A más de dos años de surgido el coronavirus, la ciencia sigue estudiando sus efectos a largo plazo en humanos, es decir los síntomas de COVID prolongado y aquellos que no generan una señal clara para diagnosticar.
Una de las últimas y más importantes advertencias médicas efectuadas es que las personas que transitaron la enfermedad COVID-19 tienen un mayor riesgo de desarrollar complicaciones cardiovasculares dentro del primer año después de la infección, según ha revelado un estudio de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington.
La investigación, publicada hoy en la revista Nature Medicine, señala que algunos de estos problemas son ritmos cardíacos disruptivos, inflamación del corazón, coágulos de sangre, accidente cerebrovascular, enfermedad de las arterias coronarias, ataque cardíaco, insuficiencia cardíaca o incluso la muerte.
El estudio determinó que el riesgo de sufrir un ataque cardíaco, por ejemplo, aumentó en un 63 % después de cursar la enferemedad COVID-19, mientras que la probabilidad de sufrir una enfermedad de las arterias coronarias o un derrame cerebral aumentó en un 72 % y un 52 %, respectivamente.
“Queríamos basarnos en nuestra investigación anterior sobre los efectos a largo plazo de COVID al observar más de cerca lo que sucede en los corazones de las personas. Lo que estamos viendo no es bueno. El COVID-19 puede provocar complicaciones cardiovasculares graves y la muerte. El corazón no se regenera ni se repara fácilmente después de un daño cardíaco. Estas son enfermedades que afectarán a las personas de por vida”, ha comentado el autor principal de la investigación, Ziyad Al-Aly, quien se desempeña como director del centro de epidemiología clínica del Sistema de Atención Médica de Asuntos de Veteranos de St. Louis en Missouri, EEUU.
“Las complicaciones cardiovasculares de la enfermedad aguda por coronavirus 2019 (COVID-19) están bien descritas, pero las manifestaciones cardiovasculares postagudas de la COVID-19 aún no se han caracterizado de manera exhaustiva”, agregó. En este sentido, el investigador apuntó a que esta situación ha contribuido a 15 millones de nuevos casos de enfermedades cardíacas. El equipo de investigación ha contado con los datos de más de 153.760 personas que habían dado positivo por COVID-19 en algún momento desde el 1 de marzo de 2020 hasta el 15 de enero de 2021, y que habían sobrevivido los primeros 30 días de la enfermedad.
“Lo más notable es que las personas que nunca habían tenido problemas cardíacos y que se consideraban de bajo riesgo, también están desarrollando problemas cardíacos después de pasar el COVID-19. Nuestros datos mostraron un mayor riesgo de daño cardíaco para jóvenes y ancianos; hombres y mujeres; personas de todas las razas; con obesidad y personas sin ella; personas con diabetes y las que no; personas con enfermedades cardíacas previas y sin enfermedades cardíacas previas; personas con infecciones leves de COVID y aquellas con COVID más grave que necesitaban ser hospitalizadas por ello”, detalló Al-Aly.
De hecho, se ha identificado que las enfermedades cardíacas, incluidas la insuficiencia cardíaca y la muerte, ocurrieron en un 4% más de personas que habían contraído el virus. En concreto, las personas infectadas con el virus tenían un 55 por ciento más de probabilidades que las personas sin COVID-19 de sufrir un evento cardiovascular adverso importante, que incluye ataque cardíaco, accidente cerebrovascular y muerte.
Los científicos demostraron que, más allá de los primeros 30 días después de la infección, las personas con COVID-19 tienen un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular incidente que abarca varias categorías, incluidos trastornos cerebrovasculares, arritmias, cardiopatía isquémica y no isquémica, pericarditis, miocarditis, insuficiencia cardíaca y enfermedad tromboembólica.
“Estos riesgos y cargas fueron evidentes incluso entre las personas que no fueron hospitalizadas durante la fase aguda de la infección y aumentaron de forma gradual según el entorno de atención durante la fase aguda (no hospitalizados, hospitalizados e ingresados en cuidados intensivos). Nuestros resultados proporcionan evidencia de que el riesgo y la carga de 1 año de enfermedad cardiovascular en sobrevivientes de COVID-19 agudo son sustanciales. Las vías de atención de quienes sobreviven al episodio agudo de COVID-19 deben incluir atención a la salud y la enfermedad cardiovascular”, precisó el especialista.
