Fue senador y la política lo dejó salir en silencio cuando se conoció el caso. La Fiscalía y la querella señalaron que usó ese poder para abusar y violar a su sobrina y que ahora lo llevó a una cárcel.
José Alperovich tuvo todo el poder que una persona puede tener: económico, político y judicial. Lo usó durante más de 10 años como gobernador de Tucumán. Y ese mismo poder fue el que utilizó para cometer uno de los delitos más aberrantes, como es el de abusar sexualmente y violar a una persona, como consideró ayer la justicia. Fue condenado ayer a 16 años de prisión y quedó detenido en una cárcel federal.
Sentado en una silla, con la cabeza gacha y las manos apretadas escuchó del juez Juan María Ramos Padilla que cometió nueve delitos sexuales contra su sobrina mientras era su secretaria y hacía campaña para un nuevo mandato “mediando para su comisión intimidación, abuso de una relación de dependencia, de poder y de autoridad”. Y luego “disponer en este acto la detención de José Jorge Alperovich y su inmediato traslado a una unidad carcelaria del Servicio Penitenciario Federal”. Salió de la sala de audiencias escoltado por oficiales.
Alperovich viene de una familia de mucho dinero de la provincia de Tucumán. Su padre era dueño de propiedades y de concesionarias de autos. La fortuna la acrecentó con otros negocios, como el agropecuario con campos en distintos lugares del país. A mediados de los 90 comenzó a construir su carrera política en la Unión Cívica Radical, partido por el que en 1995 fue legislador provincial. En 1999 pasó al gobierno peronista de Julio Miranda como ministro de Economía y en 2001 fue electo senador nacional.
Desde allí todo fue poder acumulado. En 2003 ganó la elección para gobernador con el 44,4 por ciento de los votos. Su llegada coincidió con la de Néstor Kirchner a la presidencia de la Nación. Alperovich fue uno de los gobernadores más aliados al kirchnerismo. Y pasó a ser uno de los “radicales k”.
En 2006 logró la reforma de la Constitución de la provincia que no permitía la reelección, que luego iba a obtener dos veces. En 2007 con el 78,1 por ciento de los votos y en 2011 con el 69,89 por ciento. Alperovich fue el único gobernador de Tucumán con tres mandatos.
Durante esos años en la provincia nadie se le oponía. Logró construir un poder político que lo transformó en un caudillo. Así, no solo tenía el mando del Poder Ejecutivo y de la Legislatura, sino que logró también extenderlo al Poder Judicial. Fue el gobernador que más jueces nombró y logró designar a tres de los cinco integrantes de la Corte Suprema de Justicia de la provincia. Dos de ellos -Antonio Estofán y Daniel Posse- fueron funcionarios de su gobierno. Alfredo Dato, presidente de la Corte Suprema cuando Alperovich asumió, fue primer candidato a diputado nacional en 2007 en la lista del Frente para la Victoria. El tercer nombramiento en el máximo tribunal fue el de Claudia Sbar, relatora de Dato y su asesora en la Cámara de Diputados. Pero además Alperovich designó al actual procurador de la provincia -el jefe de los fiscales-. Es Edmundo Jiménez, quien había sido ministro de Gobierno y Justicia de su administración.
Esa construcción en la justicia tuvo un sentido. Según una investigación de la periodista tucumana Irene Benito publicada en Chequeado en 2018, Alperovich fue el funcionario más denunciado pero ninguna de las 29 causas en su contra avanzó en la justicia provincial y federal de Tucumán. Y de 219 expedientes que se iniciaron entre 2005 y 2017, solo uno logró condena firme. Fue el caso de un comisario y dos agentes de la policía condenados por el encubrimiento agravado y adulterar un acta en el crimen de la joven Paulina Lebbos, en 2006.
Fue un caso que conmocionó a la provincia, similar a lo que ocurrió en la Catamarca de Ramón Saadi con el crimen de María Soledad Morales, en 1990. Paulina fue asesinada el 26 de febrero de 2006 luego de salir de un boliche. Su cuerpo fue encontrado 13 días después al costado de la ruta provincial 341. Como en Catamarca, el caso tuvo su hipótesis de la participación de “los hijos del poder”. Los dos hijos varones de Alperovich fueron investigados y sobreseídos.
En 2021, la Corte Suprema de Tucumán confirmó las condenas del ex secretario de Seguridad de Alperovich, Eduardo Di Lella, del ex jefe de Policía Hugo Sánchez, del ex subjefe de Policía Nicolás Barrera, del ex subjefe de la Regional Norte Rubén Brito y el ex policía Waldino Rodríguez. Y ordenó profundizar la investigación sobre otros ex funcionarios, entre ellos el propio Alperovich, con el poder menguado y con la causa de abuso sexual y violación avanzada.
