Con un comunicado que fue más jugoso por las omisiones que por lo que realmente expresaba, la CGT fijó ayer una postura interna que deja al descubierto las tensiones con el kirchnerismo.
En su mensaje, la central obrera brindó su respaldo a las precandidaturas de Sergio Palazzo, Naldo Brunelli y Alejandro Amor como los representantes del movimiento obrero en las listas del Frente de Todos. No mencionó, en tanto, a Vanesa Siley y Walter Correa, dos dirigentes sindicales vinculados a Cristina Kirchner que buscarán revalidar su banca en la Cámara de Diputados.
La CGT renovará sus autoridades el 11 de noviembre próximo. Sin un candidato único que reúna consensos, es probable que se repita una conducción en versión de triunvirato. Héctor Daer, actual cosecretario general y referente de “los Gordos”, es número fijo para continuar al frente. Hay tres sectores en pugna para las dos sillas restantes: el moyanismo, cuyo candidato natural sería Pablo Moyano; la Corriente Federal, un brazo sindical ligado al kirchnerismo que propone a Palazzo o a la camporista Siley, y por último está el puñado de aliados de Luis Barrionuevo, que pretende conservar el sitio en el timón de mando que ocupa hoy Carlos Acuña.
Con el mensaje de ayer, la cúpula dejó en claro que a Siley no la cuentan como una representante del movimiento obrero. Siley tiene 37 años, es abogada, dirigente de La Cámpora, sindicalista y activa militante del feminismo. Asumió como diputada nacional en 2017, en la lista de Unidad Ciudadana, el brazo político que ideó inicialmente Cristina Kirchner para competir contra el macrismo. Su carrera exhibe hoy progresos: preside la comisión de Legislación del Trabajo, es miembro del Consejo de la Magistratura y es, sobre todo, una de las espadas legislativas de mayor confianza de la vicepresidenta. Es ahora candidata a renovar su banca en el Congreso.
Su carrera política despegó tras una jugada audaz en el terreno gremial. En 2014 desafió a Julio Piumato, jefe de la Unión de Empleados Judiciales de la Nación (UEJN) desde 1990, y lo derrotó en las urnas en la seccional de Capital Federal. Tras esa victoria, se abrió de la UEJN y formó el Sindicato de Trabajadores Judiciales (Sitraju), que tiene personería gremial en el ámbito porteño, pero no en el resto del país, según precisaron a LA NACION fuentes gremiales y del Ministerio de Trabajo.
El Sitraju es un sindicato pequeño, pero que gana poder e influencia en los tribunales porteños. Está enrolado en la CGT, y en el ajedrez sindical se ubica en la Corriente Federal, una agrupación sindical que encabeza el bancario Palazzo.
En la CGT, tras la reunión de consejo directivo de ayer, se volvió a poner paños fríos y a dilatar la posible incorporación a la central de los gremios que integran la CTA de los Trabajadores, que encabeza el kirchnerista Hugo Yasky. En sus charlas con los sindicalistas, Alberto Fernández suele insistir en la necesidad de la unidad sindical, un deseo poco probable.
“Hay pocas posibilidades de que haya unidad entre la CGT y la CTA, casi ninguna. Una parte de la CGT, la que se denomina mesa chica, ni bien se enteró que la CTA proponía unificación, no quisieron”, dijo Yasky en AM 530. Y agregó: “Estamos convencidos de que es necesaria la unificación, pero hace falta una voluntad convincente. No sirve que estemos convencidos y que del otro lado nos traben la puerta”. Yasky es otro de los diputados del Frente de Todos que buscará renovar su banca de la mano del kirchnerismo.
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