Juntos por el Cambio: un tenso encuentro que duró apenas ocho minutos

Los cuatro jefes partidarios del espacio político fueron a una reunión que terminó sin resultados y con la coalición dividida.

Expectativa por la visita de Mauricio Macri a Córdoba. Reproches cruzados por los contactos con exponentes del kirchnerismo

Por: Ricardo Carpena

El tema que tiene en vilo a la oposición mereció este lunes 8 minutos de debate entre los jefes de los partidos de Juntos por el Cambio. En esos 480 segundos discutieron sobre la incorporación de Juan Schiaretti y José Luis Espert a la coalición. Por las diferencias tuvieron que pasar a un cuarto intermedio. Ni siquiera pudieron compartir una conferencia de prensa. No fue un buen lunes para JxC.

La falta de resultados del encuentro de Federico Angelini (PRO), Gerardo Morales (UCR), Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica) y Miguel Angel Pichetto (Encuentro Republicano Federal) dejó en estado de shock a la dirigencia opositora. ¿Cómo seguirán ahora? ¿Se pueden reanudar las charlas si no hay un mínimo acuerdo acerca de cómo preservar la unidad? Para los “halcones” del PRO, los que impulsan el ingreso de Schiaretti quieren “romper” Juntos por el Cambio. Para los partidarios de ampliar la coalición, el ala dura del PRO tiene de “rehén” al resto de los miembros de JxC porque desde hace un mes no tomó una decisión sobre Espert, un punto menos controvertido que el otro.

La tensión derivó en una escalada de declaraciones ásperas, sobre todo de Morales y de Patricia Bullrich, que continuarán seguramente este martes cuando Mauricio Macri visite Córdoba: hablará a las 8 por una radio local, al mediodía dará un discurso en la Bolsa de Comercio y a las 18.30 presentará su último libro en el salón Alto Botánico. Se mostrará con Luis Juez, el candidato a gobernador provincial de JxC que hace 24 horas viajó de urgencia a la ciudad de Buenos Aires para plantearle a los jefes de la coalición opositora que considera grave e inexplicable la incorporación de Schiaretti.

Macri se metió de lleno en este conflicto. Formó parte de la estrategia bullrichista y en las últimas horas estuvo en contacto con la candidata presidencial y Angelini para analizar el nuevo escenario en Juntos por el Cambio: escucharon el informe del titular del PRO y acordaron mantener su postura.

En la vereda contraria, los operadores de Horacio Rodríguez Larreta evalúan cómo lograr que el PRO no continúe “subordinado a la campaña bullrichista”. Algunos larretistas amenazan con convocar a la asamblea partidaria, que requiere del voto de los dos tercios para aprobar iniciativas de índole electoral como las alianzas. Los dos sectores aseguran tener la mayoría. Sin embargo., Angelini afirmó que “la asamblea de Pro ya se reunió y resolvió cuáles son los mecanismos para estos casos, que se resuelven con la firma del presidente y el secretario general del partido”. El secretario general es el larretista Eduardo Macchiavelli, secretario de Proyección Federal del gobierno porteño.

Así, trabado como está el dilema que representan Schiaretti y Espert, Juntos por el Cambio deberá definir con quiénes se aliará antes de que el 14 de junio venza el plazo legal para su presentación. Los entendimientos previos dificultan una solución: en abril de 2022 se firmó el “Acuerdo de Buenas Prácticas”, cuyo punto 6 establece que “la inclusión de nuevos partidos como miembros de JxC debe ser aprobada por la unanimidad de los partidos que conforman la Mesa Nacional”. Es decir, basta con la opinión negativa de un integrante de la coalición, como el PRO en este caso, para que se frustre el ingreso de otros partidos. Es justamente lo que está pasando hoy.

Por eso Morales planteó en la reunión de ayer que se debata un cambio de las reglas de juego: que ese tipo de temas se puedan decidir por mayoría. Aquí también hay tres votos (Morales, Ferraro y Pichetto) contra uno (Angelini). La intransigencia del titular del PRO hizo que su par de la UCR lo chicaneara en la reunión de ayer: “¿Pero hablás en nombre de todo el partido o de sólo un sector?”.

