El médico ginecólogo Jorge Gronda trabaja hace 20 años desde su emprendimiento social Umana (un sistema social de salud innovador, sin intermediarios entre médicos y pacientes y con amplia utilización de la tecnología) con unas 50.000 mujeres de comunidades rurales de la Puna y urbanas en las provincias de Salta y Jujuy que son atendidas por cerca de un centenar de médicos.
¿Con qué se enfrentan las mujeres que viven en zonas rurales en cuanto a problemáticas en salud?
El mayor problema es que los sistemas de salud, tanto público como privado, las excluyen. Mi trabajo atendiendo a mujeres del mundo rural de los Andes empezó cuando Rosario Quispe, una líder colla con una fuerza e inteligencia extraordinaria, me pidió que las ayudase para prevenir las muertes de las mujeres del mundo rural a causa del cáncer de cuello uterino. Me encontré con una realidad sobre la cual la Universidad no me había prevenido: una enorme cantidad de muertes de mujeres jóvenes, todas ellas prevenibles. La academia me había formado para operar el cáncer, no para prevenirlo.
¿Qué ha cambiado en estos 20 años?
Que las mujeres se hicieron visibles, e hicieron visibles sus problemas. Y el cambio no vino de la mano de la medicina, sino de la educación. Hasta hace 20 años la población de mujeres, no blancas, iletradas, campesinas, con un ingreso de un dólar por día, con ocho o más hijos cada una, en donde un cáncer totalmente prevenible, como el cáncer de cuello uterino, producía diez veces más muertes que entre la población de mujeres de la ciudad, era totalmente invisible. Rosario Quispe logró llevar a la Puna a la Universidad Siglo XXI y a partir de este hecho, los índices de muertes por cáncer de cuello empezaron a bajar. Disminuyeron drásticamente los embarazos adolescentes, ya que las jóvenes que estudian en la universidad tomaron el cuidado de su salud en sus propias manos. Las mujeres de la puna pasaron de ser personas pasivas, a ser mujeres-ciudadanas que ejercen todos sus derechos.
¿Cuál fue el enfoque de su trabajo?
Lo primero que tuve que hacer fue “desaprender” todo en lo que me había formado. Aprendí que para que el cambio fuese sustentable, me tenía que correr del centro de la escena y que las únicas protagonistas tendrían que ser las mujeres. Aprendí que la caridad no cambia la realidad. Tuve que romper mis prejuicios. Cuando dejé de pensar que estaba atendiendo a mujeres pobres y empecé a tratarlas con el mismo respeto y empatía con los que trataba a mis anteriores pacientes en la práctica privada, el resultado fue que dejaron de morirse en forma prematura pues pude generar una relación médico-paciente que las ayudó a tomar el cuidado de su salud con mayor protagonismo.
¿Cuáles son los principales avances en términos de políticas de salud contra el cáncer de mama y de cuello uterino?
Hoy desde el Ministerio de Salud de la Nación se promueve como primer método de diagnóstico ya no el Papanicolau, sino el test del HPV, lo que significa cambiar un paradigma de casi cien años. Lo ideal sería que esto llegara a todas las mujeres, porque en teoría, entonces, tendría que desaparecer la enfermedad. Con el tema del cáncer de mama sucede algo similar: si todas las mujeres de más de 40 años tuviesen la oportunidad de hacerse una mamografía de alta resolución una vez por año, el diagnóstico precoz evitaría la mutilación y la muerte que se producen por culpa del diagnóstico tardío. Aplicando todas las herramientas de la ciencia y con una política pública a mediano plazo se podría pensar en una Argentina libre de cáncer de mama y de cuello uterino en el año 2025. Esto significaría evitar que 30 mujeres mueran por día, y un enorme ahorro económico a los sistemas de salud.
¿Es posible una medicina lejos de los centros de Salud y a través de las nuevas tecnologías? ¿Qué hace falta para que esto llegue?
Nos guste o no la tele medicina ya está entre nosotros. Hoy una mujer del Impenetrable chaqueño o de la Puna jujeña puede acceder a una mamografía de última tecnología y ese estudio es interpretado en cualquier centro de la Argentina o del extranjero. O el caso del Papanicolau, que leían los médicos y hoy este estudio se remplaza por una máquina y la paciente se hace sola la toma de la muestra. La tele medicina y la informática están revolucionando los sistemas de salud. Creo que es la primera vez en la historia que el control sobre la salud ya no va a estar en manos de las corporaciones médicas y empresariales que manejan el negocio de la salud, e iremos hacia una verdadera democratización. Los médicos en vez de estar preocupados por facturarles a las obras sociales, tendremos tiempo para escuchar y aconsejar a los pacientes; paradójicamente la modernidad nos obligará a ser más humanos con el sufrimiento del otro.
¿Cuál es su próximo proyecto?
Estamos co-creando junto a un grupo de organizaciones de la sociedad civil y de empresas sociales, una mesa para impulsar soluciones que eviten estas muertes injustas que siguen teniendo lugar pese a que la ciencia ya nos dio las herramientas para ponerles fin. Queremos aportar herramientas que den soluciones a los grandes problemas de nuestra comunidad.
Señas particulares
Médico rural y educador
Jorge Gronda es médico ginecólogo y emprendedor social. Trabaja hace 20 años con las mujeres del mundo rural de los Andes previniendo el cáncer de cuello uterino.
Es co-fundador del sistema de salud Umana, Fellow Senior de Ashoka, miembro de la red de emprendedores del Foro Económico Mundial y socio de la Fundación Avina. Recibió reconocimientos en Davos, en 2006, por ser su empresa y un premio de la ONU por su trabajo en pro de los objetivos del milenio.
Luciana Mantero (Clarín)