El jefe de Gobierno justificó sus decisiones y advirtió que las críticas “dañan la unidad”.
Por: Ricardo Cárpena
Tras un áspero debate, con momentos de mucha tensión, los líderes del PRO decidieron dar por cerrada la polémica por las críticas de Patricia Bullrich al operativo del gobierno porteño ante el departamento de Cristina Kirchner. En concreto, se resolvió que todos bajarán el tono de las declaraciones sobre el tema, aunque ni la jefa del partido ni Horacio Rodríguez Larreta cedieron en sus posturas y quedó la impresión de que se llegó a una tregua muy frágil.
Ese tema fue el único discutido en el almuerzo realizado en un restaurante de la Costanera, que se extendió durante unas dos horas y media, y durante el cual Mauricio Macri casi no medió para pacificar el debate entre Larreta y Bullrich, que de manera encendida redoblaron sus posiciones el jefe de Gobierno justificó el dispositivo de seguridad realizado en Recoleta y advirtió que las críticas como las realizadas desde su espacio político “dañan al conjunto” de la oposición, mientras que la titular del PRO afirmó que seguiría opinando sobre los temas que preocupan a los argentinos porque “el kirchnerismo promete que vendrán tiempos peores”.
Algunos de los presentes destacaron que nunca habían visto tan enojado a Rodríguez Larreta, quien consideró grave que se atacara las decisiones que toma en medio de la ofensiva de Cristina Kirchner. Recibió el respaldo explícito, entre otros de dos dirigentes hoy alineados con Macri como María Eugenia Vidal y Cristian Ritondo. Bullrich, por su parte, defendió su posición con el argumento de que le habían pedido en la tarde del sábado su apoyo al operativo de la Ciudad, pero que después el gobierno porteño “cambió de opinión y decidió negociar” con funcionarios kirchneristas.
Lo más sugestivo que sucedió en la comida fue que allí se reveló que en la reunión del sábado entre miembros de los gobiernos nacional y porteño, el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, amenazó que “si meten presa a Cristina, vamos a incendiar todo”, y se le reprochó a Jorge Macri, ministro de Gobierno de la Ciudad y uno de los participantes de ese encuentro, que no lo haya difundido. El primo del ex presidente dijo que se trató de bajarle los decibeles al enfrentamiento.
Macri trató en todo momento de acompañar las posiciones de Larreta y de Bullrich, casi sin tomar partido por ninguno, aunque dejó en claro que el PRO debe rechazar claramente la ocupación del espacio público como hizo el kirchnerismo el sábado pasado en el barrio de Recoleta.
Del almuerzo participaron, además de Mauricio Macri, Larreta, Bullrich, Jorge Macri, Vidal y Ritondo, los dirigentes Diego Santilli, Humberto Schiavoni, Federico Angelini, Laura Rodríguez Machado y Fernando de Andreis.
Al salir del restaurante, Bullrich estuvo lejos de moderar su actitud: “La sociedad debe ser protegida y no se puede vivir en la anomia, en un país sin ley, y en ese sentido hemos mantenido la posición”, señaló. Y agregó: “A partir de ahora hemos decidido dar por cerrado este hecho y hemos decidido también que cuando el gobierno de la Ciudad toma decisiones, previas consultas a todos nosotros, respecto al apoyo que necesita, debe mantener la posición tomada y, en caso contrario, el gobierno de la Ciudad debe no preguntar y de esa manera tener la decisión y hacerse cargo y, en consecuencia, será su decisión y no la de todos”.
La sensación que dejó el almuerzo fue que allí se alcanzó una tregua forzada y muy frágil entre Rodríguez Larreta y Bullrich, que puede romperse en cualquier momento y que, para colmo, no tiene a Macri con voluntad de convertirse en un mediador entre ambos dirigentes.
Bullrich cuestionó su silencio sobre esos dichos de De Pedro y destacó que ella hubiera denunciado al ministro del Interior apenas terminada la reunión en la que efectuó esa amenaza.
Mauricio Macri trató en todo momento de acompañar las posiciones de Larreta y de Bullrich, casi sin tomar partido por ninguno, aunque dejó en claro que el PRO debe rechazar claramente la ocupación del espacio público como hizo el kirchnerismo el sábado pasado en el barrio de Recoleta.
Del almuerzo participaron, además de Mauricio Macri, Larreta, Bullrich, Jorge Macri, Vidal y Ritondo, los dirigentes Diego Santilli, Humberto Schiavoni, Federico Angelini, Laura Rodríguez Machado y Fernando de Andreis.
Al salir del restaurante, Bullrich estuvo lejos de moderar su actitud: “La sociedad debe ser protegida y no se puede vivir en la anomia, en un país sin ley, y en ese sentido hemos mantenido la posición”, señaló. Y agregó: “A partir de ahora hemos decidido dar por cerrado este hecho y hemos decidido también que cuando el gobierno de la Ciudad toma decisiones, previas consultas a todos nosotros, respecto al apoyo que necesita, debe mantener la posición tomada y, en caso contrario, el gobierno de la Ciudad debe no preguntar y de esa manera tener la decisión y hacerse cargo y, en consecuencia, será su decisión y no la de todos”.
La sensación que dejó el almuerzo fue que allí se alcanzó una tregua forzada y muy frágil entre Rodríguez Larreta y Bullrich, que puede romperse en cualquier momento y que, para colmo, no tiene a Macri con voluntad manifiesta de convertirse en un mediador.
El jefe de Gobierno se fue de la Costanera hacia el Centro Cultural Recoleta, donde se reunirá con los miembros de la mesa porteña de Juntos por el Cambio: allí sí seguramente tendrá el respaldo que espera ante el operativo de seguridad en la Recoleta. Un respaldo que no surgió explícitamente de sus colegas del PRO, un partido cada vez más dividido en la carrera hacia 2023.
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