Las dificultades para consensuar una posición hizo que cada fracción le atribuyera a la otra una cercanía con dirigentes kirchneristas. Así como Bullrich recordó que Schiaretti “votó contra los fondos de la Ciudad o la nueva moratoria jubilatoria que aumenta el gasto de los jubilados” y Angelini le apuntó a Florencio Randazzo y Diego Bossio por haber sido funcionarios de Cristina Kirchner, desde el larretismo replicaron con el mismo tipo de artillería: deslizan que Pablo Paladino, ex director de Fútbol para Todos y cercano a Aníbal Fernández, es armador de Bullrich en la Tercera Sección Electoral de la provincia de Buenos Aires y que Gabriel Mércuri, hijo del histórico duhaldista que fue presidente de la Cámara de Diputados bonaerense, es el candidato bullrichista a intendente en Lomas de Zamora.

Cerca del jefe de Gobierno son impiadosos con Macri, de quien remarcan su amistad con Schiaretti, forjada al calor de la gestión presidencial, pero, sobre todo, un encuentro realizado en abril en sus oficinas de Olivos con Martín Llaryora, el candidato a gobernador del schiarettismo que competirá con Luis Juez. “¿Hay un Schiaretti bueno y uno malo?”, ironizan. Waldo Wolff, secretario de Asuntos Públicos de la ciudad, usó la misma lógica: “¿Cómo es la cosa? José Luis Espert ahora no, pero Ricardo López Murphy en 2021, sí. Miguel Ángel Pichetto en 2015 sí, pero Juan Schiaretti, ahora no. Joaquín De la Torre, que fundó el Frente Renovador de Massa sí, pero Martín Redrado, no. Margarita Stolbizer, no, pero García de Luca que está en el bloque con ella y dejó el PRO, sí”.

Larreta nunca ocultó su proyecto de alcanzar el “consenso político del 70%” para hacer las reformas necesarias y garantizar la gobernabilidad en caso de que se convierta en presidente de la Nación. En su entorno sostienen que recién hace un mes y medio se profundizó el diálogo entre representantes de Schiaretti y de Larreta: hubo varias comidas en la casa de un operador larretista de las que participaron Florencio Randazzo y Diego Bossio, por el sector del gobernador cordobés, y Augusto Rodríguez Larreta, hermano del alcalde porteño. A partir de allí se sucedieron desayunos del jefe de Gobierno con Schiaretti y Randazzo, donde se habló de la idea de buscar “puntos de acuerdo”. Luego siguieron encuentros del mandatario cordobés con referentes de JxC como Morales.

Ahora, el larretismo a pleno salió a bancar a su líder. “Horacio hace esta convocatoria para ampliar no solamente la base electoral, sino para asegurarle a los argentinos la gobernabilidad necesaria para emprender esas transformaciones que se necesitan”, dijo Jorge Telerman, director del Teatro Colón y uno de los dirigentes que más escucha Larreta. “Schiaretti, Espert, Manes, y antes López Murphy, son expresiones de un JxC que tiene la función de ampliarse para el desarrollo. En Argentina para poder gobernar bien necesitás de un acuerdo mucho más amplio que para sólo ganar una elección”, opinó Fernando Straface, secretario general y de Relaciones Internacionales de la ciudad.

Bullrich cree que la jugada de Schiaretti apunta, en el fondo, a restarle apoyos electorales en una provincia como Córdoba, en la que tiene predicamento. De la misma forma, piensa que el ingreso de Espert es una maniobra larretista que apunta a debilitarla, sacándole votos duros y liberales. Aun así, entre sus colaboradores advierten que la polémica en JxC puede favorecerla: de por sí, la candidata presidencial estuvo este lunes en Mendoza en contacto permanente con el radical Alfredo Cornejo, candidato a gobernador, y con quien definirán quién la secundará en la fórmula. ¿Vuelve el nombre de Rodolfo Suárez, el actual mandatario provincial, para acompañarla en el binomio?

Hasta un moderado a ultranza como Ferraro, el presidente de la Coalición Cívica, se endureció en las últimas horas contra la actitud del PRO por Schiaretti y Espert: “Pasamos a un cuarto intermedio para poder preservar la unidad. Pedimos que el PRO reflexione, convoque a sus órganos y deje de tener a merced a todo JxC y tenga actitud de grandeza y generosidad”, dijo. Y agregó: “Nosotros vamos a seguir apostando a la amistad política, a la unidad y la amplitud, como siempre lo hicimos”.

Al final del fugaz encuentro, las caras largas y una atmósfera de tensión dominaban el Comité Nacional de la UCR, el mismo partido de donde surgió Raúl Alfonsín: “El diálogo no es nunca la sumatoria de diversos monólogos sino que presupone una actitud creadora e imaginativa por parte de cada uno de los interlocutores”, dijo el ex presidente al asumir. Cuarenta años después, aún está pendiente un diálogo de ese tipo para ampliar la coalición opositora. Y que dure mucho más que 8 minutos.

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