Macri y CFK, empatados en imagen negativa: ¿las encuestas están captando bien al electorado?
Por Diego Dillenberger (Director de la revista Imagen y conductor de La Hora de Maquiavelo).
Están empatados en la desgracia. En las encuestas que estuvieron circulando en las últimas semanas, Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner están prácticamente igual en su altísimo nivel de rechazo. Una encuesta que se ubica en el promedio de las tantas que están dando vueltas por medios y redes sociales es la de Ricardo Rouvier, que arroja para el Presidente una imagen negativa de más de 55 por ciento, contra una positiva de 41 por ciento. Para la ex Presidenta, la negativa es de 58 por ciento, contra una positiva de 39 por ciento.
Otros sondeos les dan uno o dos puntos más a uno o al otro: margen de error, diferencias muestrales, compromisos políticos, pero todos coinciden en que hay una suerte «empate técnico del terror» entre los líderes políticos considerados hoy los principales contendientes de cara a las elecciones presidenciales de 2019.
Pero la pregunta que nadie se está haciendo es si las encuestas cuantitativas que indagan por imagen mala, muy mala o, como la de Rouvier, que incluyen la sutileza de preguntar por «regular mala» o «regular buena», están en condiciones de determinar cuál es el real grado de odio del electorado hacia esos líderes y en qué medida están en condiciones de superar ese aparente techo para ganar un ballotage.
Rouvier los da empatando en 39% en esa hipotética segunda vuelta, si es que realmente ambos serán candidatos de sus respectivos espacios. Pero para asegurar que hoy Macri está tan mal como Cristina, hace falta hacerse la pregunta de qué debería hacer cada uno de ellos para superar ese rechazo que muestran las encuestas.
Por ejemplo: ¿Cristina Kirchner podría comprometerse públicamente, si gana, a devolver el dinero que se sospecha que se robó, según los múltiples procesamientos en la Justicia? «Más allá del chiste, porque significaría admitir el delito, ella tendría que encarar un enorme trabajo de reposicionamiento muy largo para reducir esa negatividad», explica el consultor y encuestador Carlos Fara. «Cristina tiene piso y techo demasiado cercanos, en cambio a Mauricio Macri le alcanza solamente con lograr una mejora en la economía para empezar a reducir su alta imagen negativa».
El caso de Macri es más sencillo de lo que hoy muestran las encuestas, que podrían estar engañándonos. A Macri le alcanza para recuperar rápidamente parte del electorado que hoy parece perdido apenas con un ligero cambio de discurso. Con solo dejar de repetir «este es el camino», eslogan que enoja a muchos votantes que sienten que este camino les ha traído muchas penurias, ya podría mejorar la sintonía con muchos votantes propios desencantados.
También podría recuperar a muchos votantes hoy enojados explicando simplemente que entiende en qué se equivocó para haber fallado tan estrepitosamente en sus promesas de combatir «fácilmente» a la inflación y atraer una lluvia de inversiones.
Cristina está lejos de lograr algo que para Macri sería bastante sencillo, como recuperar su credibilidad perdida haciendo un verdadero mea culpa y admitir que la actual crisis económica no es producto solamente de una suba de tasas a nivel mundial, sino de errores y omisiones propios. Pifiar no está entre los siete pecados capitales. Robar, sí.
Obviamente que si la inflación baja sustancialmente y la economía vuelve a crecer el año próximo, muchos desencantados van a volver al ruedo sin precisar un gran cambio de discurso.
Pero Macri tendría que prever un escenario probable sin Cristina Kirchner y su alta imagen negativa sin retorno. ¿Qué pasaría si el contrincante de un ballotage es un peronista no K? Macri tendrá que ofrecerle al votante enojado argumentos por los cuales renovar su fe: explicar en qué se equivocó y qué piensa hacer distinto en su segundo mandato para que no se repita la crisis del primero.
También tendría que explicar para el «círculo rojo» qué va a hacer distinto en materia de comunicación y política: porque si el motivo para elegir el fallido gradualismo fue que en 2015 solo obtuvieron una ventaja de 3 puntos sobre Daniel Scioli o porque no lograron la mayoría en ambas Cámaras del Congreso, pues esa situación no va a cambiar en un hipotético segundo mandato.
Macri tendría que demostrar que va a estar en condiciones de explicar la necesidad de reformas estructurales más ambiciosas, y cómo obtener el consenso de la opinión pública y la política para conseguirlas. Quizás la estrategia de Jaime Durán Barba de no explicar nada porque a nadie le interesa escuchar planes no sirva a esos efectos.
Explicarle al «círculo rojo», bastante descuidado en la estrategia comunicacional y política de Cambiemos, no es un tema menor: las inversiones nunca llegaron porque el Gobierno no presentó un plan económico que hiciera creíble que bajaría el déficit fiscal. Ahora los inversores esperan a ver qué plan hay para más allá del 2019 y el robusto apoyo del FMI para que la economía argentina vuelva a ser viable política y económicamente: con estos costos impositivos y laborales no es un país atractivo.
Pero esa explicación podría servirle desde ahora: si los mercados perciben que Macri entendió en qué se equivocó y qué deberá hacer para convertir a la Argentina en un país más competitivo, mejorará el ánimo inversor antes de las elecciones, lo que aceleraría la recuperación de la economía y a su vez mejoraría el humor del electorado y las chances de reelección: un verdadero círculo virtuoso que se puede poner en marcha simplemente hablando.
«Ese no es Macri. Ya podría haberlo hecho hace rato, y no lo hizo. No hay por qué pensar que lo va a hacer», sostiene Luis Rosales, que además de ser conocido como analista político televisivo, es un consultor que ha ayudado a líderes en todo el mundo a llegar al poder. Incluso al propio Mauricio Macri.
La teoría de Rosales es que los electorados están cambiando rápidamente y corriéndose nuevamente a los extremos. «Trump, en Estados Unidos, y Bolsonaro, en Brasil, o Salvini, en Italia, son el ejemplo. Los tibios, como Macron, en Francia, o Trudeau, en Canadá, están en franco retroceso por diferentes agendas: la económica, la xenofobia, la criminalidad». Según esa teoría, Macri estaría quedándose en un centro indefinido que no les ofrece resultado a los electores. De hecho, la mayoría (70%) lo percibe «gobernando para los ricos», según la encuesta mensual de GOP, mientras que el electorado propio lo ve «gobernando para los piqueteros y planeros». Nadie está conforme con ese Macri que busca quedar bien con todos.
Según Rosales, «tendría que jugarse mucho más y dejar por un rato esa actitud centrista de tratar de conformar a todos». Quizás Macri se vea obligado a definirse más rotundamente para recuperar el electorado que lo llevó al ballotage en 2015: corre el riesgo de que un «Bolsonaro» o «outsider», como prefiere llamarlo Rosales, lo obligue en 2019 a definiciones más contundentes y discursos más precisos.
El economista liberal José Luis Espert está amenazando con una candidatura presidencial que podría escatimarle a Macri los puntos que necesita para entrar en ese ballotage, en caso de que Cristina Kirchner no se baje de su candidatura. El panorama hoy es de tres tercios, entre Macri, Cristina y el peronismo desencantado con ambos. Un par de puntos «robados» por Espert podrían poner en peligro el ballotage para Macri.
Pero el Presidente tiene una ventaja: su imagen negativa no es la misma que la imagen negativa de la ex Presidenta, y puede hacer mucha diferencia con muy poco para mejorar.