Por Ricardo Carpena
El Gobierno intenta contener al sindicalismo peronista y alinear a sus dirigentes detrás del objetivo de la moderación salarial en las paritarias 2020. No es fácil. Por eso Alberto Fernández en persona encabeza los contactos que comenzaron en las últimas 48 horas con distintos dirigentes gremiales y que podrían incluir la semana próxima un encuentro con la CGT, las dos CTA y otros sectores.
Al Presidente le preocuparon algunas señales de malestar que surgieron en las últimas semanas entre los gremialistas en materia salarial: es que necesita paz sindical para que las paritarias no se desboquen y así desalentar las expectativas inflacionarias en medio de las negociaciones con el FMI.
Esa estrategia explica la reunión de anteayer de Alberto Fernández y Hugo Moyano, el almuerzo de ayer entre el Presidente y el cosecretario general de la CGT, Héctor Daer, además del encuentro que se estaría planificando para la semana próxima con la conducción cegetista, las dos CTA y otros sectores.
La inflación de enero que se anunció ayer (2,3%, la más baja desde julio) causó alivio en el Presidente en esta jugada sindical, ya que con un índice descendente se aliviana la presión salarial y la tentación de recurrir a una herramienta que desalentó públicamente Alberto Fernández: la cláusula gatillo de actualización automática de los sueldos, decisiva cuando el costo de vida sube sin freno.
El Presidente necesita mostrarle al FMI que los sindicatos están alineados con la estrategia de moderación salarial que impulsa el Gobierno: es clave la foto de los principales caciques gremiales en el palco de la Cámara de Diputados, anteayer, para escuchar al ministro Martín Guzmán hablar sobre la renegociación de la deuda. De la misma forma, políticamente es fuerte la imagen de un “aliado díscolo” como Hugo Moyano entrando a la Casa Rosada para reunirse con Alberto Fernández.
Las luces amarillas se prendieron en el tablero de control del primer mandatario con una sucesión de gestos y declaraciones que confirmaron la bronca de varios sindicalistas. Moyano, que acumula malestar por haber quedado afuera del reparto de cargos oficiales, se diferenció al firmar el 5 de este mes un aumento del 26,5% para el primer semestre, lo que representó un 49,5% en el año. Es decir, pactó un porcentaje elevado y sin sumas fijas, todo lo contrario de lo que quería el Gobierno.
Una semana antes ya había dado una señal otro gremio moyanista, la Unión de Trabajadores de Entidades Civiles y Deportivas (UTEDYC), al firmar un porcentaje sin sumas fijas: 20% para los primeros siete meses de 2020, en dos tramos una cuota del 10% en abril y dos cuotas del 5% en mayo y en julio.
La resistencia del gremialismo en seguir la sugerencia del Gobierno en el plano salarial (pactar sumas fijas como anticipos y postergar las paritarias hasta junio) derivó en un virtual estado de rebeldía de algunos sindicatos que se negaban a seguir esta “recomendación”.
La tensión llegó a un nivel tan elevado que el 30 de enero debió reunirse de urgencia la mesa chica de la CGT para discutir este tema y tampoco hubo un acuerdo en sintonía con el pedido oficial: sólo se pudo acordar que la central obrera dejaba en libertad de acción a los gremios y que cada uno decidiría si negociaba un porcentaje o una suma fija. Gusto a poco para la Casa Rosada.
Para colmo, a las paritarias fuera de la pauta oficial se sumaron declaraciones que confirmaban el pésimo ánimo de algunos dirigentes gremiales. El cosecretario general de la CGT Carlos Acuña, del sindicato de trabajadores de estaciones de servicio, se endureció: “Yo estoy viendo que en vez de preocuparse en recuperar el poder adquisitivo de los trabajadores, nos están diciendo que hay que ser responsables y que no hay cláusula gatillo”, dijo este sindicalista enrolado en el barrionuevismo.
No fue la única crítica contra el Gobierno. En diálogo con Radio Concepto, también dijo: “Veo declaraciones como que pareciera que los responsables de la inflación fueran los salarios. ¿Cómo vamos a conseguir un aumento salarial por encima de la inflación para que haya más consumo?”.
Otras frases sugestivas de Acuña: «No veo que se preocupen mucho por la deuda interna”. “En campaña se comprometen y después dan la espalda”.
Su jefe sindical, Luis Barrionuevo, reapareció hace una semana y su mensaje tampoco fue elogioso hacia Alberto Fernández. “Tenemos esperanza en general, pero seguimos con ajuste más ajuste”. “Vivimos en democracia, vamos a fortificar la CGT y no vamos a deja de peticionar lo que es parte de los trabajadores”. “Nosotros le decimos al Gobierno y los empresarios que las paritarias no se discuten. La paritaria es la herramienta fundamental para discutir los salarios y las condiciones de trabajo. No aceptamos sumas fijas. Cada uno sabe cómo discutir su paritaria”.
Desde el sindicalismo cercano al kirchnerismo, como la Corriente Federal de Trabajadores, hubo dichos que alertaron a la Casa Rosada: el líder del gremio de los canillitas, Omar Plaini, dijo que las paritarias serán “libres y sin techo” y advirtió que ningún sindicato querrá “perder frente a la inflación” en materia salarial. “Siempre hay que llegar al final del año sin perder poder adquisitivo”, dijo.
Cierto aire enrarecido en el ambiente sindical hizo que Alberto Fernández apurara un plan de emergencia para evitar males mayores. Así comenzó su ronda de encuentros con sindicalistas, que espera terminar con una reunión masiva con las tres centrales obreras y otros sectores gremiales. Cerraron sus acuerdos salariales un puñado de sindicatos, pero la mayoría aún está negociando.
Por el discurso en privado del Presidente incluye un pedido de ayuda y un llamado a la moderación. La reunión con Moyano fue tensa por momentos. Sobre todo cuando se planteaba la necesidad de contener las paritarias hasta junio. Se nota que la relación entre ambos se tornó gélida y que pesa en el jefe camionero la explicación de un lugarteniente de él acerca del malestar: “No nos dieron nada”. Una alusión obvia a la decisión de Fernández de no darle al moyanismo los cargos que quería.
Con Daer, en cambio, hay amistad, confianza y sintonía política. El líder de Sanidad ya se mueve como si fuera el único secretario general de la CGT, algo que le gustaría al primer mandatario y que podría suceder en agosto, cuando venza el actual mandato de la conducción cegetista y se realice un nuevo congreso para elegir autoridades. Claro que para el mismo puesto se postularía Pablo Moyano, el candidato de los desencantados del actual gobierno y que apuestan a ir endureciéndose.
Mientras Alberto Fernández mueve sus fichas para seducirlos, la mayoría de los sindicalistas prefiere esperar porque, según entiende, no es el momento de oponerse al Gobierno y aún hay expectativas de que los compensen con otros beneficios que tiene a mano el oficialismo, como la multimillonaria deuda estatal con las obras sociales en concepto de reintegros por tratamientos de alta complejidad.
En el horizonte, además, aparecen a lo lejos las elecciones de renovación parlamentaria del año próximo. Será una oportunidad para intentar recuperar algo de poder si los sindicalistas logran lugares en las nóminas de candidatos. Muchos no son optimistas. Acuña, por ejemplo, que dijo en la misma entrevista: “Es la primera vez (por los comicios del año pasado) que una lista peronista no lleva dirigentes gremiales. ¿Quién nos va a defender? ¿Los empresarios?”.