El Presidente empieza una semana decisiva, con desafíos simultáneos en la política doméstica e internacional. El radicalismo y los partidos provinciales tienen la llave para evitar un fracaso en el Senado. Un nombramiento clave y el factor Pettovello.
Se cumplen hoy exactamente seis meses desde que Javier Milei asumió la Presidencia de la Nación. Una octava parte del mandato. El líder libertario sabe que enfrenta momentos decisivos, donde empiezan a jugar las urgencias de los que los votaron, de los que todavía lo apoyan y de factores de poder que depositaron en él un voto de confianza para el cambio. Parece mucho más tiempo, pero son seis meses en los que se produjo un reseteo de muchas lógicas políticas que antes eran relativizadas o subordinadas a otras prioridades. De combatir la inflación a impedir los piquetes, de reducir el tamaño del Estado a promover el empleo privado, de destratar a policías y militares a reivindicarlos. Son algunas, entre muchas cosas, que cambiaron desde el 10 de diciembre pasado.
Igual, Milei tiene poco para celebrar. Llegó al 10 de junio con un ajuste draconiano que redujo los ingresos de las clases medias y medias y bajas, aumentó el desempleo, le pegó a la producción en general, la inversión y dejó el consumo en niveles históricamente bajos. En resumen, una macro buscando un nuevo punto de equilibrio -con la inflación en baja- y una microeconomía, en el mejor de los casos, tocando fondo.
En la política, el Presidente superó su primera mitad de año con el Congreso sin aprobarle nada, y marchando a todo vapor para sancionar la primera ley que torpedea la base de su plan económico, al comprometer el déficit cero. Desde hoy, el presidente se enfrentará a una disyuntiva de hierro: pactar de alguna forma con el radicalismo y los partidos políticos provinciales o arriesgarse a que el Senado, con el piso de las 33 bancas kirchneristas, le vote en contra y lo someta a una derrota más peligrosa que todas las anteriores.
Consciente, tal vez, de sus límites para lograr acuerdos, delegó en el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, la negociación final de la Ley Bases y el paquete fiscal, donde Unión por la Patria coquetea con la UCR para enterrar definitivamente el proyecto inicial de la gestión de La Libertad Avanza. “Tema Bases: Francos”, respondió Milei el fin de semana a un interlocutor interesado en sondear su opinión. En esa definición y en la previa que ocurrió en Diputados, hay para escribir un thriller político con varias temporadas. Ni Netflix se animó a tanto.
Pero más allá de todo, el presidente tiene dos tareas clave por delante esta semana. Fortalecer a la ministra simbólicamente más importante de su Gabinete, su amiga Sandra Pettovello. Y testear en Borgo Egnazia, Italia, qué importancia le dan a la Argentina los mandatarios de las siete economías del mundo. Invitado por su aliada, la premier anfitriona Giorgia Meloni, el líder libertario compartirá escenario con Joe Biden (Estados Unidos), Olaf Scholz (Alemania), Emmanuel Macron (Francia), Rishi Sunak (Reino Unido), Fumio Kishida (Japón), Justin Trudeau (Canadá), y autoridades de la Unión Europea, como Ursula von der Leyen y Charles Michel, entre otros. Y estarán dos “conocidos” de Milei: el papa Francisco y el brasileño Lula Da Silva.
El Senado como trinchera
Pero vamos por partes. El miércoles tendrá Milei una primera prueba de fuego para el futuro de su gobierno. En el Senado de la Nación tendrá que encontrar argumentos lo suficientemente convincentes para que los mismos que no le creyeron antes le crean ahora. Francos se movió rápido desde su unción como jefe de Gabinete para reconstruir la confianza perdida y darle a sus interlocutores los incentivos suficientes para moverlos a pactar. Los acuerdos para ceder obras a las provincias se inscriben en esa lógica. También las charlas sigilosas con los caciques más pesados de la CGT.
El que mejor describió semanas atrás, en diálogo con Infobae, el escenario sobre el que se mueve el ministro coordinador es Miguel Ángel Pichetto, el presidente del bloque de Diputados Hacemos Coalición Federal. Para el parlamentario más experimentado y sagaz que tiene el Congreso, hay en el planisferio político argentino un conjunto de diputados y senadores “sueltos” de los polos kirchnerismo-antikirchnerismo. Pueden compararse con el famoso Centrão brasileño: son legisladores que responden a gobernadores o a líderes sin anclaje ideológico-partidario. Son los partidos provinciales, el peronismo no ultra kirchnerista y el PRO no ultra macrista y, principalmente, el radicalismo. Tenerlos a favor o en contra es la diferencia entre la victoria y la derrota.
