La caída del acuerdo Foradori-Duncan, por decisión del gobierno de Fernández, ahonda el estancamiento en la relación; los isleños, entre el desarrollo económico y el enojo con la Argentina.
Por: Daniel Santa Cruz
“En 1982 nosotros veíamos la BBC dos horas por día, leíamos diarios británicos que llegaban días después, teníamos radio, sabíamos lo que sucedía en Argentina donde había un gobierno militar que secuestraba y desparecía personas, era una dictadura. Bueno, un día amanecimos con esos militares que venían a gobernarnos. Para nosotros fue una invasión de esa dictadura, nunca superamos eso”, así recordó aquel 2 de abril J. Grimms, un granjero inglés que desde 1966 vive en las Islas Malvinas. Ese sentimiento quedó impregnado en todos los habitantes de las islas. Desde ese momento solo se permitieron un acercamiento verdadero con Argentina cuando colaboraron, y de buena manera, con el Programa Plan Humanitario Malvinas que permitió identificar a 120 soldados argentinos sepultados en el Cementerio de Darwin.
La guerra dilapidó todo tipo de convivencia e interacción con los isleños que, de alguna manera, hasta ese entonces necesitaban de nosotros. Hoy las islas están cada vez más lejos, mucho más que antes del enfrentamiento bélico cuando existía una convivencia por necesidad, con isleños que viajaban al continente a atenderse a hospitales, a tener sus hijos o a estudiar. Además, desde 1971 un grupo de maestras argentinas viajaba a las islas a enseñar español y en base a un acuerdo con las autoridades locales, existía presencia de empresas públicas argentinas en las islas, como YPF, Gas del Estado, Correo Argentino, hasta se abrió una oficina de LADE (Líneas Aéreas del Estado) en Puerto Argentino que se mantenían funcionando cuando desembarcaron las tropas argentinas. De hecho, existe un relato que da cuenta que el día de la recuperación de las islas, en la llamada Operación Rosario, fue un funcionario de LADE quien llevó una bandera blanca hasta la residencia del gobernador inglés, Rex Hunt, para solicitar su rendición mientras permanecía en su residencia de Moody Brook resistiendo acompañado de un grupo de marines.
Este mes se cumplieron 10 años del referéndum de autodeterminación de las Islas, donde los habitantes decidieron ser territorio de Ultramar del Reino Unido, ganando así autonomía en muchas de las decisiones. La guerra congeló las relaciones con el país. Sí hubo un intento de acercamiento en 2016 cuando los entonces vicecancilleres de los dos países, el argentino Carlos Foradori y el británico Alan Duncan, firmaron una declaración conjunta en la que se buscaba mejorar la relación bilateral y “remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas”, entre otros aspectos diplomáticos. Pero ese acuerdo fue anulado por la Cancillería argentina hace un mes y solo ahondó la imposibilidad de avanzar en un diálogo de soberanía estancado en el tiempo y que hoy parece imposible desde todo punto de vista.
Según los isleños, la “hoja de trabajo conjunta” era una posibilidad de acercar posiciones y dan como ejemplo que ese tratado permitió el trabajo humanitario en conjunto para identificar los cuerpos de los soldados caídos. Pero el gobierno local señaló que la anulación del acuerdo “no cambia la situación, porque el Reino Unido no interfiere en nuestras decisiones”. La presidenta de la Asamblea Legislativa que administra el gobierno local, Leona Roberts, dijo a través de un comunicado: “Es muy decepcionante que Argentina haya tomado esta decisión, pero no es inusual. Viviendo en las Islas Falkland estamos desgraciadamente muy acostumbrados a que Argentina incumpla sus acuerdos. Apoyamos el trabajo humanitario relacionado con los caídos de guerra argentinos y hemos seguido comportándonos como la parte responsable y compasiva. Nos entristece que todo el arduo trabajo que hemos realizado desde 2016 será un ejemplo más de que Argentina no es lo suficientemente adulta para hablar con nuestro país sobre temas que también apoyarán su desarrollo y son de importancia regional y global.” Pero agregaron: “Las discusiones sobre nuestra soberanía no son negociables, seguimos comprometidos a ser parte de la familia británica, viviendo en libertad bajo el gobierno de nuestra elección”.