“Los gobiernos y los sistemas de salud de todo el mundo deberían estar preparados para hacer frente a la probable contribución significativa de la pandemia de covid-19 al aumento de la carga de enfermedades cardiovasculares”, escribió en el paper científico. “Debido a la naturaleza crónica de estas condiciones, es probable que tengan consecuencias duraderas para los pacientes y los sistemas de salud y también tengan amplias implicaciones en la productividad económica y la esperanza de vida”, concluyó.
El prestigioso cardiólogo Andrés Orlandini explicó a Infobae los alcances e importancia de esta investigación. “Es un estudio que toca el tema importante de post COVID y qué les pasa a los pacientes luego de transitar la enfermedad. Pero hay que hacer algunas aclaraciones importantes. El estudio está hecho en el Veterans de Estados Unidos, que es como el PAMI de acá. Y por lo tanto tiene algunas limitaciones importantes. Lo primero a nombrar es que los resultados del mismo son extrapolables a personas de 62 años o más. Otra cosa es que es una investigación realizada al comienzo de la pandemia, cuando no había vacunas y donde la población mayor era la más vulnerable”, explicó el experto cardiólogo.
Y agregó: “Otra cosa importante que hay que aclarar es que la gente se puede asustar con el número del 63% de aumento de riesgo cardiovascular. Ese número indica el porcentaje de incremento de casos. No es que el 63% de las personas con COVID va a tener un evento cardiovascular o un infarto. Lo que se observó en más de 150.000 personas es que el riesgo de tener un problema cardíaco se eleva 30% en personas internadas con respirador, un 15% en internaciones comunes y un 2% con COVID leve sin internación, siempre en mayores de 62 años”.
“Es equivocado pensar que el COVID es un resfrío común y que no hay que minimizarla. Este estudio nos permite volver a recordar lo que veníamos diciendo los cardiólogos sobre lesiones auriculares, alteraciones del ritmo cardíaco”, afirmó a Infobae, el cardiólogo Jorge Tartaglione, ex presidente de la Fundación Cardiológica Argentina.
“Esto nos enseña a respetar mucho esta enfermedad. Primero, realizar todas las medidas de prevención para evitar el contagio. Segundo, estar preparado para muchas consultas cardiovasculares, dado que más de 9 millones de argentinos ya atravesaron la enfermedad. Y se calcula que un 15% de ellos va a tener complicaciones a futuro, lo que puede impactar en el sistema de salud de forma importante”, indicó el experto, que agregó que también hay que ser responsables en la comunicación y decir que si bien esto puede afectar a muchas personas, también se puede tratar por médicos.
“Yo he visto casos de problemas a futuro en varios pacientes. Pero lo más interesante del estudio es que se observan problemas en personas que transitaron la enfermedad en forma leve. Antes se creía que la persona internada o intubada iba a tener más complicaciones a futuro, porque la reacción inflamatoria del cuerpo era mayor. No se sabía que también en personas con COVID leve. Y también da cuenta que las manifestaciones de los problemas son a largo plazo. Es decir dentro del año”, precisó Tartaglione.
Y concluyó: “Los expertos también hacen una hipótesis del mecanismo de acción del surgimiento del problema cardiovascular. Afirman que no solamente es una reacción a la tormenta de citoquinas y la inflamación que causa en el corazón, sino también se evidenció la invasión del virus dentro de los cardiomiocitos que son células del músculo cardíaco, en las paredes del corazón”.
Las vacunas ‘podrían reducir el riesgo’
El profesor Eric Topol, médico cardiólogo prestigioso de EEUU y una voz referente en la pandemia, dijo que el estudio es la “primera evaluación integral” de las consecuencias cardiovasculares persistentes posteriores al COVID-19, lo que confirma las primeras indicaciones de que el virus aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca.
Paul Hunter, profesor de medicina en la Universidad de East Anglia, agregó que aunque el artículo es sólido y los hallazgos preocupantes, es probable que el mayor riesgo de enfermedad cardiovascular disminuya con el paso del tiempo. Agregó que las vacunas contra el COVID probablemente también marcarán una gran diferencia, ya que la mayoría de las personas incluidas en el estudio contrajeron el virus antes del lanzamiento de las vacunas. “Es plausible que las personas que han tenido infecciones después de una vacuna no tengan un riesgo mayor después. Pero aún no podemos decirlo con certeza”, concluyó el profesor Hunter.
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