Política

Expulsión K, el pedido de la CGT que incomoda a Massa y la traición de Barrionuevo a Milei

Los gremios presionan para que el ministro desplace al kirchnerismo en caso de llegar a la Casa Rosada; otras razones del divorcio del gastronómico con el libertario

Por: Nicolás Balinotti

Sergio Massa todavía no ganó el balotaje, pero en el peronismo ya se proyecta una dramática pelea por el poder. Rencorosos y con cuentas pendientes, los sindicalistas que mandan en la CGT esperan agazapados la nueva etapa, para la que le exigieron al ministro de Economía “más peronismo y menos kirchnerismo”. El mensaje transmitido al candidato amenaza con tensionar la unidad que se exhibe en tiempos de campaña.

Los gremios apuestan, en primer lugar, a que el movimiento obrero integre la mesa de decisiones de una eventual gestión massista. No quieren ser desplazados como les sucedió con Cristina Kirchner. Por eso, hasta ya hubo un pedido formal para ubicar a un hombre o una mujer propia en el Ministerio de Trabajo. Hay algunos nombres en danza, aunque ninguna decisión tomada. Antes hay que derrotar a Milei y domar a la inflación para alejar el fantasma de la híper.

Hubo el domingo un detalle en el búnker de Unión por la Patria que pasó casi de inadvertido, pero que expone las tensiones y diferencias entre algunas tribus. En desacuerdo con los movimientos de sus colegas cegetistas, Mario Manrique no fue hasta el complejo de Chacarita ni siquiera para celebrar su ingreso a la Cámara de Diputados. El dirigente del Smata fue candidato por su cercanía a Máximo Kirchner más que por un reconocimiento a los gremios de los armadores de las listas de Unión por la Patria. Manrique es el sindicalista que amenazó a empresarios con “prenderlos fuego” y “romperles el orto” por aumentar los precios. Su arrebato retórico se contradice con la mirada más racional que prima hoy en la CGT, en donde entienden que sin capital no hay trabajo y que sin diálogo no hay acuerdo posible.

“Massa tiene la oportunidad de salir de la matriz kirchnerista, de dejar atrás la grieta y la lógica amigo-enemigo. Dejaron una sociedad rota. Es necesario el diálogo y la concertación”, dice un jerárquico de la CGT que se atreve a ubicar al kirchnerismo como furgón de cola del peronismo que imagina que se viene. “No es una cuestión de ir contra ellos, contra Cristina. Es necesaria ahora la unidad nacional para estabilizar la economía y dar certidumbre”, agrega el mismo dirigente, una de las voces más influyentes dentro y fuera de la central obrera.

Del mapa sindical, comparten esta mirada el sector de “los Gordos”, cuyo jefe es Héctor Daer, y los autodenominados “independientes”, entre quienes se destacan los estatales Andrés Rodríguez y José Luis Lingeri, y Gerardo Martínez, de la Uocra. Pablo Moyano comenzó a estar más alineado con este equipo. ¿Deskirchnerización o pragmatismo del camionero? Dicen que tuvo mucho que ver en el giro una charla con su padre después de aprobarse en el Congreso la virtual eliminación del impuesto a las ganancias. El tributo que pesa sobre los salarios fue una de las banderas de lucha del clan Moyano y uno de los motivos por el que Hugo, en 2011, rompió su alianza con Cristina Kirchner. Fue Moyano padre quien allanó el camino para que su hijo concilie con los dos sectores que manejan hoy la CGT.

En la hoja de ruta sindical, además de formar parte de una eventual gestión de Massa, se pretende impulsar un cambio en la toma de decisiones del peronismo. Terminar con la política de la lapicera, como lo metaforizó Gerardo Martínez. El jefe de la Uocra, como muchos de sus colegas en la CGT, responsabilizaron a Cristina Kirchner por la caída electoral de 2021. “Se impusieron candidaturas. No se puede volver a repetir. Hay que institucionalizar el peronismo, que nadie tenga una lapicera más grande o una voz más fuerte. Es saludable terminar con las candidaturas a dedo”, dijo Martínez a fines del año pasado, cuando por entonces faltaba un semestre para definir las candidaturas que están hoy vigentes. Se entiende entonces la reacción urgente de un grupo de gobernadores y sindicalistas que se opusieron el 24 de junio pasado al binomio Wado de Pedro-Manzur e impulsaron en tiempo de descuento la postulación de Massa como el presidenciable del oficialismo.

