– El síndrome metabólico es un conjunto de enfermedades y signos asociados que incluyen una cintura abdominal aumentada, presión arterial elevada, colesterol HDL (bueno) bajo y valores altos de glucemia y triglicéridos[2].
– La presencia de al menos tres de estos factores incrementa el riesgo de enfermedad cardiovascular y de diabetes tipo 21. Afecta a casi 4 de cada 10 personas mayores de 35[3].
Buenos Aires, 27 de agosto de 2019 – Según los datos de la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, cuyos resultados preliminares fueron presentados este año, el 64,9% de la población hace poca actividad física, el 61,6% tiene obesidad o sobrepeso, el 34,6% presenta hipertensión arterial, el 28,9% tiene colesterol elevado y el 12,7%, glucemia elevada o diabetes[4]. Ante la presencia de tres de estos indicadores, ya se habla de síndrome metabólico, una condición que afecta a casi 4 de cada 10 personas mayores de 35 años2. Es un cuadro que duplica o triplica el riesgo cardiovascular y quintuplica el riesgo de diabetes tipo 21, la que afecta fundamentalmente a los adultos y está asociada sobre todo un estilo de vida poco saludable: sedentarismo y mala alimentación.
“Para prevenir o tratar el síndrome metabólico, es necesario atender el riesgo cardiovascular, pero atacando todos los factores de riesgo en conjunto, lo que se logra mejorando el estilo de vida. Es importante dejar de fumar, realizar actividad física o llevar una vida activa, priorizando escaleras fijas en lugar de ascensores, caminar en vez de tomar transporte público, y consumir más frutas y verduras, adquiriéndolas por qué no en ferias barriales, adonde uno encuentra mejores precios”, sostuvo el Dr. Gabriel Waisman, médico de planta del Instituto Cardiovascular Lezica, durante una charla organizada por el laboratorio Teva sobre Síndrome Metabólico y Diabetes.
Según explicó el especialista, “el síndrome metabólico es una suerte de ‘racimo’ de diferentes factores de riesgo que está encabezado por la obesidad abdominal, que se considera tal a partir de una circunferencia de abdomen de 98 centímetros en el hombre y 88 en la mujer. Además, tiene que presentarse una presión arterial de más de 130/85 mmHg, triglicéridos altos, superiores a 150 mg/dL, colesterol HDL (colesterol ‘bueno’) bajo -menos de 50 mg/dL en la mujer y menos de 40 mg/dL en el varón- y el azúcar en sangre al menos en 110 mg/dL. Con dos de estos parámetros, más la obesidad abdominal, estamos en presencia de síndrome metabólico, una condición tremendamente prevalente”.
“Casi 4 de cada 10 mayores de 35 personas presentan factores que entran en la definición de síndrome metabólico y la prevalencia de diabetes en nuestro país se duplicó en los últimos 15 años. Habrá muchos nuevos casos de diabetes en la próxima década si no hacemos algo al respecto”, aseguró el Dr. Waisman, quien también es ex presidente de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA).
“Cambiar el estilo de vida es un desafío grande y cuesta. En ocasiones, representa modificar profundamente determinados hábitos que llevan muchos años arraigados. De todos modos, es tanto el beneficio para la salud en términos de prevención de severas complicaciones cardiovasculares y metabólicas, que vale la pena lograrlo, y para ello el apoyo de un equipo médico puede contribuir significativamente al sostenimiento de los cambios en el largo plazo”, agregó el Dr. Waisman.
El síndrome metabólico además no es sólo una condición exclusivamente de la población adulta. “Hoy los pediatras están viendo niños con síndrome metabólico y picos en la adolescencia, adonde ya hay chicos con glucemia elevada, hipertensión y colesterol alto[5]. El problema es que a los niños, por lo general, no se les controlan los factores de riesgo cardiovascular, entonces pasan años hasta que se los diagnostica. El pediatra debe acostumbrarse a medir la presión arterial y la cintura abdominal”, aseguró.
Otro de los problemas que empeoran la condición de quienes presentan síndrome metabólico es la baja adherencia a los tratamientos, que se explica en parte por la falta de conciencia sobre la gravedad del cuadro.
“Tenemos buenas medicaciones para bajar la presión, el colesterol o los triglicéridos, pero lo que está faltando, por un lado, es que la gente vaya a la consulta y se controle y, luego, que siga el tratamiento que le indica su médico. Al ser condiciones que no dan síntomas, muchos creen que están sanos y abandonan la medicación. En diabetes, hipercolesterolemia e hipertensión arterial, hoy se sabe que la adherencia correcta a los tratamientos ronda únicamente el 20% al cabo de un año luego de su indicación[6], cuando son tratamientos que deben durar 5, 10, 15 años o toda la vida”, concluyó el Dr. Waisman.