El apoyo de Larreta, Bullrich, Vidal y Macri no le alcanzó al candidato Maquieyra en una interna con baja participación. La coalición opositora debe cambiar la ecuación de poder de 2015.
Por: Fernando González
Desde 1983, La Pampa siempre ha sido gobernada por el peronismo. Ni aquella ola arrasadora de Raúl Alfonsín en todo el país, ni las apariciones de la Alianza en 1999 o la de Juntos por el Cambio en 2015 pudieron torcer la historia. Los primeros dos intentos para arrebatarle la Gobernación al peronismo fueron los del fallecido Antonio Berhongaray en la década del ‘80, pero no pudo lograrlo. Tras ganarle la interna pampeana al PRO este domingo, será su hijo Martín quien tenga una nueva oportunidad en las elecciones del 14 de mayo. Algo es seguro: no será fácil.
La Pampa no tiene PASO. Tiene IASO, que son internas abiertas simultáneas y obligatorias, aunque con una particularidad. El voto no es obligatorio. Esa circunstancia y una temperatura de más de 30 grados en pleno febrero hicieron que la participación apenas superara el 10% del padrón. Por eso, cuenta en estos casos la territorialidad y el seguimiento del voto casa por casa.
Y en eso tienen mas experiencia y entrenamiento los radicales.
Se volvió a comprobar con la victoria holgada de Martín Berhongaray y la presencia inmediata, al caer la noche, de algunos dirigente nacionales. En la foto del triunfo se anotaron Martín Lousteau (el pampeano pertenece al bloque que responde al senador en el Congreso); el diputado Emiliano Yacobitti y el dirigente Willy Hoerth, jefe de campaña del otro precandidato presidencial, el jujeño Gerardo Morales.
Si bien las elecciones pampeanas fueron una muestra muy parcial de la interna de Juntos por el Cambio, dejaron algo en claro. Las primarias para elegir al candidato presidencial de la coalición opositora serán muy diferentes a las de 2015. En aquella ocasión, el esquema de poder ya se había definido en la Convención Radical de Gualeguaychú y la pulseada con Ernesto Sanz y Elisa Carrió fue un simulacro para convalidar la postulación de Mauricio Macri. Eso ha cambiado desde entonces.
La UCR llega ahora con la pretensión de discutir la ecuación del poder en otros términos. Eso obliga al PRO a dejar de mirarse el obligo y a cambiar la postura de los últimos meses, que lo mostró más concentrado en discutir quien debe ejercer el liderazgo futuro que en desplegar una estrategia que vaya más allá de la Ciudad de Buenos Aires y de algunos distritos bonaerenses.
El primero en registrar el fenómeno fue Horacio Rodríguez Larreta, quien escribió un tuit de felicitación a Berhongaray antes de que cayera la noche. El Jefe de Gobierno porteño había sido el principal apoyo del candidato del PRO, el diputado Martín Maquieyra, aunque no el único. También fueron a La Pampa a respaldarlo Patricia Bullrich, María Eugenia Vidal, el lilito Maximiliano Ferraro y el ex presidente Mauricio Macri. La derrota los salpica y los interpela a todos por igual.
Es que durante el verano los principales dirigentes del PRO se dedicaron sobre todo a mostrar señales de fortaleza que los puedan apuntalar en la disputa interna por la candidatura presidencial. Rodríguez Larreta y Bullrich desplegaron actividades de campaña en las playas de la costa atlántica y en algunas provincias importantes, incluyendo La Pampa por ser el primero de los test electorales que tenían por delante. También se les sumó Vidal, quien lanzó una postulación presidencial que sorprendió incluso a algunos de sus históricos colaboradores.
Claro que el mayor detonante de la interna del PRO fue la intensa actividad del ex presidente Mauricio Macri, quien se instaló en su casa del country Cumelén en Villa La Angostura. Allí se reunió con Rodríguez Larreta en tres ocasiones; con Bullrich en un fin de semana y hasta con los dirigentes de la cuarta pata de Juntos por el Cambio, el Peronismo Republicano. Miguel Angel Pichetto y Ramón Puerta estuvieron en su propiedad patagónica para pedirle que acelerara su decisión y se postulara también a la carrera presidencial. Hasta ahora, Macri siempre repite la misma respuesta: tomará una decisión en marzo o abril.
La posibilidad de que Macri compita por la candidatura presidencial ha generado múltiples reacciones en sus socios políticos. Rodríguez Larreta y Bullrich han anunciado que en ese caso lo enfrentarían. Vidal, en tanto, se bajaría de su postulación. Y la mayoría de los dirigentes de segunda y tercera línea están en vilo hasta saber quienes serán los contendientes y con cual de ellos se alinearán. Macri, incluso, derivó a alguno de sus colaboradores para que se integren a los equipos de Patricia (el ex ministro Hernán Lombardi, el intendente Néstor Grindetti) o a los de María Eugenia (es el caso de su ex secretario, Darío Nieto).
