La demencia es un grupo de síntomas y está causada por diferentes enfermedades que dañan el cerebro, explica la Sociedad de Alzheimer de Reino Unido. Los síntomas incluyen: pérdida de memoria; confusión y necesidad de ayuda con las tareas diarias; problemas con el lenguaje y la comprensión y cambios en el comportamiento.
La demencia es progresiva, lo que significa que los síntomas pueden ser relativamente leves al principio, pero empeoran con el tiempo, afirma la sociedad. Si bien el Alzheimer es la forma más común de demencia, también existen otros tipos comunes como la demencia vascular, la demencia con cuerpos de Lewy y la demencia frontotemporal, entre otras.
Recientemente, una nueva investigación de la Universidad de Arizona ha revelado que los adultos de 60 años o más que pasan más tiempo en conductas sedentarias, como sentarse mientras miran televisión o conducen, pueden tener un mayor riesgo de desarrollar demencia.
De acuerdo al Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS) estar demasiado tiempo sentado puede suponer un riesgo para la salud. “Los estudios han relacionado la inactividad con el sobrepeso y la obesidad, la diabetes tipo 2 , algunos tipos de cáncer y la muerte prematura. Se cree que estar sentado durante períodos prolongados ralentiza el metabolismo, lo que afecta la capacidad del cuerpo para regular el azúcar en sangre, la presión arterial y descomponer la grasa corporal”, dice el NHS.
El nuevo estudio de la Universidad de Arizona, publicado en la revista JAMA realizó un estudio retrospectivo de datos recopilados prospectivamente del Biobanco del Reino Unido que incluyó a 49.841 adultos de 60 años o más sin diagnóstico de demencia en el momento de usar el acelerómetro de muñeca y que vivían en Inglaterra, Escocia o Gales. El seguimiento comenzó en el momento de usar el acelerómetro (febrero de 2013 a diciembre de 2015) y continuó hasta septiembre de 2021 en Inglaterra, julio de 2021 en Escocia y febrero de 2018 en Gales.
La investigación reveló que la forma en que se acumula el sedentarismo a lo largo del día no importa tanto como el tiempo total diario de inactividad.
Gene Alexander, profesor de psicología y psiquiatría de la Universidad de Arizona, dijo: “Nos sorprendió descubrir que el riesgo de demencia comienza a aumentar rápidamente después de 10 horas de sedentarismo cada día, de forma independiente de cómo se haya acumulado el tiempo de inactividad”.
“Esto sugiere que es el tiempo total de sedentarismo lo que impulsó la relación entre la inactividad y el riesgo de demencia. Pero, lo que es más importante, los niveles más bajos de comportamiento sedentario, hasta alrededor de 10 horas, no se asociaron con un mayor riesgo”, dijo Alexander.
Si bien este estudio se refiere a adultos mayores, adquirir el hábito de ejercitarse es beneficioso a todas las edades. Según la Sociedad de Alzheimer, el ejercicio regular puede disminuir el riesgo de desarrollar demencia en aproximadamente un 28%. En el caso de la enfermedad de Alzheimer, el riesgo se reduce en un 45%.
“El ejercicio físico no significa simplemente practicar un deporte o correr. También puede incluir una actividad diaria como caminar a paso ligero, limpiar o trabajar en el jardín”, destaca la sociedad.
Un estudio incluso encontró que las tareas físicas diarias como cocinar y lavar los platos pueden reducir el riesgo de enfermedad de Alzheimer.
Otro estudio del 2022 publicado en Alzheimer’s & Dementia determinó que los adultos mayores que permanecen activos tienen niveles más altos de proteínas cerebrales que mejoran las conexiones entre las neuronas, lo que a su vez mejora su memoria y estimula la cognición. Este efecto protector se observó en todas las personas, incluso en las que mostraban señales de demencia.
Un motivo podría ser que la actividad física promueve la salud de las sinapsis, los pequeños espacios que separan las neuronas y les permiten comunicarse. “Allí es donde realmente se produce la magia en lo referente a la cognición”, explicó la coautora del estudio Kaitlin Casaletto, profesora adjunta de Neuropsicología en el Centro de Memoria y Envejecimiento de la Universidad de California en San Francisco.
La actividad física también puede favorecer la memoria y el pensamiento indirectamente al mejorar el estado de ánimo y el sueño, al reducir el estrés y la ansiedad. Los problemas en estas áreas frecuentemente causan o contribuyen al deterioro cognitivo.
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