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La importancia de dormir la siesta

Tomar un pequeño descanso después del mediodía aumenta el estado de ánimo y mejora el funcionamiento inmune. Pero la duración importa y mucho

La siesta, sin duda, está subestimada en la vida moderna, sobre todo entre la gente que suele estar estresada y de mal humor. Investigaciones recientes han demostrado que aumenta el estado de ánimo positivo y mejora el funcionamiento inmune, beneficios que prueban que las siestas no sólo sirven para reducir la somnolencia y la fatiga.
No es una novedad que el cansancio es altamente perjudicial para la salud y el bienestar y suele llegar acompañado de muchas complicaciones: comportamientos impulsivos, frustración, dificultad para recordar cosas o incapacidad para concentrarse. Nuevas investigaciones señalan que la mejor solución para este problema estuvo siempre frente a los ojos: la siesta del mediodía.
En general, aunque las siestas regulares son tomadas por entre uno y dos tercios de las personas del mundo, se pasan por alto los beneficios de tomar un descanso a media tarde. Por eso, un estudio en la revista Personality and Individual Differences evaluó a 40 voluntarios entre 18 y 50 años, con la misma cantidad de sueño, para que realizaran algunas tareas difíciles. Se descubrió finalmente que los que habían dormido una siesta a media tarde pasaron más tiempo intentando completar estas tareas sin frustrarse a diferencia de aquellos que no duermieron. Esto se traduce en la vida diaria a que la siesta no sólo disminuye el cansancio, sino también la toma de decisiones impulsivas y el mal temperamento que genera.
El “reloj biológico”
El patrón de conducta habitual del ser humano le permite mantenerse despierto aproximadamente durante 16 horas en el día para dormir 8 horas en el periodo nocturno. Pero el sueño está regulado por factores individuales, ambientales y ontogénicos. En esta regulación, influyen los mecanismos homeostáticos y circadianos. Esto quiere decir que la homeostasis del sueño, o el impulso biológico de dormir, está controlado por el cerebro como parte del ritmo circadiano natural, lo que llamamos habitualmente "reloj biológico".
Este "reloj" está regulado en el cerebro por el núcleo supraquiasmático que se sincroniza mediante la información luminosa y controla los ritmos circadianos, llamados así por su periodicidad aproximada de un día. Este ritmo no sólo obliga a dormir a la misma hora todos los días, sino que también marca la cantidad de tiempo que se necesita. Por su parte, los mecanismos homeostáticos regulan la necesidad de dormir.
Algunos científicos aseguran que no es posible conseguir todo el descanso que se necesita en la noche, por eso algunos animales, por ejemplo, adoptan un sueño polifásico, es decir, dividen las horas de sueño nocturno en períodos más cortos durante el día. Los humanos, en realidad, tienen un sueño bifásico, esto explica por qué se siente cansancio después del mediodía. Así como se duerme naturalmente a la noche, también debería hacerse a la tarde en respuesta a la fatiga después del almuerzo (que aunque influya no está directamente ligada a qué y cuánto se come).
Cuándo y cuánto dormir la siesta
Ciertos estudios demuestran que las siestas son aún más eficaces que la cafeína para aumentar el estado de alerta y agilizar la memoria verbal, pero aunque la siesta generalmente se adapta a los horarios de cada uno, es necesario saber que hay algunos momentos más propicios que otros.
Una investigación japonesa determinó que el momento ideal para dormir una siesta -de aproximadamente 20 minutos- es a las 2 de la tarde. Aunque estas siestas produjeron los mayores niveles de lucidez mental y bienestar en un tiempo más largo, cualquier momento entre las 13 y las 16 es adecuado para hacerlo.
UN "SIESTA IDEAL" DURA CERCA DE 15-25 MINUTOS, CON UN MÁXIMO 40
La duración importa y mucho, sobre todo para evitar la inercia de sueño. Luego de siestas largas -aproximadamente 2 horas- se produce una sensación de aturdimiento que generalmente dura entre 15 y 30 minutos. En este período se reducen mucho las capacidades cognitivas y se puede tener problemas hasta para ejecutar simples acciones cotidianas. La rutina matutina de darse o una ducha o tomar un café es para muchos de gran ayuda para superar este efecto.
La corta duración, también es importante para evitar que el cuerpo entre en un sueño profundo. Es relativamente fácil de despertar y reanudar la actividad después de siestas de corta duración.
La idea de una “power nap” -siestas cortas- es la sensación de rejuvenecimiento y recarga de energía para seguir con las actividades diarias. En contraste, las siestas que duran alrededor de 90 o 120 minutos se basan en un concepto totalmente diferente: se intenta atravesar un ciclo completo de sueño para aliviar una cantidad significativa de deuda de sueño pero lógicamente traen sus consecuencias.

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