El 25 de agosto el ex presidente Eduardo Duhalde dijo en una entrevista con el programa «Animales Sueltos» que la clase política entró en una dinámica de polarización única en la historia de la democracia.
Pidió que haya acuerdos interpartidarios. «No sirve para nada la pelea». Aseguró que el presidente Alberto Fernández está afectado por la pandemia.
Y afirmó que el Gobierno está compuesto por tres cabezas que piensan diferente: Alberto Fernández, Cristina Fernández y Sergio Massa. Sorprendió después diciendo que era «ridículo pensar que el año que viene va a haber elecciones».
Volvió a sorprender pronosticando que la crisis actual se va a profundizar generando un clima «peor» al «que se vayan todos» que se propagó en la sociedad tras el crack del 2001. Agregó que, con el paso del tiempo, se podría producir una «especie de guerra civil»: «Hay anarquía».
Dijo que la gente en la calle «está armada». Que hay un avance de «las adicciones». Según él, el Presidente está «convertido en un equilibrista», que está «recontrapasado», y que «no duerme». Siguió enumerando: «La gente no aguanta», «no puede comer hoy».
Analizó el escenario económico: «Está peor, peor que en el 2001». El principal concepto que impactó de ese reportaje, y que se replicó por las redes y los medios fue también sorpresivo: «Si el deterioro sigue así», remarcó, era probable entonces que se produjera un «golpe» institucional en la Argentina y no descartó que volvieran a gobernar «los militares».
El estrépito que provocó fue total. Duhalde logró entonces un consenso: todo el arco político, tanto desde el Gobierno y la oposición, rechazó sus dichos, varias voces de las más influyentes de la República descartaron que pudiera haber un golpe de Estado y criticó al ex presidente por catastrofista.
Algunos dirigentes que lo conocen bien sugirieron que Duhalde no estaba lúcido. En un hecho extraordinario, el Jefe de Estado Mayor del Conjunto de las Fuerzas Armadas, Juan Martín Paleo, escribió en su cuenta de Twitter que lamentaba «las expresiones del ex presidente. Constituyen comentarios fuera de época», dijo. Y reafirmó «el compromiso de las FFAA con la Constitución Nacional».
Duhalde aceptó después, tras hablar con varios funcionarios y viejos amigos del peronismo, que había dicho lo que dijo afectado por problemas mentales que produce la pandemia y que describió como «temas psicóticos». Hizo una autocrítica: «No me reconozco diciendo lo que dije. No es un brote psicótico, es un instante, es un desenganche de la realidad. Es como un flash».
Más allá de éste aceptado último desliz importante, Duhalde instaló varios temas en la agenda pública que sí son tratados por el poder político pero siempre en privado, según comprobó Clarín tras consultar a ministros nacionales, bonaerenses, gobernadores, legisladores del Frente de Todos y de Juntos para el Cambio, empresarios y sindicalistas. Todos coinciden, pidiendo anonimato si se los consulta para ser citados en un artículo como éste, que el análisis de Duhalde no es dislocado: la crisis económica y social generada por la pandemia y el confinamiento impuesto por el Gobierno hizo entrar a la Argentina en una dinámica de consecuencias desconocidas. Hay pavor entre las autoridades.
Descartado de modo total el retorno de un militarismo, Duhalde verbalizó lo que muchos otros prefieren hablar en charlas reservadas. El ex presidente inició hace varias semanas una ronda de intercambios sobre la coyuntura, el futuro pandémico nacional y el modo de gobernar de Fernández con el titular de la Unión Cívica Radical (UCR), Alfredo Cornejo, con la presidente del PRO, Patricia Bullrich, con el jefe de la bancada de los diputados del interbloque de Juntos para el Cambio, Mario Negri, con gremialistas como el gastronómico Luis Barrionuevo, y con gobernadores e intendentes bonaerenses amigos suyos.
También habló de sus preocupaciones con el propio presidente Alberto Fernández.
Según fuentes inobjetables del entorno de Duhalde, el ex presidente se encarga de transmitir a todos los dirigentes que lo quieran escuchar es que es que está desilusionado con el modo de ejercer el poder de Fernández. Palabras más, palabras menos, analiza que para que la Argentina salga de la crisis el Presidente no puede seguir dejándose influir por su vicepresidenta, Cristina, con quien el propio Duhalde volvió a hablar aunque obviando esta última problemática. «Hay que aislar a Cristina, haceme caso, rompé con ella o frenala», le habría dicho al propio Fernández (Alberto) en una de las reuniones que tuvo con él en la Quinta de Olivos.
