En qué consiste el tratamiento y el entrenamiento olfatorio.
Por
Stella M. Cuevas
A riesgo de parecer redundante, el sentido del olfato nos permite oler, que es la acción de detectar y percibir partículas odoríferas. Estas son sustancias químicas dispersas en el medioambiente y transforman al sentido del olfato en un sentido químico (a diferencia de la vista y la audición, que son sentidos físicos).
El olfato brinda seguridad y es un verdadero sistema de alarma frente a la presencia de humo, escapes de gas o incluso alimentos en mal estado.
El sentido del olfato tiene un componente emocional muy importante: es protagonista de nuestras relaciones interpersonales, por lo que se lo considera relevante en la interacción social, ya sea comunitaria, familiar o de pareja:
-Los olores dejan huella
-Avivan recuerdos
-Despiertan el apetito
-Alertan sobre peligros
Todos los seres humanos emitimos olores: olemos y nos huelen. Ya desde el nacimiento podemos oler desde los olores más desagradables hasta los más sublimes, los que respondemos con estados de displacer o de placer. Le otorgamos un significado a cada uno de los olores y, de esta manera los construimos socialmente, les damos un adjetivo que lo creamos a través de la memoria, cuando evocamos el recuerdo de una situación, de un lugar o de una persona.
Los pacientes concurren a la consulta por perder el sentido del olfato y también por alteraciones del sabor (el olfato da el 80% del sabor). Suelen atravesar un momento de mucha angustia, se sienten frustrados al punto de referir que pierden su identidad, presentan un importante grado de ansiedad y están extremadamente preocupados. Las personas sin olfato tienen la necesidad permanente de contar con un tutor o acompañante, quien se encargará de contarle cómo sabe la comida (para asegurar que no esté en mal estado o incluso para informarle sobre los condimentos: por ejemplo, las personas hipertensas deben comer sin sal o con poco contenido de sal) o revisar periódicamente los pañales de los bebés. Es muy importante acompañar a las madres que tuvieron COVID-19 durante el embarazo y aún no recuperaron el olfato cuando nace su hijo: el olfato tiene un papel protagónico en la construcción del vínculo madre-hijo.
Otras personas necesitan especialmente de su olfato o del sabor porque trabajan en la industria farmacéutica, porque son catadores de vinos, perfumes y tés, o porque son personal matriculado en gas.
El motivo de consulta suele ser:
-Por la falta total del olfato (anosmia)
-Por la ausencia parcial del olfato (hiposmia): en estos casos, el paciente recuperó el olfato, pero no del todo
-Por alteraciones cualitativas del olfato, como las disosmias. Estas son distorsiones en las interpretaciones: los pacientes refieren que sienten olor a quemado, a plásticos, a humo de cigarrillo y hacen hasta comparaciones impensadas o raras
Y lo mismo ocurre con el sabor: las comidas y bebidas saben diferentes, a veces dejan de comer y se altera el estado nutricional. Las parosmias, otras alteraciones del olfato, son producidas por la presencia de señales confusas entre las neuronas sensoriales olfativas, las células nerviosas ubicadas en la cavidad nasal que detectan los olores y la parte del cerebro donde los olores se decodifican e interpretan: el paciente siente un olor diferente al de la sustancia que se le presenta.
En el tratamiento de las alteraciones del olfato, se deben tener en cuenta las consecuencias en otros aspectos, como el nutricional y el psicológico. De allí que sea necesario contemplar la posibilidad de solicitar interconsulta con profesionales de estas disciplinas.
Hay situaciones especiales, como puede ocurrir con los pacientes alérgicos. En estos casos, se debe asegurar de que los olores lleguen indemnes desde la nariz hasta el cerebro (el lugar donde realmente olemos). Para eso, se deben solucionar, por ejemplo, las obstrucciones dadas por los procesos inflamatorios. Con este fin se utilizan primero soluciones salinas (lavajes), antes de la aplicación de esteroides nasales. Luego, una vez despejada y desinflamada la cavidad nasal, se puede comenzar con la terapia de entrenamiento del olfato propiamente dicha.
Entrenamiento olfatorio
El entrenamiento olfatorio se realiza con la presencia de los olores a ejercitar y los recuerdos que están guardados en la memoria.
Para que el entrenamiento sea efectivo, se debe comenzar oliendo una sustancia tres a cuatro veces por día, durante cinco segundos a cinco minutos. Mientras se huele, se intenta evocar el recuerdo de ese olor ahora presente con imágenes relacionadas. Se recomienda no pasar a otro olor hasta que la memoria lo reconozca y lo identifique, por eso se sugiere siempre evocar recuerdos vívidos.
Se necesitará de un lugar tranquilo, estar relajado y, como se mencionó, oler de a una sustancia por vez.
Es necesario eliminar del ambiente otros olores que puedan interferir (productos de limpieza, comida recién preparada, desodorantes de ambiente, entre otros) y elegir olores familiares:
-Cítricos como el limón
-Dulces como la vainilla
-Florales como la rosa mosqueta
En algunos casos, ante la falta de resultados luego de aproximadamente un mes, se hace necesaria la visita al especialista.
Sin embargo, la buena noticia es que, en una gran mayoría de los casos, se obtienen resultados satisfactorios.
* Stella Maris Cuevas, médica otorrinolaringóloga (MN 81701). Experta en olfato. Alergista. Expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)