El terremoto que provocó en Juntos por el Cambio la dura ofensiva de Elisa Carrió contra sus socios por los vínculos con Sergio Massa dejó secuelas y sembró intrigas.
Matías Moreno
Si bien en la cúpula minimizan el riesgo de una ruptura formal tras el enfrentamiento, los jefes opositores conviven por estas horas en un clima enrarecido. El silencio de Mauricio Macri, el tenor de las reacciones y los señalamientos crípticos entre autoridades de Pro y la UCR evidenciaron nuevas tensiones en la fuerza, que se manifiestan en pases de factura y sospechas cruzadas.
Lejos de aplacarse -hubo contactos subterráneos para tender puentes y calmar los ánimos-, la pelea podría llegar a la Justicia. Es que varios de los apuntados por Carrió por sus supuestos nexos y negocios con Massa, como Cristian Ritondo, Gerardo Milman o Rogelio Frigerio, contemplan impulsar demandas contra la exdiputada, quien activó un operativo de “limpieza” y “purificación” de Juntos por el Cambio.
El objetivo de su ataque preventivo, argumentó Carrió, fue ponerles un “límite” a sus socios para bloquear cualquier acercamiento con el tigrense y evitar un avance del “panperonismo” en la coalición opositora. Tras la asunción de Massa como ministro de Economía, Carrió consideró que era hora de ratificar su postura y garantizar la “decencia” en Juntos por el Cambio. Sin embargo, sus aliados creen que “cruzó una raya” al lanzar ataques personales contra referentes de Pro y la UCR, y le reprochan haber provocado un conflicto en la oposición mientras el Gobierno dilapida su capital político, por la crisis económica y las revelaciones del juicio por la causa de Vialidad. Además, consideran que hasta ayer el espacio había logrado administrar el “factor Massa” sin mayores fricciones.
“Esto nos daña mucho. En lugar de generar expectativa estamos a los botellazos. Retrocedimos once casilleros”, se lamenta uno de los principales alfiles del larretismo. Desde el cruce público entre Macri y Gerardo Morales por el legado de Hipólito Yrigoyen, los jefes del espacio habían logrado, empujados por la crisis económica y política que sacudió el Gobierno, disimular sus divisiones internas.
En un sector de Pro y de la UCR, sobre todo entre los heridos por la cruzada “purificadora” de Carrió, ponen un manto de sospecha sobre la actitud que adoptó Macri. En primer lugar, porque Carrió no lo atacó, pero, sobre todo, porque la exdiputada reveló que había hablado con el expresidente antes de lanzar su ofensiva mediática. Especulan con que el exmandatario optó por mantenerse en silencio porque, en rigor, avalaba el intento de la líder de la CC de marcarles la cancha a los integrantes de Juntos por el Cambio que tienen una estrecha relación con Massa y exploran acuerdos con peronistas para aumentar la capacidad electoral de la coalición opositora. “Es probable que Macri le haya metido fichas a Carrió con Massa. Quiere dejar a Larreta y a Morales como próximos al Gobierno para mejorar su posicionamiento”, deslizan cerca del jefe de la UCR.
En el bullrichismo tampoco quedaron satisfechos después de leer el comunicado que Fernando de Andreis, uno de los dirigentes de confianza de Macri, difundió para tomar distancia de las descalificaciones de Carrió. En ese texto, De Andreis subrayó que Macri pretende “cuidar que Juntos por el Cambio no se contamine con relaciones poco claras con el autodenominado panperonismo”, pero que no compartía las descalificaciones a terceros.
En el larretismo, en cambio, consideran que el mensaje del macrismo sirvió para “pisar la pelota”: “Mauricio puso hielo porque se prendía fuego la interna”, reconoce uno de los laderos del alcalde.
Macri, quien viajó hoy a Rosario y vaticinó que Juntos por el Cambio volverá al poder el año próximo, decidió correrse del affaire Carrió para que la interna no escale ante la opinión pública. Tampoco pretende mediar entre sus aliados para aplacar el conflicto tras el fuego cruzado. “No es una discusión ni una pelea nuestra. Tendrán que recomponer ellos”, dicen en el macrismo. Tras su paso por Rosario, Macri almorzará hoy con los altos mandos de Pro.