Duhalde le insiste a la oposición que debe intentar sacar leyes en el Congreso que tengan que ver con la transparencia para darle señales a la ciudadanía que la clase dirigente quiere terminar con la corrupción gubernamental.
Su temor es, como dijo en televisión, que vuelva un «que se vayan todos». Hay señales de que es probable que se esté incubando un hartazgo de ese estilo entre la opinión pública. Por primera vez en la historia de una gestión presidencial del Partido Justicialista, a solo nueve meses de asumir el Presidente ya se produjeron tres grandes movilizaciones en contra del oficialismo. A pesar de la pandemia del Covid-19. A eso se suman otros datos que al ex presidente no se le escapan.
En la provincia de Río Negro parte de los comerciantes de la ciudad de General Roca salió a protestar a las calles tras un anuncio de la gobernadora, Arabela Carreras, que intentó endurecer el confinamiento en su distrito tras un rebrote del coronavirus. Los rionegrinos se sublevaron y la que debió retroceder con su decisión de volver a imponer la vuelta a la «fase 1» del aislamiento.
En la provincia de Buenos Aires hay cada vez más «mini-manifestaciones» de vecinos que se juntan en las esquinas de múltiples municipios para quejarse por los asaltos o crímenes cometidos por delicuentes capaces de matar para robarse casi nada.
Las tomas de tierras también alteran a la gobernación de Buenos Aires que no puede evitarlas. Ocurrieron en terrenos de los partidos de Guernica, Moreno, La Plata, La Matanza. La situación es crítica en la Patagonia. Grupos radicalizados que dicen ser parte de las comunidades mapuches son cada vez más violentos con vecinos de Villa Mascardi, El Bolsón, en Río Negro y en Neuquén, sobre todo en cercanías al yacimiento petrolero llamado Vaca Muerta. Situaciones similares se vivieron en Córdoba, Corrientes o Chaco.
Las fuerzas policiales locales no actuaron o llegaron cuando los hechos estaban consumados.
¿Podría volver un «que se vayan todos», como pronosticó Duhalde»?
Son muchos los políticos consultados por Clarín que coincidieron con el ex presidente.
En la marcha del 17 de agosto, en Capital Federal, se realizó un escrache multitudinario en uno de los tantos domicilios personales de la vicepresidente Cristina Fernández.
Hace tres días, la legisladora porteña Ofelia Fernández, oficialista, un dirigente muy joven que suele provocar polémicas, estaba dando una videoconferencia por Zoom cuando algunos de los «presentes» empezaron a insultarla con tanta vehemencia que debió suspender esa exposición.
El impacto que generó la frase de Duhalde sobre la posibilidad de que no se realizaran las elecciones el año próximo es un escenario que efectivamente se analizó en la Cámara Nacional Electoral: no por un improbable golpe militar, pero sí por la posibilidad de que en la fecha de las elecciones aun existan problemas irresueltos debido a la pandemia.
El día después de la entrevista de Duhalde en televisión, autoridades de la Cámara Electoral se reunieron con el Gobierno y funcionarios nacionales ratificaron que las elecciones legislativas del 2021 se harán sí o sí.
Duhalde no parecía estar tan errado si sus palabras provocaron una insólita confirmación de que habrá comicios de medio termino.
¿Por qué el ex presidente habló como lo hizo de un posible alzamiento militar?
Está dicho: el ex presidente aceptó haber sido víctima de alteraciones mentales producto de la pandemia. Ocurre que sus conocidos en el Ejército le hicieron conocer que se está conformando un partido de ultra derecha en Buenos Aires que quiere legitimar a las Fuerzas Armadas. Un grupo minúsculo y alocado.
En privado Duhalde es más centrado de lo que fue en televisión: «Estos fachos no son peligrosos, hay movimientos en el Ejército. Pero el peligro de verdad somos los dirigentes incapaces de unirnos», suele decir.
Duhalde, a pesar de su desenganche momentáneo de la realidad, aceptado por él mismo, no habló de todo lo que habló porque sí.
Nicolás Wiñazki
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