El equipo de mujeres trabajadoras que, desde la tarea técnica y de dirección, elaboramos el proyecto que argumentó esta modificación y que lo gestionamos políticamente, nos basamos en tres ejes.
1) La recuperación psicofísica de la mujer después de un periodo de gestación de 9 meses y un parto o cesárea.
2) garantizar la lactancia materna hasta los 6 meses (sin pararnos desde posiciones fundamentalistas que culpabilizan a la mujer por no dar de mamar, si no desde la idea de que si la mujer “quiere” y “puede”-desde el punto de vista personal-, el Estado debe garantizar las condiciones para que pueda hacerlo, pues dar de mamar los 6 primeros meses tiene grandes beneficios psicofísicos para el/a bebe.
3) socializar el trabajo doméstico (por ello pedimos la extensión de la licencia por paternidad, que si bien no cumplió con nuestras expectativas, avanzamos de 2 a 15 días).
Fue un proceso duro en el cual hubo discusiones con diferentes corrientes de opinión que convergían en el rechazo de la extensión de la licencia: Por un lado, aquellas corrientes más conservadoras que fundamentaban su negativa basadas en que las mujeres se iban a embarazar más seguido a partir de esta extensión para no ir a trabajar (desde la concepción que cuidar a un bebe no es un trabajo).
Pero también la negativa de corrientes de opinión que desde el feminismo se oponían con argumentos bien fundamentados y con certezas en muchas de sus afirmaciones respecto a la libertad de las mujeres y su perpetuación en el ámbito doméstico, pero que a la vez desconocen, o están muy alejados, de la realidad del conjunto de mujeres trabajadoras que prestan servicios en la administración pública.
Esas trabajadoras que tienen que marcar tarjeta a las 7 y no pueden moverse de su puesto de trabajo durante 6 u 8 horas seguidas; para ellas volver a trabajar luego de 45 días de tener a su bebe (tal cual lo establece la ley) o, con suerte si su jefe/a lo permitió y le hizo la gauchada, luego de 90 días pos parto, es un esfuerzo psicofísico inmenso, como también económico y organizativo enorme y, muchas veces, es un periodo cargado de padecimiento.
Esta medida no saca a las mujeres del espacio laboral, simplemente les garantiza el derecho a una licencia más larga pero amparadas por la ley. Este no es un punto de llegada, es el punto de partida junto con un abanico de derechos que todavía las mujeres trabajadoras tenemos que conquistar: lactarios y guarderías en los lugares de trabajo, extensión de la licencia por paternidad de manera tal que el varón pueda ejercer en igualdad con la mujer las tereas del cuidado, entre otras. Como también debemos luchar por que las mujeres que tienen trabajo precario (contratos de obra, jornales, becas, etc.) y las trabajadoras del sector privado gocen de la licencia por maternidad que garantice los tres puntos desarrollados inicialmente y que argumentan esta extensión.
Verónica Aramayo, licenciada en Trabajo Social y Responsable del Programa de Prevención y Promoción de Derechos. Municipalidad de San Salvador de Jujuy. Comisión de Género de APUAP.
Soledad Sapag, directora de Paridad de Género. Municipalidad de San Salvador de Jujuy.