Mauricio Macri levantó el perfil en el último tiempo con entrevistas, fotos de alto impacto, viajes internacionales e intensa actividad en redes sociales.
Pero lo más importante de lo que dice es lo que no trasciende y ocurre en reuniones reservadas que el ex presidente tiene con la familia, amigos y dirigentes que integran Juntos por el Cambio o que son de consulta del ex mandatario.
Las últimas dos ocurrieron hace una semana. Quizás la más importante fue la del domingo, en Villa La Angostura, a dónde fue a pasar Semana Santa. Allí le dijo a Juliana Awada, mientras comían en el restaurante Tinto, que estaba cada vez más decidido a volver a los primeros planos de la política nacional en 2023. La segunda fue el lunes, antes de viajar a Estados Unidos. Macri se encontró con Miguel Ángel Pichetto y Ramón Puerta y, si bien no se los dijo de manera directa, ambos se fueron de lo del ex jefe de Estado con la sensación de que tiene la intención de ir por un segundo tiempo.
Por ahora no lo dijo explícitamente en privado -muchos menos en público-, pero Macri no niega que su ambición existe. A sus más íntimos les reconoce que se siente competitivo y que la mala gestión de Alberto Fernández no solo lo mete en carrera sino que, al menos para un sector de la sociedad, logró poner en perspectiva lo que fue su paso por la presidencia. Aunque sabe que hay una parte del electorado que lo repele -su imagen negativa supera el 60%-, en sus proyecciones el tiempo que falta para la próxima elección es viento a favor para que el Gobierno profundice su crisis y su candidatura se instale como algo natural.
Quienes lo rodean cuentan que Macri está con energía de sobra y obsesionado con lo que debería hacer en caso de volver al poder con respecto a un ajuste y las reformas estructurales. Esto último aplica, según entiende, para cualquier candidato de Juntos por el Cambio: “Es un laburo muy sucio, hay que ver si tiene los huevos. El tema es el bocho y que haga las cosas de entrada”, sintetizó una persona que lo frecuenta y conoce su pensamiento.
Tanto Miguel Ángel Pichetto, compañero de fórmula de Macri en 2019, como Ramón Puerta, mentor y amigo del ex presidente, se fueron con la misma sensación del encuentro del lunes. El líder de Peronismo Republicano luego analizó lo hablado con su equipo de trabajo y les transmitió que vio a un Macri haciendo todo lo posible para mostrar que es líder y muy enfocado en la unidad de Juntos por el Cambio.
La foto con Donald Trump pegó de lleno en la interna opositora y suele ser la punta de la que se agarran muchos para apostar a favor de que el titular de la Fundación FIFA volverá al ruedo: “Bullrich hizo una gira por Estados Unidos y el tipo se saca una foto con quien puede ser el próximo presidente de ese país. Nada de eso es inocente y el mensaje hacia adentro es fuertísimo”, explicó otro hombre que suele reunirse en privado con Macri.
Pero Pichetto, que coincidió en casi todos los diagnósticos con el ex jefe de Estado, le transmitió que primero debería ordenar el armado del PRO y tener liderazgos claros. El ejemplo que le puso es que haya al menos cinco candidatos a la gobernación bonaerense. Para el auditor general de la Nación esto genera una dispersión innecesaria. El ex senador cree que las candidaturas deben definirse en las PASO de agosto del año que viene, pero hasta entonces la disciplina interna es fundamental. Preservar la unidad con líderes claros. Al menos él va a actuar en consecuencia: el 13 de mayo hará un acto en Parque Norte para anunciar que en 2023 competirá en la interna por la presidencia.
Quien pasaría a estar en una situación delicada si Macri decide ser jugador y no elector es Horacio Rodríguez Larreta. El alcalde porteño orquesta todos sus movimientos para que el líder del PRO abandone sus aspiraciones y lo bendiga como el candidato de la oposición -está dispuesto a cederle la jefatura de Gobierno a Jorge Macri-, pero la apuesta es osada y corre riesgo de quedarse con las manos vacías. Si hay una certeza en Juntos por el Cambio es que Macri se impondría en una PASO frente a cualquier otro postulante. Por eso Larreta trabaja primero para que su jefe político se corra y luego para una candidatura. Enfrentar a Macri con éxito es casi una utopía para Hache, como se lo bautizó en Uspallata.
Sorprendentemente, sin embargo, en las filas larretistas hay tranquilidad respecto de una posible candidatura de Macri. Sus armadores bajan el mensaje de que el alto perfil del ex mandatario es simplemente para preservar la unidad opositora y porque su figura le suma al espacio. Pero responden, con una seguridad inquietante, que no será parte de la contienda. El jefe de Gobierno, de todos modos, lo quiere cerca. Entiende que es una figura que condiciona, pero que cumple un rol ordenador clave para JxC.
Enfocados de lleno en iniciar la campaña después del Mundial de Qatar, en las últimas mediciones apareció un dato que sorprendió a todos: María Eugenia Vidal es la dirigente que mejor imagen tiene en el interior del país. La ex gobernadora, que aún no define sus aspiraciones, está casi empatada con Larreta. El otro número alentador es que Diego Santilli sigue por arriba de Patricia Bullrich en la provincia de Buenos Aires.
Lo que sí preocupa al alcalde porteño es el crecimiento de Javier Milei. Y el golpe viene por partida doble: el economista tiene mucha relación con Mauricio Macri. Están en contacto constante por WhatsApp y algunos hasta se animan a decir que hay admiración entre ellos. El diputado, describen los que lo conocen, ya se mueve como alguien que se sabe con posibilidades de llegar a la Casa Rosada. “No hay que descartar un frente a frente, un Boca – River”, vaticinó, como esas frases que se dicen un poco en chiste y un poco en serio, un colaborador de Macri.
El ex presidente no dirá en público sus intenciones de una nueva aventura por Balcarce 50. Su discurso es claro y no se moverá de eso los próximos meses: Juntos por el Cambio debe mantenerse unido para ser competitivo y los dirigentes que tengan aspiraciones deben pelear en igualdad de condiciones frente a la sociedad. Convencido de que volverán a gobernar, se encarga de marcar la cancha para tomar medidas fuertes al inicio de una nueva gestión. Más que nunca piensa que es el momento de hacer reformas que él no pudo, no se supo o no quiso hacer en su primer tiempo. Otra razón para pensar en ir por el segundo.
Marcos Shaw
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