El candidato presidencial es el eje sobre el cual orbitan distintas tribus y figuras; qué rol tiene cada uno y cómo podrían disputar lugares en un eventual gobierno libertario
Por: Maia Jastreblansky
En La Libertad Avanza, Javier Milei es un núcleo alrededor del cual orbitan distintos grupos e individuos, que tienen entre sí mayor o menor sintonía –y a veces conflicto– pese a que todos crecieron en muy poco tiempo y al calor de la figura de su líder. Tener “llegada directa a Javier” es un activo crucial y motivo de vanidad entre la dirigencia libertaria. El candidato presidencial administra su centralidad y dosifica de forma radial el lugar que le da a cada tribu o figura. Son todos bandos que –accedan o no a la Presidencia– disputarán poder en la Argentina que viene.
La primera línea que puede trazarse al interior de La Libertad Avanza es entre el ala política y los equipos técnicos. Hasta ahora, el armado territorial y la campaña corrieron de forma paralela a la construcción de un eventual gabinete libertario. Hay candidatos que podrían tener lugares en un organigrama del Poder Ejecutivo –las candidatas a diputadas Diana Mondino y Sandra Pettovello son algunos ejemplos– pero hasta acá los dos planos corrieron en paralelo.
Si Milei llega a ganar la elección, difícilmente esa división persista así, porque comenzará el loteo del botín. “Hay gente de la campaña que puede que no esté en el gobierno”, advirtió un referente y candidato libertario en el sprint final. Y acotó: “Acá nadie le debe nada a nadie. Si ganamos, los lugares sobran”.
Milei, que reniega de la rosca política y de la actividad proselitista clásica (nadie logró convencerlo para que se tome fotos con candidatos locales a los que podría haber apuntalado para cosechar más intendencias), está cada vez más volcado hacia los cuadros técnicos y el armado de planes de gobierno. Allí empoderó a dos figuras: Nicolás Posse, el jefe de los equipos y el eventual “jefe de gabinete”; y Guillermo Francos, potencial “ministro del Interior” y a quien le entregó la llave de la “ambulancia”, como dijo, para sumar referentes y generar la red de relaciones que le permita edificar una gobernabilidad. Bajo la órbita de Posse está Sandra Pettovello, que tendría a su cargo el ministerio de Capital Humano, una mole que aglutinaría las áreas de Trabajo, Desarrollo Social y Salud, donde ya hay tensiones por los intereses en juego.
Milei también le dio atribuciones relevantes a Guillermo Ferraro –eventual “ministro de Infraestructura”–, dado que lo puso como el encargado de la fiscalización para los comicios generales, luego de calificar como vulnerable el cuidado de los votos durante las PASO, un tiro por elevación a parte de los equipos de campaña. El cuadro se completa con Emilio Ocampo, a quien Milei le entregaría la llave del Banco Central para que lo “cierre”: de todos los economistas que deambulan alrededor del libertario fue el que finalmente le ofreció el manual de dolarización que le gustó.
Mondino, que es candidata a diputada en un puesto expectante, actúa como virtual canciller del espacio, y desde hace meses viene generando vínculos con actores relevantes del concierto internacional, mientras evalúa qué hacer con los casilleros que se abrirán en las embajadas. Ella trabaja por su cuenta y tiene espalda suficiente para reportarse directamente ante Milei. Algunos de los potenciales ministros están trabajando en un espacio de coworking alquilado en el barrio de Núñez.
La compañera de fórmula, Victoria Villarruel, también es una unidad aparte. En caso de un triunfo, no solo controlaría el Senado sino que tendría bajo su órbita a dos ministerios, Seguridad y Defensa, en donde colocaría a gente de su riñón. Guillermo Montenegro, mano derecha de Villarruel, es candidato a diputado y es uno de los que aspira a recalar como jefe de bloque.
Candidatos a diputados como “Bertie” Benegas Lynch, Martín Menem, Marcela Pagano o Lilia Lemoine tienen, a su vez, llegada propia al líder libertario y son voceros del espacio. Lemoine fue quien desató la polémica esta semana cuando propuso un proyecto para que los hombres puedan “renunciar a la paternidad”. Con este sistema radial, en La Libertad Avanza buscaron encapsular el conflicto en su figura y despegar a todo el resto de la estructura.
