Son fármacos inyectables que en un principio se habían desarrollado para la diabetes pero que también ayudan a adelgazar. Qué se debe tener en cuenta para conseguir un peso posible a largo plazo.
Una nueva generación de fármacos contra la obesidad cambió el panorama de los tratamientos. Se trata de los medicamentos llamados agonistas del receptor GLP-1 que se habían desarrollado para tratar la diabetes de tipo 2. Tras evaluarlos en ensayos clínicos, se descubrió que esos fármacos no sólo controlan los niveles alterados de glucemia sino que también hacen perder peso.
En general, estos compuestos han demostrado una eficacia asombrosa, ya que ayudan a las personas con sobrepeso a perder entre un 10% y un 22% de su peso corporal en el primer año de uso.
Sin embargo, algunos pacientes que acceden a tomar los medicamentos como Ozempic™, Wegovy™ y Mounjaro™ encuentran límites en su descenso de peso. ”Si lo piensas bien, es algo positivo”, afirmó el doctor Robert Gabbay, director médico y científico de la Asociación Americana de Diabetes. “Sería peligroso que siguieras perdiendo peso”, dijo en diálogo con el diario The New York Times.
El principio activo de Ozempic™ y Wegovy™ es la semaglutida. Los dos fármacos se administran en forma inyectable y están autorizados en Argentina, el primero para el tratamiento de la diabetes y el segundo para la obesidad. Otro medicamento que se ha popularizado en varios países del hemisferio norte es Mounjaro™, cuyo principio activo es la tirzepatida, que fue autorizado para bajar de peso por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) pero aún no está disponible en Argentina.
Ante ese escenario, los médicos observan que algunas personas recurren a esos fármacos para perder el máximo peso posible y se desaniman y desilusionan cuando dejan de tomarlos. Algunos dejan de tomarlos tras alcanzar su punto máximo, y cuando lo hacen, tienden a recuperar el peso perdido.
El nutricionista Alberto Cormillot, quien llevan más de cinco décadas dedicadas al tratamiento y prevención de la obesidad dijo en Infobae que la semaglutida es “segura, eficaz y permite adelgazar durante mucho tiempo. Pero no es magia”.
“Además de la correcta aplicación del fármaco, para bajar de peso de manera sana se requiere la parte de alimentación y de actividad física, el manejo del estrés y descansar mejor. Porque si no hace el resto de las cosas, lo más probable es que no funcione. En el tema de adelgazar, la única magia que hay es el momento preciso en que uno deja de buscar la magia para adelgazar”, consideró Cormillot.
“El objetivo del descenso del sobrepeso es que la persona baje un 10% en un período no superior a 6 meses y mantenerlo a 5 años, según la Organización Mundial de la Salud”, explicó a Infobae el doctor Silvio Schraier, miembro de la subcomisión científica de la Sociedad Argentina de Nutrición y vicedirector de la carrera de especialización en Nutrición de la Fundación Barceló.
“Cuando se indica un medicamento, se espera que en 3 meses la persona baje el 5%. Si no lo logra, significa que el fármaco no es para esa persona. Eso no significa que el fármaco que ha sido evaluado en ensayos clínicos no sirva. Significa que ese medicamento no es para ese paciente específico. Eso puede ocurrir con cualquiera de los medicamentos para obesidad, incluyendo a los agonistas del receptor GLP-1”, completó Schraier.
Cada medicamento tiene un tope en su capacidad para bajar el peso. Por eso el especialista consideró que los nuevos fármacos bajan el nivel de glucemia y del sobrepeso, pero tienen un límite. Así como no estaría bien que generaran una hipoglucemia -es decir, niveles de glucemia por debajo de lo óptimo-, tampoco es conveniente que el peso descienda excesivamente”.
Porque el cuerpo humano está hecho para luchar contra la pérdida de peso. Entonces, si se baja el sobrepeso en exceso, se tenderá a recuperar algo de kilos. Esto también ocurre después de una cirugía bariátrica o durante una restricción calórica intensa.
Consultada por Infobae, la doctora Carla Musso, coordinadora del departamento de Diabetes de la Fundación Favaloro, los medicamentos para la obesidad deben administrarse junto con el cambio de la conducta alimentaria, la actividad física y el apoyo psicológico.
