Los jueces despidieron el año en pie de guerra por el Impuesto a las Ganancias.
En la cena anual de la Asociación de Magistrados, el flamante representante de la entidad le advirtió al Gobierno que no los use para mejorar su imagen y defendió la dignidad del salario. El presidente de la Corte, Carlos Rosenkrantz, abogó por jueces «sin poder» y que acepten los desafios del cambio
Por Patricia Blanco
El presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Rosenkrantz, brindó por «jueces independientes», «con autoridad y sin poder» que «sean capaces» de afrontar «el cambio en la Argentina» que afecta «intereses creados». «No importan los costos personales o institucionales que debamos pagar», dijo. Fue ante un auditorio de 400 magistrados que terminaba de rechazar de plano y en duros términos el pago del Impuesto a las Ganancias para cualquiera de sus funcionarios.
El flamante titular de la Asociación, Hernán Monclá (juez de la Cámara Comercial) le advirtió al Gobierno que no busque «ahondar» un enfrentamiento con el Poder Judicial «para lograr una mejora en su imagen a costa del derrumbamiento de la nuestra» o «una herramienta de presión» siguiendo «intereses subalternos».
«Si la solución que se pretende desde la política consiste en echar por tierra la tranquilidad económica mínima que debe asistir a quien asume la difícil tarea de disponer del honor, la libertad y la propiedad de sus semejantes, lejos de propiciar una solución claramente estaríamos generando un nuevo inconveniente», aseguró.
La escena se desarrolló anoche en un hotel de Puerto Madero durante la «cena de camaradería» de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, un evento que se hace todos los años y que sirve de escenario para hacer balances y definir los próximos pasos.
La reunión tuvo lugar apenas diez días después del fallo de la Corte Suprema de Justicia que rechazó una medida cautelar de esa agrupación para evitar que a los nuevos integrantes del Poder Judicial les descuenten el impuesto a las Ganancias y en medio de un intento latente del oficialismo por extender el pago de ese tributo al resto de los sueldos de tribunales. La semana próxima, ademas, el Gobierno avanzará con la implementación del impuesto para los jueces y empleados nombrados a partir de 2017.
El ministro de Justicia, Germán Garavano, se acercó hasta el hotel para saludar a varios de los organizadores pero no se quedó para la cena a escuchar los discursos. También estuvo subsecretario Juan Bautista Mahiques –representante del Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura y enlace con el Poder Judicial-. El que ocupó un lugar destacado en el agasajo fue Pablo Clusellas, secretario Legal y Técnico de la Presidencia.
Los jueces de la Cámara de Casación Federal tuvieron un lugar preferencial. En la misma mesa se sentaron los jueces Eduardo Riggi, Liliana Catucchi, Carlos Mahiques y los recién llegados Daniel Petrone y Diego Barroetaveña. Un rato después llegó el juez Mariano Borinsky. Los acompañó el fiscal de Casación Raúl Pleé y algunos abogados.
A unos pasos de distancia, se ubicaron los jueces de la Cámara Federal Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, que deben revisar la causa de los cuadernos de la corrupción; en otra mesa estaba el juez Mariano Llorens, que integra con ellos la Sala I de ese tribunal.
No hubo jueces de primera instancia de Comodoro Py, aunque no faltó la jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado. También estaban miembros de tribunales orales, como Néstor Costabel, que el día anterior había resistido en soledad a la excarcelación de Amado Boudou; Jorge Gorini –que prepara el primer juicio oral contra Cristina Kirchner por la causa de la obra pública- o José Michilini – que tiene en sus manos el debate contra el ex secretario de Obras Públicas José López por enriquecimiento ilícito-. Además, se hicieron presentes la aspirante oficial a la Procuración General de la Nación, Inés Weinberg de Roca, y el actual titular de ese organismo, Eduardo Casal.
El menú les deparó a los comensales una terrina de ricota y albahaca, una porción de lomo con papas y un postre de chocolate blanco y mermelada. Pero la atención no estuvo puesta en la comida sino en los saludos, las presencias y los discursos.
Primero fue el turno de la saliente presidente de la Asociación, María Lilia Gómez Alonso de Díaz Cordero, quien lamentó que sus esfuerzos en 2017 estuvieron destinados a evitar «males mayores» como el «desmembramiento de la Justicia Nacional, la intangibilidad de las remuneraciones, el respeto a la carrera judicial, la independencia de los jueces en cuanto al contenido de sus sentencias».
«Hoy nos angustia especialmente la situación de los secretarios, que después de largos años de carrera pueden ver disminuidos sus ingresos por el impuesto a las ganancias», dijo en medio de aplausos. La magistrada agregó que «esa retención implica una auténtica confiscación de sus ingresos, y provoca una situación de desigualdad y retrogradación afectando fundamentalmente la intangibilidad de su salario dentro de la carrera judicial, en desmedro de la independencia y el principio de igualdad».
Luego fue el turno de su sucesor, Monclá, que esa misma tarde había asumido su cargo en medio de tironeos por los cargos a ocupar dentro del organigrama de la entidad.
Lo que llegó fue un discurso más duro en términos políticos a la hora de rechazar reducciones salariales para los jueces. Habló del importante rol de la justicia y de las expectativas depositadas por «la ciudadanía, las instituciones públicas y el periodismo» en «el juzgamiento de delicadísimo casos de corrupción pública» y en «la contención judicial de complejos fenómenos sociales que se originan en los inconvenientes que ha registrado la marcha de la economía».
Monclá reclamó «asegurar la dignidad de la remuneración» y un «sistema más justo» precisamente para la Justicia. «Mucho se ha hablado por estos días con la mayor intensidad conocida de la aplicación del régimen de impuesto a las Ganancias en el ámbito que nos comprende –dijo-. Lo que algunos ven o intentan hacer ver como privilegios personales en rigor de verdad se trata de garantías en favor del conjunto».
La jueza Elena Higthon de Nolasco había comprometido su asistencia, pero a último momento no asistió. Sobre el final de la noche, para el brindis, Monclá invitó a Rosenkrantz a acompañarlo en el estrado y le cedió la palabra. Tras quejarse en medio de bromas de que la que debía hablar era Highton, el juez se dirigió al auditorio y habló de los «momentos complicados» que viven los jueces.
«Creo que la sociedad ha puesto sobre nosotros ciertas demandas que no son difíciles de honrar y satisfacer. Nos piden mucha más transparencia, mucha más eficacia, más modernidad. Esos tres pedidos requieren de nosotros muchos cambios. No podemos ser autoindulgentes. Son cambios que van a ser difíciles de instanciar porque, como todo cambio, implica afectar intereses creados», dijo.
«Mi brindis –añadió- va a ser una salutación a la posibilidad de ese cambio. Creo que para cambiar los jueces buenos nos tenemos que constituir en red y comprometernos con hacer posible ese cambio, no importan los costos personales o institucionales que debamos pagar. Por eso brindo. Por jueces independientes, por jueces con autoridad y sin poder, y por jueces que sean capaces de instanciar el cambio que la Argentina necesita de sus jueces para poder sentirse orgullosos de ellos. Salud».
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