Los minuciosos asientos contables del general con el dinero que cobró para ordenarle al peronismo que votara por Frondizi.
Los rumores de una cuenta con 700 millones de dólares y su vida en una “pobreza desoladora” en sus primeros años de exilio
Por: Juan Bautista Tata Yofre
Tras su derrocamiento en septiembre de 1955, Juan Domingo Perón aterrizó el domingo 6 de noviembre de ese año en el aeropuerto de Tocumen, Panamá. Había sido trasladado desde Paraguay en el avión del presidente Alfredo Stroessner.
Apenas llegó a ese país, comenzó a sostenerse que Perón contaba con una fortuna de 700 millones de dólares. Hasta el presidente Ricardo “Dicky” Arias lo creía. “Pensaban que podrían sacarme ciento o doscientos” contó el ex mandatario argentino en Yo, Juan Domingo Perón.
Lo cierto es que solo recibía, desde Asunción del Paraguay, 1.500 dólares trimestrales como resultado de los manejos financieros que le hacía su amigo Ricardo Gayol.
El periodista y empresario argentino –no peronista- Emilio Perina, dijo al respecto: “Cuando lo vi en Panamá vivía en una pobreza que me resulto desoladora”. El dirigente justicialista Raúl Bustos Fierro fue más brutal porque dijo que cuando vio al ex mandatario en la ciudad de Colón vivía en estado de “leprosidad”.
El 19 de marzo de 1956, Perón le envía a Gayol una carta, en mano, aprovechando la estadía del Dr. Obregón en Panamá. “(…) Con referencia a mi estado financiero no sabe usted lo bien que me vienen los envíos trimestrales, de los que ya he recibido dos: el primero de noviembre, diciembre y enero y el segundo de febrero, marzo y abril. (…) Pero lo importante es pasar esta etapa de la vida en que la estrechez nos hará ver nuestra propia imprevisión. Cuando hablan de setecientos millones de dólares, me causa pena, porque si los tuviera los compraba a él y a todos los que me combaten con el diez por ciento de ese dinero. Pero como al contrario no tenemos nada, tenemos que hacer equilibrios. Algún día la verdad se abrirá paso y estos miserables quedarán como lo que son: unos inmundos calumniadores y nada más. Yo le agradezco a usted la gauchada que me hace de hacer producir lo que poco tengo y esa será mi gratitud hacia su generosa actitud y ayuda.”
Hacia fin de año Perón vivirá un hecho que lo marcará de por vida. Dos días antes de la Navidad de 1955 es invitado a presenciar un espectáculo de danzas en la ciudad de Panamá. Se trataba del Ballet dirigido por el cubano Joe Herald. Para el historiador Joseph Page, la troupe venía de una gira por Estados Unidos y Colombia. Para Enrique Pavón Pereyra el ex presidente presenció la obra que se dio en el local Happy Land y después invitó a todos a la ciudad de Colón donde vivía. Lo importante es que en esas horas Perón conoció a una de las integrantes, María Estela Martínez, cuyo nombre artístico era Isabelita. Ella, luego de unos días, le preguntó:
-General ¿no necesita usted una secretaria?
-Sí, creo que voy a necesitar una secretaria.
-Yo podría ayudarle incluso como camarera, además de secretaria.
-No tengo dinero.
-Trabajaría gratis.
Perón y la joven Isabel, de 24 años, establecieron una relación y a mitad de enero de 1956 ya vivían juntos.
Entre 1956 y 1958 Perón vivió en Caracas, Venezuela. Gobernaba el dictador Marcos Pérez Jiménez, un militar que había accedido al poder en 1948 tras una sucesión de gobiernos inestables. “Nunca tuve la oportunidad de verlo –relato el ex mandatario argentino en Yo, Juan Domingo Perón-, aunque muchos funcionarios y aun ministros suyos fueron mis amigos (…) A mi juicio, el gobierno de Pérez Jiménez fue bueno desde el punto de vista administrativo y malo desde el punto de vista humano”.
En septiembre de 1956 llegó desde Brasil el mayor Pablo Vicente, el que había defendido a Perón el 16 de junio de 1955; sufrido cárcel y, posteriormente, intervino en la sublevación del general Juan José Valle. En un largo reportaje inédito que le hizo el historiador y diplomático Guillermo Gassio, Vicente relató que cuando llegó a Caracas fue a vivir con Perón en un departamento de living comedor, dos dormitorios, baño y cocina.
“Era tan difícil la situación económica de Perón en ese momento –cuenta Vicente—que nosotros habíamos convertido los dos dormitorios para dormir en living. Recibíamos gente que venía a visitar a Perón en el comedor porque la habíamos convertido en oficina. Era un ambiente que lo separábamos con una cortina de tela que la corríamos y almorzábamos y cenábamos en la cocina. Debo decirle más, eran comidas bastante modestas y tomábamos vino nada más que los domingos; un vasito cada uno, porque había que medirse hasta en el vino porque no había plata.”