“La persona con sobrepeso u obesidad necesita también del apoyo psicológico para ayudar en los cambios de hábitos de vida y salir del sedentarismo”, comentó la experta, que participó en uno de los ensayos controlados de la semaglutida. “Es importante también trabajar el cambio de hábitos para que después del tratamiento no se recupere el peso”, detalló.
¿Por qué los pacientes se estancan?
El doctor Andrew Kraftson, docente clínico asociado en la división de metabolismo, endocrinología y diabetes de Michigan Medicine, indicó al diario The New York Times que la mayoría de las personas que usan estos fármacos experimentarán una estabilización en su pérdida de peso cerca de los 18 meses tras iniciar el tratamiento. Muchos pacientes tienen expectativas que no se alinean con la realidad, lo que conlleva a discusiones complejas. Algunos se acercan a él tras no ver más avances, pensando que la medicación no tiene efecto. “No se trata siempre de perder peso constantemente”, expresó.
Por su parte, Schraier también se refirió a los escenarios reales y no idealizados que debe enfrentar cada paciente: “Otra cuestión es que algunos pacientes al principio ponen demasiadas expectativas en el medicamento contra la obesidad, y no lo acompañan. Primero, hay que hablar de un peso posible, en lugar de peso óptimo. Si una persona debería pesar 70 pero pesa 100 kilos, es mejor llegar a los 90 y sostenerlos, en lugar de pelearse por alcanzar los 70. Quizá no conforma a la gente, pero es lo posible porque el peso óptimo se perdió hace mucho tiempo″.
Hay que tener en cuenta que la obesidad -señaló el experto argentino- es una enfermedad crónica y que su tratamiento también lo es, ya sea con medicamentos, cirugía, u otra intervención. Los cambios de hábitos -más actividad física, alimentación saludable y dormir las horas que corresponden- deben adoptarse más allá de que se adhiera otras intervenciones.
“Cada paciente debe pensar que tiene una enfermedad crónica. Si fantasea con que logró curarse de la obesidad, se vuelve a ganar peso”, comentó Schraier, quien es parte del comité organizador del XXII Congreso Argentino de Nutrición, que se llevará a cabo en noviembre en Mar del Plata y abordará el uso de los nuevos fármacos y otros temas actuales.
Consultado por Infobae, el doctor Marcos Mayer, médico especialista en nutrición e investigador en Salud del Conicet, expresó: “Cualquier tratamiento farmacológico, por exitoso que sea, va a tener un límite en términos de la magnitud de descenso de peso que permita alcanzar. Esto se debe en parte a que, a medida que se produce el adelgazamiento, nuestro organismo tiende a poner en juego mecanismos compensatorios que se oponen a una pérdida ilimitada de kilos”.
Entonces, según Mayer, “es esperable que, avanzado el tratamiento, el paciente se estabilice en un peso que será mejor que el inicial, pero que tal vez no siempre sea el que se espera. Es importante remarcar que esta estabilización en un peso mejor forma parte de un tratamiento exitoso, y no implica que los pacientes estén fallando en algo ni que el fármaco haya dejado de ser efectivo. Justamente, su eficacia se basa en permitir que el peso se mantenga estable en este nuevo peso de equilibrio”.
Son fármacos efectivos, pero no fórmulas mágicas
Aunque los fármacos pueden parecer un milagro para las personas con diabetes y obesidad, sus efectos pueden durar mientras se los toma. Un estudio publicado en la revista Diabetes, Obesity and Metabolism por investigadores de la Universidad de Liverpool, en el Reino Unido, buscó examinar los cambios en el peso corporal y los factores de riesgo cardiometabólico al dejar de tomar el fármaco semaglutide, que es el principio activo de los medicamentos.
Se encontró que al cabo de un año las personas habían recuperado dos tercios del peso que habían perdido. Los cambios positivos que habían observado en los factores de riesgo cardiometabólico, como la presión arterial, los lípidos en sangre, y la proteína C reactiva, también se habían revertido.
Según los autores del estudio, estos resultados refuerzan la necesidad de continuar el tratamiento para mantener los beneficios de la medicación.
“Los cambios en el estilo de vida continúan ocupando un lugar clave dentro del tratamiento -subrayó Mayer en diálogo con Infobae-. Desde ya, mientras mejor sea la adherencia a esos cambios, es esperable que el nuevo peso de equilibirio sea también más favorable. Sin embargo, es importante que los cambios que se propongan sean siempre sostenibles, y que los pacientes no se embarquen en medidas extremas solo para lograr perder algunos pocos kilos más”.