La Libertad Avanza llegará a la sesión del miércoles en el Senado con el escarmiento del martes pasado en Diputados, donde el presidente de la bancada radical, el cordobés Rodrigo De Loredo, forzó al kirchnerismo a aceptar un proyecto previsional muy distinto y menos oneroso para el erario del que querían aprobar los K. Con un tercio de los legisladores que tiene Unión por la Patria -33 a 99, más o menos- la UCR impuso un dictamen que terminó aprobado por 160 votos. “Fue una derrota para el Gobierno, pero cuando venga la Ley Bases la vamos a aprobar y vamos a empatarle el disgusto”, aseguran que le prometió a emisarios de la Casa Rosada.
De Loredo reivindica ante quien lo consulte que logró con su modesta bancada voltear dos sesiones especiales que convocó el kirchnerismo y hacer sesionar a la Cámara baja las dos veces que las propuso la UCR. Versión boina blanca del Centrão.
¿Puede el Gobierno impedir que los radicales del Senado voten otra vez con el kirchnerismo? Más allá de Martín Lousteau y su dictamen unipersonal, en la Unión Cívica Radical están convencidos que tienen que darle al gobierno de Javier Milei una salida para evitar otra derrota. Les quedan todavía 48 horas. “Esperamos que el Presidente y el Toto Caputo se abstengan de opinar, es el mejor aporte que pueden hacer para no empeorar las cosas”, afirmó uno de los mediados entre el Senado y la Casa Rosada.
El factor Pettovello
Después de dos semanas de crisis y versiones de todo tipo, en el Gobierno buscan dar por superada la tormenta política que golpeó a Sandra Pettovello, ministra de Capital Humano y blanco móvil de las distintas ramas del kirchnerismo duro. Ni los piqueteros, ni los diputados ni senadores de Unión por la Patria están dispuestos a bajar la presión sobre la funcionaria y dan por hecho que el juez federal Sebastián Casanello actuará en la misma sintonía. El kirchnerismo no tiene motivos para dudar: el magistrado que investiga a los piqueteros antes de embestir contra Pettovello denunció a Patricia Bullrich.
El fin de semana volvieron a verse el presidente y la ministra en la Quinta de Olivos. Fue una reunión más después de los múltiples gestos que tuvo Milei para sostener y fortalecer a la funcionaria la peor semana que tuvo la gestión libertaria. Hablaron de la gestión, de las investigaciones que tiene en marcha y de lo que se viene en materia de combate contra la corrupción. Quedó claro que no va a renunciar, pese a las versiones y la estampida que hubo después de la caída del secretario de Niñez, Adolescencia y Familia, Pablo De la Torre.
Desde lo más alto de la Casa Rosada aseguraron a Infobae que Sandra Pettovello “está recargada a full” y que va a retomar el ritmo de la gestión que se vio alterado los últimos días por el escándalo político en torno a la distribución de los alimentos para los más vulnerables y la denuncia de irregularidades y desvíos de los contratos firmados entre el Ministerio de Capital y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), que preside acá el argentino Luis María Scasso y en Madrid, el español Mariano Jabonero. La Justicia lo llamó a declarar, pero al tener condición de embajador, Scasso puede alegar inmunidad.
Pettovello tiene que reconstruir su equipo de colaboradores. Sin jefe de Gabinete de Asesores y tras una veintena de renuncias y bajas concentradas en las últimas dos semanas -de los 42 en total que se registraron desde su llegada al mega ministerio- deberá conseguir una nueva cantera para reforzar el área de Desarrollo Social, Trabajo y Educación. Cuenta con la decisión irrevocable de Milei de no soltarle la mano a su amiga, quien también enfrenta un delicado momento familiar.
Menesteres a los que también se está dedicando Guillermo Francos en su nueva función de Jefe de Gabinete. El objetivo es purgar de nombres que llegaron de la mano de Nicolás Posse, el anterior ministro coordinador que “ya es historia”, según la definición del jefe de Estado. De la AFI se fue eyectado Silvestre Sívori y en su lugar Santiago Caputo ubicó a Sergio Neiffert. Y en la Secretaría de Estrategia Nacional, donde estaba el brigadier Jorge Jesús Antelo, Francos tiene in pectore designar a José Luis Vila, un radical que ya les dijo a los correligionarios de la Fundación Alem que iba a dejar su lugar para no comprometer a la UCR. Otra versión boina blanca del Centrão
Por: Facundo Chaves