Parejas que duermen en cuartos separados y viven contándoles a sus allegados los beneficios de esta manera de relacionarse.
Por: Victoria Vera Ziccardi
Esta nueva tendencia de descanso ha aumentado en los últimos años, a tal punto que en los Estados Unidos, Gran Bretaña y Europa ya se le adjudicó un término: el ‘sleep divorce’.
Una encuesta de The Better Sleep Council publicó que uno de cada tres norteamericanos dijeron dormir peor y tener un concepto negativo de su pareja cuando comparten cama con ellos. Las dos causas que más nombraron como origen del malestar fueron: que el otro se mueva demasiado durante la noche y los ronquidos fuertes.
Que lo implementen algunas parejas no significa que todos lo hagan ni lo tengan que hacer, pero sí son muchos los que cuentan lo bien que le hizo a la relación el descansar por separado. “Desde hace bastante tiempo empezamos a entender que las parejas construyen su propio contrato relacional, vincular y convivencial y no hay nada que esté ni bien ni mal. Lo importante es que haya un mutuo acuerdo, empatía y claridad al momento de transmitir cuáles son las razones para tomar la decisión o hacer el pedido que se está haciendo”, dice Sandra López (M.P. 61148), psicóloga especializada en relaciones de pareja.
Dormir en pareja
Forma parte de un tema tabú, romper una norma social como el dormir en pareja requiere determinación y esfuerzo, pero la norma no siempre fue esta. El lecho conyugal es un invento de la época de los romanos que solamente era utilizado para los encuentros sexuales de los matrimonios, no era el lugar donde la pareja descansaba.
Luego, con la caída del Imperio, la cama era un lujo reservado solo a reyes y aristócratas, mientras que los campesinos, clases populares y sirvientes dormían en el suelo o, a lo sumo, en montones de paja improvisados. Fue recién con la universalización de la Iglesia Católica que se impuso el deber matrimonial de compartir la cama para cumplir con el objetivo del matrimonio y la relación sexual: la procreación.
Lejos de generar un clima romántico y pasional, dormir en la misma habitación con la pareja puede dar lugar a conductas de rechazo, volviendo una pesadilla el tener que compartir el espacio con la otra persona.
El divorcio de sueño
Para la psicóloga Sandra López, dormir separados no necesariamente va a significar algo negativo en cuanto a lo relacional, no es necesario que esto se decida a partir de una discusión o un pleito de pareja, “de hecho lo más recomendable es que no se decida por enojo irse a dormir a lugares diferentes porque eso agranda la brecha emocional”, añade. Sin embargo, cuenta que hay parejas que por cuestiones de comodidad al dormir deciden dejar de compartir la cama o habitación y lo primordial en esto es que sea una decisión conversada y mutuamente acordada.
Hoy en día, los que duermen en la misma habitación tienen más probabilidades de experimentar disturbios nocturnos como ronquidos, mala higiene, sacudidas, giros y diferentes horarios de sueño. A largo plazo esto puede conducir a problemas de salud, disfunción sexual y peleas maritales según un estudio hecho por la Universidad de California, Berkeley.
Wendy Troxel, científica senior del comportamiento en RAND Corporation y especialista en sueño, habla en su libro Sharing the Covers: Every Couple’s Guide to Better Sleep, cuándo es el momento perfecto para pedir un divorcio de sueño. En cuanto a cómo plantear el deseo de querer dormir en otra cama, Troxel dice: “Les digo a las parejas que traten de pensar en ello no como una solicitud de divorcio, sino como algo que va a forjar una alianza de sueño ya que al final del día, no hay nada más saludable, feliz e incluso más sexy que una buena noche de sueño”.
Además, este pedido no tiene porqué ser todas las noches, puede hacerse un pacto para que sean un par de días a la semana, cada 2 noches o lo que les parezca mejor a los integrantes de la pareja. Al fin y al cabo, cada relación es única.
“No existen fórmulas universales, decir que todas las relaciones son similares implicaría pensar que todos somos iguales y nos podemos ajustar a las mismas situaciones y eso es muy complejo ya que cada persona es un mundo. Las pautas para el buen amor son: el diálogo, la escucha, la empatía, el aprender a pedir y tener coraje; en base a eso se construye la fórmula ideal para cada pareja”, concluye López.
Victoria Vera Ziccardi