidas, o inclusive con una vacunación hasta fines de marzo y entrado abril no estaríamos viviendo un confinamiento ni registrándose los actuales índices de mortalidad diaria”, sostuvo a Infobae el vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica, para quien “el actual es un escenario en el que si las personas hubieran estado vacunadas con las vacunas que estaban anunciadas y no llegaron hubiera sido absolutamente diferente”.
Y continuó: “En el primer semestre del año pasado, en virtud del poco conocimiento y la disponibilidad de herramientas que había para contener al virus, la cuarentena era lo que se imponía. Ahora, en este momento, se imponen políticas de rastreo, localización de personas, aislamiento, comunicación que genere credibilidad y acceso a las vacunas”.
Consultado acerca de si los nueve días anunciados por el Gobierno serán suficientes para frenar el ascenso de la curva, Debbag consideró que “no”, y ahondó: “Creo que los días de confinamiento van a depender de que se tome conciencia de la importancia del testeo, la buena comunicación y la llegada de cada vez más vacunas y su administración en forma rápida”.
Ayer, domingo, la Argentina realizó 82.107 testeos, según informó el Ministerio de Salud en su reporte diario de situación. De esa cantidad, 24.801 arrojaron un resultado positivo, lo que da un índice de positividad del 30%.
Con el actual número de tests de PCR realizados a diario, el índice de positividad, valor que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda mirar de cerca para tener certeza que se está testeando de manera eficaz, llegó a alcanzar el 37% el pasado jueves 20. Cabe recordar que según el organismo un valor por debajo del 10% da cuenta de que se está testeando bien y se están detectando los casos de manera correcta.
Por el contrario, un índice de positividad por encima de ese número significa que el virus circula activamente en la población y que no se llegan a detectar todos los casos.
A eso se refiere Debbag cuando habla de testeo insuficiente como uno de los errores que llevaron a la actual situación de la pandemia en el país.
– ¿Estamos a tiempo de evitar ser arrasados por el huracán del que usted tanto habló con las vacunas de AstraZeneca que llegarían este mes y con las que el Gobierno planea completar la inmunización del primer grupo objetivo?
– Lo que hoy está ocurriendo no puede ser ya modificado. Las vacunas de AstraZeneca, posiblemente si llegan y se aplican rápidamente, lo que pueden hacer es un descenso en la mortalidad de las personas vacunadas a las cuatro semanas de recibida una dosis.
Igualmente pienso que tener a más del 70% de los mayores de 60 vacunados va a impactar en un descenso de la mortalidad en la segunda quincena de junio, según algunos modelos matemáticos, pero esto no quiere decir que la onda pandémica va a estar solucionada.
– ¿Qué es lo que más le preocupa del contexto actual?
– Sin dudas, la no llegada diaria de aviones con vacunas y el hecho de pensar que una vacuna es una muerte menos a partir de las cuatro semanas.
La preocupación actual por lógica también tiene que ver con la ocupación de las camas de las unidades de terapia intensiva (UTI) y el avance de las nuevas variantes del virus en el país. Fundamentalmente en la Argentina un tercio de los casos corresponden a la mutación del Reino Unido, un tercio a Manaos y un tercio a la variante Andina. Las dos primeras son de preocupación de la OMS y creo que el conocimiento que se va a ir generando con la Andina también la va a volver una variante de preocupación.
Siento dolor y frustración. Dentro de 11 días vamos a tener el impacto de las actuales medidas, y las cifras van a ser iguales o peores. Lo que tenemos por delante son restricciones y esperar que el huracán sea lo menos devastador posible.
Por
Valeria Chavez