En 2015, ya sin posibilidades de ser reelecto, Alperovich asumió como senador nacional, cargo que ya había ejercido. Pero además su esposa, Beatriz Rojkés, era a quien reemplazaba en la cámara. En 2011 fue la presidenta provisional de la Cámara alta y de las mujeres de más confianza de la entonces presidenta Cristina Kirchner.
Cuatro años después, Alperovich quiso volver a la provincia. Pero a quienes había apadrinado en la política como Juan Manzur y Osvaldo Jaldo habían heredado su poder. Esa fórmula se impuso en las elecciones y Alperovich quedó cuarto. “Juró por el mejor gobernador de la historia de la provincia de Tucumán, José Alperovich”, había dicho Jaldo cuando asumió en 2013 como diputado de la nación. Jaldo es el actual gobernador de la provincia y un aliado del presidente Javier Milei.
En ese 2019 de derrota, Alperovich seguía como senador cuando su sobrina -MFL- lo denunció por abuso sexual. La joven comenzó a trabajar en 2017 como su secretaría privada y luego en la campaña electoral para la gobernación. Hija de un primo de Alperovich, MFL denunció que ese año y en 2018 el ex gobernador abusó y la violó en su departamento de Puerto Madero, en su casa en Tucumán y en un auto.
Para su defensa, Alperovich contrató a uno de los estudios de abogados más reconocidos del país, el de Mariano Cúneo Libarona, quien lo representó hasta que asumió como ministro de Justicia del gobierno de Milei. Pero otros abogados de su estudio siguen con la defensa. La causa se dirimió si debía investigarse en la justicia de Tucumán o en la de la ciudad de Buenos Aires. La Corte Suprema de Justicia de la Nación resolvió el conflicto y el expediente quedó en los tribunales porteños.
Cuando se conoció el caso, el entonces senador se tomó licencia en el cargo con Cristina Kirchner al frente del Senado durante el gobierno de Alberto Fernández. La política lo dejó salir en silencio por la puerta de atrás hasta que en 2021 venció su mandato.
Fue enviado a juicio oral y pidió ser juzgado por un juicio por jurados. “Lo he pensado con mi familia, abogados, y quiero ser juzgado en los términos que establece la Constitución Nacional, a través de un jurado popular. Que el pueblo, en democracia, juzgue si los hechos que me atribuyen son reales o no”, había reclamado, pero el planteo fue rechazado porque los jurados no están reglamentados para la justicia nacional.
En febrero pasado comenzó el juicio oral. Tanto la Fiscalía como la querella dieron por probados los nueve casos de abuso sexual por los que fue juzgado. Y ambas partes coincidieron en que Alperovich se valió de su poder para cometerlos y reclamaron que sea detenido.
“Se puede afirmar, más allá de toda duda razonable, que José Jorge Alperovich es el autor de todos los hechos que ocurrieron en diferentes domicilios ubicados tanto en esta ciudad como en San Miguel de Tucumán y en el vehículo de Alperovich. Para cometerlos, el imputado se valió de su enorme poder que detentaba a nivel laboral, familiar y político en toda la provincia. Él había sido elegido tres veces gobernador y era, para la época de los hechos, senador nacional y asesor ad honorem para la provincia”, dijeron en sus alegatos Carolina Cymerman y Pablo Rovatti, los abogados del Programa de Asistencia y Patrocinio Jurídico a Víctimas de Delitos de la Defensoría General de la Nación que representaron a la víctima.
En la misma línea se pronunció el fiscal Sandro Abraldes. “Este juicio es un juicio de la impunidad del poder. José Alperovich estuvo siempre ubicado arriba, en una posición de poder amplio, y MFL muy por debajo, en un área de sometimiento. No la quería para trabajar con él, la quería para la cama. El gran mandón puede hacer lo que quiere, cuando quiere. Así es que la convirtió en un objeto de su placer sexual”. sostuvo.
La defensa del ex gobernador buscó desacreditar a la víctima. “No la abusé, estoy muerto en vida. Sé que todos dirán lo mismo, pero yo quiero decirle, señor juez, que tengo 68 años, 11 nietos, 4 hijos. Quiero la verdad, porque esto me mató. ¿Voy a arruinar mi vida a esta edad? Yo no abusé de ella. Esta causa fue armada”, dijo Alperovich en el juicio.
Ya sin ningún poder político, el tres veces gobernador se quedó sin el apoyo público de dirigentes. Al veredicto lo acompañaron sus cuatro hijos, los únicos que lo abrazaron y despidieron antes de ser trasladado a una cárcel federal.
La causa judicial continuará porque la condena será apelada por su defensa. Habrá nuevas instancias, inclusive la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Pero nada le devolverá a Alperovich el poder pleno que supo utilizar contra una mujer y que hoy lo llevó a la cárcel.
Martín Angulo