Lo que es seguro es que una nueva postulación presidencial de Macri provocaría una fuerte posibilidad de ruptura con la UCR. Ni Gerardo Morales ni el precandidato Facundo Manes avalarían una postulación del ex presidente en los términos de 2015. El resultado de La Pampa fortaleció esa idea entre los principales dirigentes del partido que gobierna las provincias de Jujuy, Mendoza (con Rodolfo Suárez) y Corrientes (Gustavo Valdés).
“Creo que las fórmulas cruzadas van a poder garantizar un triunfo de coalición de verdad, que es lo que necesitamos y que no tuvimos entre 2015 y 2019″, se entusiasmó el jujeño Morales en las entrevistas que concedió después de conocerse el resultado en La Pampa. El gobernador siempre fue un promotor de las fórmulas cruzadas con dirigentes del PRO, y venía hablando de esa posibilidad en las semanas recientes tanto con Rodríguez Larreta como con Elisa Carrió. En cambio, el senador radical Alfredo Cornejo se mantenía más cerca de Bullrich, aunque ya no para el experimento de una fórmula cruzada porque ha decidido ser candidato a gobernador en Mendoza.
Los principales dirigentes del PRO deberán evaluar en profundidad el resultado de la elección pampeana para reforzar una estrategia electoral que todavía no aparece sólida por la abundancia de candidatos y la escasez de definiciones.
En todos los equipos de campaña se replanteaban en las últimas horas los sondeos de opinión. Si algo demostró el triunfo de Berhongaray en la Pampa es que el voto no se define solo por las encuestas digitales, lo que señalan los focus groups y el impacto de las audiencias (no siempre genuinas) en las redes sociales. El contacto presencial con la sociedad, el trabajo político en el territorio y la búsqueda del voto casa por casa siguen conservando un valor que muchos dirigentes subestiman.
Esa desconexión y esa pérdida del registro sobre lo que la sociedad está demandando es la que le hizo perder las elecciones a Macri en 2019, a Vidal en la provincia de Buenos Aires y también a los radicales en Córdoba, donde cedieron el gobierno de la capital provincial luego de no llegar a un acuerdo interno que los fragmentó y los condujo derecho a la derrota.
No solo los dos candidatos, el ganador Berhongaray y el derrotado Maquieyra, se comprometieron el domingo a priorizar la unidad en la campaña provincial y nacional. En la misma línea se expresaron los radicales Morales y Lousteau, y también Rodríguez Larreta, Bullrich y Vidal. El desafío mayor es fortalecer la coalición opositora con los nuevos términos de distribución del poder interno que empezó a marcar el resultado pampeano.
Juntos por el Cambio cuenta con una ventaja inestimable. El gobierno del Frente de Todos, en el que Cristina Kirchner determina la estrategia; en el que Sergio Massa administra el poder y en el que Alberto Fernández acompaña desde la incompetencia, no consigue mostrar mucho más que sus propias miserias internas. Como lo ha profetizado el gurú ecuatoriano, Jaime Durán Barba, “solo en Disneylandia un presidente puede soñar con su reelección cuando tiene el 100% de inflación y el 50% de pobreza”.
Cuidado Jaime: Argentina tiene algo de Disney.
Los ejemplos son diarios. Y hay días en los que hay más de uno. El sábado, Alberto Fernández dijo en público que la Argentina era el segundo país del mundo que más había crecido, después de China. Y hasta ahora nadie ha salido a corregir la estadística.
Pero eso no es todo. El domingo por la noche, los voceros del Gobierno difundieron un simple encuentro entre el Presidente y el ministro del Interior, Wado de Pedro, como si fuera de veras un avance institucional. Como si fuera un momento excepcional.
“Fue un encuentro positivo acordado entre los dos. Hablaron francamente y quedaron conformes. Acordaron trabajar para seguir potenciando la gestión con eje en resolver los problemas de la gente”. No es una broma, aunque lo parezca. La versión oficiosa dice eso del Presidente y el ministro kirchnerista que estaban peleados y que no se hablaban. Ahora que si se hablan, y francamente según dicen, tal vez comiencen a trabajar con el afortunado eje de resolver los problemas de la gente.
Son demasiadas las ventajas que tiene Juntos por el Cambio para llegar de nuevo al poder. La coalición opositora ganará si acierta y será derrotada si se equivoca. El resultado depende mucho más de su capacidad para mostrarse a la altura de las circunstancias que de la de sus competidores. Pero el internismo excesivo es uno de los flancos débiles que debe reparar de inmediato.
En una atractiva entrevista que el periodista Facundo Cháves le hizo este fin de semana en Infobae, Elisa Carrió, anunció que se irá del país si el ganador de las elecciones es el libertario Javier Milei. Si ese resultado electoral finalmenter se produce, será porque Juntos por el Cambio habrá hecho tan mal las cosas como para que el eventual exilio de Lilita también pase despercibido.