Por el Dr. Diego Manente* Las enfermedades cardiovasculares como el infarto de miocardio, la angina de pecho y el accidente cardiovascular (ACV), se han convertido en la primera causa de muerte a nivel mundial.
Y Argentina no es la excepción. Desde hace varios años se sabe que el ataque cerebral es la segunda causa de muerte y la primera de incapacidad en el mundo. En Argentina se produce uno cada cuatro minutos y alrededor de 14.000 personas mueren anualmente como consecuencia de un ACV, según indicó el Ministerio de Salud de la Nación.
Las actuales cifras de enfermos por ACV se triplicaran hacia fines del 2020 como consecuencia de un aumento en la expectativa de vida y la falta de planes de prevención. Las enfermedades cardiovasculares son responsables de un deterioro importante de la calidad de vida de quienes las padecen. Para evitar que esto ocurra se debe realizar lo que se denomina prevención cardiovascular primaria para aquellas personas que no tienen antecedentes cardiovasculares y secundaria para aquellas que los tienen (puede ser un ACV o una enfermedad cardíaca).
Nos referiremos a la prevención primaria en la cual el impacto epidemiológico es de suma importancia. La intervención se lleva a cabo a nivel individual o a nivel poblacional.
Intervención a nivel individual, identificando a los individuos que más se benefician, controlando cada uno de los factores de riesgo cardiovascular como: la hipertensión arterial, colesterol elevado, la diabetes, el tabaquismo, inactividad física, obesidad y sobrepeso, tarea que se realiza habitualmente en consultorio con gran impacto individual pero poco impacto poblacional.
A nivel poblacional lo que se conoce como prevención primordial mediante políticas de salud a nivel gubernamental, Ministerio de Salud, Sociedades Científicas, sensibilizando y movilizando a la sociedad para generar una cultura de prevención de las enfermedades cardiovasculares mediante el control de los principales factores de riesgo a través de medidas de impacto ambiental, como espacios libre de humo, promoviendo los hábitos de vida saludables y espacios verdes para realización de actividad física, reduciendo la sal en los alimentos (una reducción 4.6 gr de sal en la dieta disminuye presión sistólica/diastólica aprox. 5/2.7 mm Hg en hipertensos y 2/1 mm Hg en normotensos) y brindando lugares públicos para control de los factores de riesgo.
Cabe mencionar que una reducción de solamente 2 mm Hg de la tensión arterial disminuye la ocurrencia de un ACV en un 6% y la enfermedad coronaria en un 4%.
Todas estas medidas son de gran impacto poblacional pero pequeño a nivel individual.
La importancia de realizar una buena prevención cardiovascular es disminuir la principal causa de morbimortalidad en la edad adulta y además una reducción en los costos en el sistema de salud.
*MN 94912.-Cardiólogo, miembro de la Fundación Cardiológica Argentina.