En la cabeza de Manrique no es la única en la que hierven las elucubraciones sobre lo que podría hacer Massa en caso de ganar. “Se siente que se viene una etapa sin kirchnerismo”, reconoce un dirigente sindical que hasta hace poco jugaba en tándem con La Cámpora. Heridas sin cicatrizar desde aquella amenaza de campaña de Massa, hace ocho años, de “meter presos a los corruptos y barrer a los ñoquis de La Cámpora”.

En ese nuevo reparto que parece inexorable, distinguen en el PJ a Massa y Kicillof como el nuevo polo de poder. Hay quienes ven un choque inevitable y otros el nacimiento de una alianza de acero capaz de neutralizar al kirchnerismo duro. Alguien por estos días exageró: “Tienen juntos 20 años por delante”. Descuenta un triunfo de Massa en el balotaje, su reelección en 2027 y luego el turno del actual gobernador bonaerense. Proyecciones a largo plazo que son imposibles en un país volátil y en crisis.

La fugaz alianza Barrionuevo-Milei

Diferente es hoy el semblante en la oposición, atomizada a la espera del reordenamiento que impongan las urnas tras el balotaje y al nuevo mapa legislativo. La alianza entre Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Milei, si es que perdura más allá del 19 de noviembre, prevé entonces un frente liberal y de ultraderecha, por un lado, y lo que quede de Juntos por el Cambio (JxC), por el otro. Pero antes está la segunda vuelta electoral. Surge un gran dilema en La Libertad Avanza después de comprobar en las elecciones generales que no se pudo superar el 30% de las PASO ni siquiera con más fiscales. El pacto entre Milei y Macri, además de avanzar en una eventual coalición, también comprende un despliegue de voluntarios para cuidar los votos el domingo electoral. Este ítem de la negociación cobra más relevancia después del quiebre del acuerdo entre los libertarios y Luis Barrionuevo, quien había prometido “200 mil fiscales”, pero al que acusan de no haber cumplido “ni siquiera con un 10 por ciento”.

El apretón de manos entre Barrionuevo y Milei se dio a los pocos días del triunfo del libertario en las PASO. Fue un acuerdo de financiamiento y fiscalización, conversado en Nordelta, donde vive la hija del sindicalista. El gastronómico se había comprometido a aportar fiscales en Buenos Aires, Catamarca, Chaco, Entre Ríos, Santiago del Estero, Jujuy, La Pampa, Misiones, Río Negro y Santa Fe. Sin embargo, el despliegue de gastronómicos se habría dado solo en cinco distritos y no en la cantidad prometida. Por ejemplo, en Lanús, prometió 290 personas, pero solo fueron 160, según precisaron fuentes de La Libertad Avanza. Puede resultar irónico, pero no hubo aporte de voluntarios en Catamarca, la tierra donde el gastronómico conserva influencia política. Y en Córdoba se dio otro dato curioso: Juan Carlos Rouselott, el hombre de Barrionuevo en la provincia, jugó con su tropa para Milei, pero también para Schiaretti. En La Libertad Avanza sospechan que Barrionuevo jugó como “un infiltrado del peronismo”.

El pacto de Milei con Macri y Bullrich sirvió entonces como un atajo para que tanto Barrionuevo como los libertario rompan su fugaz trato por la fiscalización. Barrionuevo se desvinculó de la alianza también por otras razones. Una de ellas es que su excuñado Dante Camaño, con quien está enfrentado en la Justicia por el control de la sede porteña de los gastronómicos, está enrolado en Juntos por el Cambio. La seccional porteña de UTHGRA es una de las pocas del país que tiene superávit y que atesoraría en una cuenta bancaria unos 30 millones de dólares, que “son de los afiliados”, según argumenta Camaño. Barrionuevo pidió ayuda al Gobierno [a De Pedro y a Kicillof] para desbancar al hermano de su exesposa, pero también hizo gestiones en la Justicia con un histórico operador identificado con el radicalismo. Todavía no hay un fallo de fondo que dirima la pelea, que claramente excede las fronteras de una mera interna sindical.

Barrionuevo se contuvo de añadir en su comunicado del jueves las razones por las que él cree que el expresidente blanquea su apoyo a Milei. En privado, sostiene que Macri está preocupado por dos causas judiciales que están en curso, una vinculada a la venta del Correo Argentino al Grupo Macri y la otra por las presuntas intervenciones en la Justicia a través de una “mesa judicial”. La teoría de Barrionuevo no se fundamentaría con avances en los expedientes. Sería un rapto de enojo por haber perdido recientemente el control de la Unión del Personal de Seguridad de la República Argentina (Upsra), un gremio que reúne a vigiladores privados, espías, patovicas y policías exonerados y en el que puso en pie a fines de 2019, cuando la gestión de Cambiemos estaba en retirada y él era un aliado del macrismo.

Nicolás Balinotti

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