El 18 de marzo de 1957, los dirigentes peronistas John William Cooke, Jorge Antonio, Héctor Cámpora, Guillermo Patricio Kelly, Jorge Antonio, Pedro Gomis y José Espejo logran huir de la cárcel de Río Gallegos y exiliarse en Chile. Bajo la conducción de Cooke se constituye en Santiago de Chile el Comando Adelantado y comienzan a cruzar la cordillera de los Andes distintos exponentes de la política argentina. Rogelio Frigerio entre otros.
En medio de la campaña para la elección de convencionales constituyentes convocada por el gobierno de la Revolución Libertadora, Juan Perón sostenía que el gobierno que convocaba a elecciones era ilegal y al estar excluido el peronismo convertía a la convocatoria en más ilegal. Por lo tanto mandó votar en blanco, abstenerse o anularlo.
Finalmente, el 28 de julio constató que los votos en blanco eran mayoritarios: 2.119.147; la UCRP (Balbín); 2.117.160 y la UCRI (Frondizi) con 1.821.459.
Semanas más tarde comienzan conversaciones más serias entre la UCRI y el Comando Adelantado del peronismo en Chile. Por allí pasaron Ramón Prieto (hombre de Frigerio), el entonces frondizista Ricardo Rojo (ex abogado de Cooke cuando fue detenido por el Gobierno Provisional) y Rogelio Frigerio.
A diferencia de otros peronistas, John William Cooke era partidario de la salida electoral y de preparar al Movimiento para las batallas en las urnas, contó Ramón Prieto en El Pacto. En la capital chilena, Cooke y Rogelio Frigerio concuerdan un primer documento destacando que se deben «valorar todos los imponderables que habría que resolver de una manera orgánica antes que dos fuerzas como el peronismo y la UCRI encontraran puntos de coincidencia que las unificaran en la acción». Luego, Frigerio volvió a Buenos Aires y se resolvió que Ramón Prieto viajara a Caracas a informar a Perón ya que Cooke todavía no podía salir de Chile.
Ramón Prieto llegó a Caracas –por tres días- a mediados de noviembre. Ya para esas horas, Perón contaba con un larguísimo informe de Cooke de fines de agosto de 1957, que sostenía: “Cerrado el camino insurreccional inmediato, no podemos pensar en mantener la unidad mediante un nuevo voto en blanco que de triunfo a la tiranía. Hay que buscar una solución de tipo político”.
A las pocas horas Perón recibió el emisario frondizista en su humilde departamento de la Avenida Urdaneta. Tras unas primeras palabras sobre la situación militar a la que Perón le otorgaba especial atención, el dueño de casa dijo: “He pensado sobre el informe. Lo creo objetivo y veraz. Para ustedes la salida está en empujar a Frondizi a que profundice la quiebra de la unidad antiperonista y, en última instancia darle apoyo electoral para que liquide al continuismo. Pero esa maniobra requiere una conversación a fondo con alguien que lo represente, porque presupone compromisos mutuos que, aunque deban permanecer en reserva para evitar la contra-maniobra gorila, yo no voy asumir sin debatirlos con ese emisario”.
A continuación Prieto sugirió que el enviado sería Rogelio Frigerio, director del semanario Qué, muy leído por el ex mandatario, y Perón acepto.
De esta manera, el 3 de enero de 1958, Rogelio Frigerio llegó a Caracas para dialogar con Juan Domingo Perón: «Tuvimos dos o tres días de extensas e intensas conversaciones hasta que debimos interrumpirlas, felizmente cuando habíamos tratado las cuestiones fundamentales, en razón del movimiento militar que derrocó a Pérez Jiménez.»
Sobre las reuniones que motivaron el Pacto secreto entre Perón y el delegado de Arturo Frondizi hay distintos relatos de acuerdo a la conveniencia de cada uno de sus autores.
Norberto Galasso en su Cooke, de Perón al Che transcribe a John W. Cooke: «A fines de diciembre el general Perón me mandó un cable a Chile para que viajase el representante de Frondizi. En los últimos días de diciembre o primeros de enero, llegó Frigerio a Caracas. Frigerio tuvo tres reuniones con Perón y en el ínterin varias reuniones conmigo, discutiendo sobre los temas concretos tratados. Las bases del acuerdo fueron tomando forma a través de mis apuntes y después fui encargado por el General Perón de redactar el plan político que propondríamos… Nos reunimos tres veces Perón, Frigerio y yo».