Vuelos interrumpidos
No solo la anulación del acuerdo de trabajo conjunto afectó las relaciones con los isleños, al mismo tiempo el gobierno argentino canceló un vuelo de LATAM San Pablo-Córdoba-Puerto Argentino, pero aclarando que: “El Gobierno argentino reitera su voluntad de reanudar las negociaciones sobre soberanía y de abordar una agenda integral de temas que incluya una mayor conectividad entre las Islas Malvinas y el resto del territorio argentino”. Sin embargo, no cayó bien en las islas esta decisión y pidieron al Reino Unido que busque alternativas.
No es novedad que los isleños se sienten más predispuestos al diálogo con un gobierno no kirchnerista, mucho menos en un año electoral donde el discurso “malvinero” suele servir para despertar pasiones en el país. Creen, además, que durante la presidencia de Mauricio Macri pudieron avanzar en muchos temas de colaboración mutua. De hecho, durante la pandemia rechazaron con enojo, lo que consideraron una “falta de respeto”, que el gobierno de Alberto Fernández contabilizara los casos de Covid sucedido en las islas como si fueran en Tierra del Fuego y desmintieron con firmeza a finales de abril de 2020 al entonces canciller Felipe Solá que en una videoconferencia con Senadores afirmó que “Lo dice el Penguins News, los malvinenses se dan vuelta, prefieren los médicos argentinos, se sentirían más cómodos con ellos”. Nada de eso había sucedido.
Progreso y bienestar
En medio de estas disputas diplomáticas, y luego de la pandemia que los afectó económicamente, hoy las islas viven una situación de progreso y bienestar basado en algunos indicadores que son récords para su economía en cuanto a la pesca del calamar y la merluza, donde superan las 110 mil toneladas, y el arribo de 52.000 turistas durante 2022 a través de los cruceros que retomaron su programación. Además, están a punto de firmar un acuerdo con la petrolera israelí Navitas Petroleum para iniciar tareas de exploración y desarrollo en la zona de Sea Lion. Preparados para afrontar este crecimiento, la pista de aterrizaje de Mont Pleasant se ampliará en una obra que costará 7 millones de dólares.
Pero este 2 de abril pasará inadvertido en la comunidad isleña. “No lo conmemoramos de ninguna manera porque es un recuerdo muy triste, solo se menciona en un contexto histórico cuando se enseña sobre la guerra de las Malvinas”, dijo a LA NACION Lisa Watson, editora del Penguin News, único periódico local de circulación en las islas, y autora del libro “Waking up to War” (“Despertar a la guerra”), incorporado al currículo escolar que se enseña en los establecimientos educativos isleños, en la “The Falkland Islands Community School” y también en la pequeña escuela primaria en la Base Militar RAF Mount Pleasant, que sirve principalmente para los hijos de los miembros de las Fuerzas Armadas Británicas que allí residen. Mientras que Argentina decidió conmemorar este día decretándolo feriado nacional, en la Islas Malvinas las autoridades resolvieron que su día de evocación histórica de la guerra fuera el 14 de junio, cuando se cumple el aniversario de la recuperación del archipiélago por parte de las fuerzas militares británicas. “Es probablemente el día de celebración más importante de nuestro calendario, similar a la Navidad”, afirma Watson. Ese día, el pueblo de las Islas Falkland celebra su “Liberation Day”, el Día de la Liberación “de la ocupación argentina que ocurriera un 14 de junio de 1982, cuando los invasores se rindieron ante la Fuerza de Tarea enviada para recuperar la libertad de las Islas”, según consta en actas oficiales de gobierno que decretaron esta festividad.
La población del archipiélago cambió mucho en los últimos 41 años, más de la mitad de los 3600 habitantes actuales no vivieron la guerra. Pero hay un dato que sorprende: 8 de cada 10 jóvenes que deciden realizar sus estudios de grado en Gran Bretaña regresan a radicarse a las islas. “Muchas familias llevan 7 u 8 generaciones viviendo aquí, cuando nadie quería venir nuestros antepasados forjaron este lugar, eso tienen que entender en Argentina”, aseguran cuando son abordados por el tema soberanía. Esta es, en definitiva, la posición histórica que aún mantienen y que hoy parece definitiva.
Daniel Santa Cruz
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