Eso sí, el equipo de Macri decidió fijar una postura pública para despegarse de la jugada de Carrió, luego de que la exdiputada comentara que el expresidente “estaba de acuerdo” con ella en su intento por garantizar la “decencia” en Juntos por el Cambio y bloquear un acercamiento al massismo. A la líder de la CC le molesta el “doble discurso” de sus socios. Es más, repite que Macri escribió en su libro Primer Tiempo que se arrepentía de haber delegado en Emilio Monzó y Frigerio el armado político de su gestión y que tiene “un paper” de la reunión con el exmandatario en su casa de Acassuso en la que acordaron preservar los valores del “panrepublicanismo” e impedir infiltraciones del PJ.
Allegados al fundador de Pro aclaran que si bien coincide en el plano conceptual con Carrió, no comparte las “descalificaciones” personales contra Frigerio o Ritondo, a quien recibió el martes en sus oficinas de Olivos, ni que haya ligado a Bullrich con Massa. “Lo de Carrió fue raro y extemporáneo. Esas discusiones no se pueden dar en público ni por Twitter”, dicen fuentes cercanas al expresidente.
Horacio Rodríguez Larreta, quien visitó a Macri en Acassuso el martes, horas después de que Carrió activara la primera andanada de críticas contra sus socios en el prime time televisivo, también buscó despegarse de la maniobra de la líder de la CC. Fiel a su estilo, se mostró prudente y se inclinó por un posicionamiento moderado. En Uspallata afirman que demoró su rechazo a los “agravios” de Carrió -el tuit se disparó horas después de la reacción de Bullrich-, porque esperó la evolución del conflicto. Su intención, repiten, era “calmar” las aguas y no tirar nafta al fuego para “cuidar” la unidad. Larreta también había hablado con Carrió.
“Te llaman y te piden disculpas por sacar declaraciones. Entonces no entiendo. Yo ratifico todas las conversaciones porque incluso alguno se invitó a mi casa a comer un asado”, se quejó Carrió en la puerta del Hannah Arendt. ¿Un mensaje para Larreta o para Macri?
Pese a su operativo despegue, Larreta quedó en la mira de sus detractores internos. Es que, como ocurrió en el caso de Macri, la exdiputada lo preservó: dijo que sabía que el alcalde no compartía negocios en el área energética con el tigrense. En el sector de Bullrich interpretaron que Carrió protegía al jefe porteño por un presunto interés político. Sospechan que Larreta le garantizó apoyo y que la CC tendrá lugares en las listas electorales del año próximo. “Es la misma doctrina que usa Cristina con [Eugenio] Zaffaroni. Para Carrió, todos los amigos de Massa son malos, menos Horacio, pero porque la banca”, lanzan en el ala dura de Pro. En el pelotón de Ritondo y en el sector de Monzó abonaron esa teoría conspirativa.
La titular de Pro, quien habló con Macri después de que Carrió la vinculara con Massa y coordinó con Morales la contraofensiva pública contra la líder de la CC, pretende ponerle un punto final a la controversia para enfocarse en el armado de su proyecto presidencial. Milman, en tanto, se alista para ir a la Justicia contra la exdiputada, después de que le hicieron llegar un mensaje incendiario de Carrió.
Ritondo también instruyó a sus abogados para que analicen una demanda penal. Pero, según fuentes de Pro, esperará el visto bueno de Macri, María Eugenia Vidal y Bullrich para avanzar. Ayer, Vidal defendió a su exministro de Seguridad y rechazó las acusaciones de Carrió contra su gestión en Buenos Aires.
Quienes frecuentan a Morales lo notaron enardecido con las críticas de Carrió. “No queremos que se retire, sino que deje de mentir”, braman cerca del jujeño. En la cima de la UCR creen que la líder de la CC actuó con “mala fe”, no solo porque sostuvo que su vicegobernador, Carlos Haquim, responde a Massa -insisten en que dejó el Frente Renovador y apoyó a Macri en 2019 cuando el tigrense volvió al kirchnerismo-, sino porque sugirió que estaría dispuesta a denunciar al mandatario e “instaló un estado de sospecha” sobre la gestión radical y la industria del litio en Jujuy. En rigor, afirman que el grupo de José Luis Manzano, cercano a Massa, solo tiene un emprendimiento en la provincia. Además de un duro mensaje por WhatsApp, en el que le recriminó sus dichos y un “trato injusto”, Morales le hizo llegar a Carrió datos del padrón minero de Jujuy, según fuentes radicales. “No hay nada que hablar. Que pida disculpas públicas”, avisan cerca del jujeño.