“Perón exigía que el pacto fuese por escrito… Lo necesito como un justificativo ante la historia y segundo, para que Usted esté cubierto el día de mañana. Redacté el pacto… fuimos discutiendo las cláusulas de ese proyecto original (…) Solamente conocíamos el pacto Perón, Frondizi, Frigerio y yo: también el doctor Enrique Oliva que era mí colaborador (Enrique Oliva fue el que lo pasó a máquina y me lo confirmó en varias ocasiones. Falleció en 2010). Lo firmamos Perón, Frondizi, Frigerio y yo. Frigerio firmó una copia delante nuestro y luego llevó el ejemplar para que lo firmara Frondizi y nos lo devolviera”.
El 27 de enero de 1958, Juan Domingo Perón partió a la República Dominicana e Isabelita viajó unos días más tarde. Inicialmente, el ex presidente se instaló en el Hotel Jaragua pero como era muy caro el presidente Rafael Trujillo lo albergó en el Hotel Paz que era del gobierno. Allí estará el primer año en la isla. Como se encontraba muy pobre, Trujillo le entregó 25.000 dólares.
Otro de los que llegó de Caracas a ciudad Trujillo fue Rolando Luis González Torrado, un hombre de negocios, que durante el primer período de Perón trabajo con Jorge Antonio como ejecutivo en la empresa alemana Mercedes Benz.
Según su hijo, Rolando González Bunster, González Torrado ya frecuentaba a Perón en la residencia presidencial de Olivos y, después de septiembre de 1955, la Revolución Libertadora le inhibió sus bienes pero logró salir de la Argentina.
Será en Venezuela donde González Torrado volvió a juntarse con su esposa y sus hijos que llegan a Caracas en el buque Río Jachal. Como estaba escaso de dinero –lo mismo que Juan Perón—la familia González Torrado vive en la casa del conocido animador televisivo Roberto Galán.
González Torrado va a estar presente en Caracas cuando Rogelio Frigerio viaja para entrevistarse con el ex presidente Perón y delinear lo que se denominará el Pacto de Caracas. Su hijo Rolando me señaló que “Perón no era un hombre de dinero” y en un principio los ayuda Rafael Trujillo.
Precisamente, es a González Torrado a quien «el benefactor» dominicano le hace entrega de 25.000 dólares para el ex presidente argentino. Tras la partida de Perón de República Dominicana, González Torrado se establece en pleno Manhattan –con oficina en el 270 Park Avenue- y desde allí administrará fondos y algunas inversiones de Perón. La innumerable correspondencia entre los dos atestigua que no solo hablan de inversiones sino también de política.
Desde “Ciudad Trujillo” el 3 de febrero de 1958, Juan Perón dio una conferencia de prensa a los medios internacionales para recomendar al Movimiento de votar a la fórmula Frondizi-Gómez.
La “Orden para el Movimiento Peronista” se completa con un largo “Mensaje al Comando Táctico Peronista”, de tres páginas, también con fecha 3 de febrero. En uno de sus párrafos, el General ordena “votar por el doctor Arturo Frondizi, candidato que ha declarado solemne y públicamente su propósito de rectificar la política económica antinacional, restablecer las conquistas del Justicialismo y permitir la libre expresión política y sindical de la masa popular”.
Varias copias originales de la Orden fueron traídas, desde República Dominicana, por el sindicalista petrolero Adolfo Cavalli y de las mismas se hicieron más de cien copias. Lo mismo sucedió con el sindicalista Andrés Framini.
Desde una tribuna de campaña, Ricardo Balbín dijo en esas horas: «El país se anoticiará mañana que el fundador de la Justicia Social ha ordenado votar en contra nuestro».
El 7 de febrero de 1958, Ramón Prieto voló a «Ciudad Trujillo» desde Río de Janeiro con la misión de relatarle a Perón, entre otros temas, lo que estaba sucediendo con sectores de su Movimiento, en lo político y sindical con respecto al voto en blanco. Muchos sectores del peronismo no deseaban votar por Frondizi. Querían seguir peleando contra la ilegalidad, especialmente aquellos que habían estado muy unidos a los grupos de la Resistencia.
Aunque Frondizi sacó más de cuatro millones de votos, casi doblando en cantidad a Ricardo Balbín, el voto en blanco fue masivo: casi un millón de votos.
Unos días más tarde del 23 de febrero de 1958, preguntado Perón por un periodista sobre qué pensaba de los dirigentes que habían propiciado el voto en blanco, contestó: «¡Ah! Esos son más peronistas que yo!».