“El Jefe” y las tribus porteñas y bonaerenses
En términos políticos, la geografía de La Libertad Avanza tiene una delimitación natural dada por la General Paz. Los libertarios porteños son una entente que trabaja en torno al proyecto de Ramiro Marra, el candidato a jefe de gobierno y con peso propio en el espacio.
En ese distrito, cuna del proyecto libertario, Marra (presidente del Partido Libertario) trabaja en equipo con Eugenio Casielles, primer candidato a legislador porteño y un referente con buena llegada a Milei. El tándem Marra-Casielles tiene un pasado en la política (fueron candidatos en el armado de Roberto Lavagna en 2019) y cultiva una red de relaciones propia que podría poner al servicio de un eventual gobierno de Milei. A ellos está asociado Oscar Zago, un legislador porteño que creció de la mano de Daniel Angelici y ahora se integró a LLA. Candidato a diputado, es otro de los que suena para ocupar lugares de jefatura en la Cámara baja.
El año pasado, durante la construcción del proyecto a nivel país, los libertarios de la Ciudad entraron en tensión con el designado armador nacional, Carlos Kikuchi, que fue quien reclutó candidatos y tejió acuerdos a toda velocidad con partidos políticos de distintas provincias. Carlos Maslatón fue quien en su momento ventiló en Twitter esa interna: ponderó a Marra y a Casielles, criticó los pactos que cerró Kikuchi y dijo que él y sus colaboradores “dejaron tirados a 350 grupos pro Milei”. El líder libertario, luego de esos tuits, cortó todo vínculo con Maslatón y dijo que nunca había sido parte de su estructura.
Pese a que en La Libertad Avanza buscaron bajar la espuma –el grupo porteño se circunscribió al bastión de la Capital Federal, y Kikuchi y sus laderos, al interior– los chispazos siguieron, de forma soterrada, hasta hoy y abren interrogantes a futuro, en caso de un triunfo libertario.
Kikuchi es, en la campaña, mano derecha de Karina Milei, “El Jefe”, según la bautizó su hermano. Ella centralizó casi todas las decisiones de la campaña; manejó y cuidó la agenda del candidato, sus reuniones y actividades, pese a que el economista tiene siempre la última palabra. En el acto de cierre en el Movistar Arena, Milei dijo que su hermana explica el “99%” del éxito del fenómeno libertario. También tuvo guiños hacia Marra (“un gran amigo”, le dijo) cuando cuestionó a su principal contrincante en la Ciudad, Leandro Santoro (Unión por la Patria).
La otra figura que recibió elogios de Milei en el Movistar Arena fue el consultor Santiago Caputo. El líder libertario habló de él sin nombrarlo, con un párrafo solo para entendidos. Le hizo un favor, porque Caputo pretende mantenerse con bajo perfil. De trato directo y cotidiano con el líder libertario, el asesor político fue ganando volumen en La Libertad Avanza como virtual consejero y “gurú”. Tiene una escuela conocida en la política argentina, porque supo trabajar durante años bajo el ala de Jaime Durán Barba.
Bajo la órbita de Kikuchi, en tanto, en la provincia talla fuerte el armador territorial, Sebastián Pareja, que en la boleta es candidato a senador bonaerense. Encargado de la fiscalización provincial y de la relación con los candidatos a intendentes, de cara al futuro se perfila con un rol político y territorial. Para atender la hipótesis del conflicto social en las calles, es uno de los que está tejiendo vínculos con varios sindicatos para hacer de contrapeso a las organizaciones sociales.
Pareja ahora trabaja coordinado con la candidata a gobernadora, Carolina Píparo, aunque en el inicio de la campaña habían tenido rispideces. En la provincia hay otro grupo de dirigentes con peso propio, integrado, entre otros, por el diputado provincial, Nahuel Sotelo y por el asesor de Milei en el Congreso y candidato a diputado nacional, Santiago Santurio. Sotelo es el líder de “La Julio Argentino”, la agrupación juvenil conservadora que busca ser la contracara de lo que en sus orígenes fue La Cámpora.
Maia Jastreblansky
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