La decisión de divorcio siempre es una decisión extrema. Se supone que se toma cuando ya no hay solución para los problemas en la relación, de manera que siendo así siempre es una solución y debería traer alivio y no más conflictos.
Sin embargo, el divorcio no siempre causa impactos positivos, por lo general suele también traer efectos negativos que no solo afectan a la pareja, sino que en el caso de que hayan niños en la relación también suelen ser afectados.
De manera que el divorcio puede que sea la situación más difícil para una familia. La ruptura siempre será dolorosa, aun cuando se tome bajo términos y acuerdos que han sido aceptados mutuamente. Es inevitable que traiga consigo dolor y a veces angustia. A nivel emocional es impactante. Lo más alarmante es que en el caso de los niños poder manejar correctamente el divorcio depende de la edad que estos tengan. No es igual la forma en la que asimila un niño de siete años a un adolescente. Cada etapa de la niñez amerita de un trato especial, para que el divorcio de los padres no trastorne la personalidad y las emociones del niño más allá de lo que podría establecerse como normal o aceptable en el momento.
Por lo tanto, lo primero que debe tomarse en cuenta es el periodo del duelo. Es importante que se entienda que los miembros de la familia atraviesan por ese momento, incluso los protagonistas del divorcio. La persona que queda a cargo de los hijos atraviesa por esa sensación de angustia ahora que en cierta forma en casa deberá asumir el rol de ambos padres. El niño o los niños sufren la ausencia del padre o la madre que se ha ido de casa y de pensar que todo su mundo a cambiado, de igual forma quien ha debido dejar la casa sentirá la ausencia del niño o los niños y lamentará no estar constantemente como antes.
El duelo es un proceso inevitable, que debe atravesarse, pero también se debe estar consciente de ello. Saber sobre el duelo permite identificar las emociones y así no dejar que sus actos sean entorpecidos por las emociones y sensaciones que surgen durante la separación.
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Ahora bien, una información muy importante es comprender de qué forma los niños sufren sus duelos. En primer lugar, cuando el niño tiene menos de tres años y enfrenta ese escenario de divorcio suele regresar a conductas evolutivas que ya fueron superadas. Es así como atravesará por la pérdida del control de esfínteres, irritabilidad y angustia al separarse de los adultos.
Si el niño tiene entre tres años y siete años entonces reaccionará idealizando al padre que está ausente y fantaseará frecuentemente con la reconciliación de sus padres. También sentirán temor de ser reemplazados por otros hijos.
Si están entre los ocho y diez años entonces sufrirán sentimientos de culpa por la separación, también disminuirá la autoestima de los niños y presentarán conductas irresponsables o antisociales.
En el caso de los adolescentes, asumirán con más énfasis la culpa del divorcio, sentirán abandono y posiblemente culpará a uno de los padres de la separación.
Conocer estos síntomas en los niños y adolescentes le permite a una pareja poder asumir el divorcio con más responsabilidad y saber cómo actuar para disminuir el efecto negativo del divorcio en sus hijos.