Según los historiadores Joseph Page y Robert Potash, en éste viaje a «Ciudad Trujillo», Ramón Prieto, llevó dos copias del documento del Pacto firmadas por Arturo Frondizi y Frigerio. Fue un viaje muy corto, para hablar lo necesario, y retornó a Río de Janeiro donde estaba Emilio Perina, antes de continuar a Montevideo donde lo esperaba Frigerio. Emilio Perina escribió en su obra cumbre Detrás de la crisis: «Perón, según me contó Prieto, se encontraba en una situación financiera bastante apretada».
Desde lo más profundo del archivo personal de Juan Domingo Perón, surgen, más de seis décadas después, dos asientos contables escritos por el propio Perón de cuánto fue recibiendo de Rogelio Frigerio, o del gobierno de Arturo Frondizi. El ex presidente –detallista como era- se encargó muy bien de dejar asentado: “Luís Ramón González Torrado. Sobre el dinero que entregó por encargo del Gobierno (Frigerio)”.
Desde lo más profundo del archivo personal de Juan Domingo Perón, surgen, más de seis décadas después, dos asientos contables escritos por el propio Perón de cuánto fue recibiendo de Rogelio Frigerio, o del gobierno de Arturo Frondizi
Desde lo más profundo del archivo personal de Juan Domingo Perón, surgen, más de seis décadas después, dos asientos contables escritos por el propio Perón de cuánto fue recibiendo de Rogelio Frigerio, o del gobierno de Arturo Frondizi
Arturo Frondizi asumió como Presidente de la Nación el 1º de Mayo de 1958. Del primer documento surge que el primer pago que el gobierno constitucional de la Argentina le hizo al General fue el 8 de agosto de 1958.
¿Por qué? Una explicación lógica es que en el Pacto se convino que las «medidas» acordadas «se adoptarán dentro de un plazo máximo de noventa (90) días a contar desde la asunción del mando». Para las medidas de «normalización… de los sindicatos y la Confederación General del Trabajo, todo se cumplirá en un plazo de ciento veinte (120) días». La entrega del primer pago se realizó a los 90 días de haber asumido Frondizi la Presidencia de la Nación.
¿Con qué dinero se pagaron las entregas que Perón asentó entre agosto y diciembre de 1958? ¿Fue como dijo el embajador Albino Gómez alguna empresa pesquera? ¿Fueron las compañías petroleras? ¿O fueron fondos de la Administración Pública?
“Según González Torrado cobró”, anotó Perón en un segundo “asiento” de sus bienes, en el que dejó constancia que Luis González Torrado le cobró una “comisión” por las gestiones. En total, hasta ese momento, Juan Domingo Perón recibió 475.000 dólares.
Hay un testimonio que coincide con la cuota entregada en diciembre de 1958. En su libro Arturo Frondizi, el último estadista, Albino Gómez relata que se encontró con Rogelio Frigerio en Montevideo a fines de ese año porque “El Tapir” (Frigerio) debía viajar a Ciudad Trujillo a entrevistarse con Perón. En ese viaje debía tomar parte Gómez pero finalmente Frigerio decide que se quede en Montevideo para recibir sus comunicaciones y retransmitirlas a Buenos Aires. Y debía esperarlo hasta su vuelta del Caribe.
Cuenta que Frigerio volvió el 29 de diciembre y, mientras esperaba la salida de su vuelo a Buenos Aires, se sentaron en la confitería a tomar algo y conversar. Gómez relató: “Colegí varias cosas: 1) que Perón había cobrado una nueva cuota; 2) que el restablecimiento de relaciones con la Argentina obligaba a Trujillo mucho más con el gobierno argentino que con Perón; 3) que Perón no dudaba que esto era así; 4) que Perón había aceptado apoyar la política petrolera de Frondizi”.
El 29 de diciembre no fue cualquier día para el gobierno de Frondizi (y Frigerio) porque se anunció el programa de estabilización. El primer mandatario dirá que se estaba en presencia de «el fin de una era» y que eran necesarios «remedios heroicos».
Durante una entrevista el historiador Guillermo Gassió le preguntó al dirigente sindical Miguel Unamuno:
-¿Qué ganó Perón al pactar con Frondizi?
–Perón ganó su reubicación en el centro de la escena política. Se convirtió nuevamente en el protagonista principal, sin ejercer la Presidencia de la Nación. Renovó su liderazgo, oscurecido por la proscripción, por una política represiva y persecutoria que lo llevó a no poder expresarse públicamente. Hay que calcular que casi siempre en la vida del país, el protagonismo lo ejerce el presidente. De modo que Perón, a través del pacto, se reubicó en el centro de la escena, de donde durante largos años no sería desalojado. Creo que Perón eso lo pensó mucho. Además eso explica en gran parte, la posterior política de Perón frente al frondizismo, la cual, desde mi punto de vista fue una política de apretar y golpear, pero no necesariamente voltear.