Después de las declaraciones de Alberto Fernández, quien pateó el hormiguero al decir que dejaría de pagar intereses de las Leliq para aumentar un 20% de la jubilaciones, sus propios economistas salieron a matizar sus palabras, mientras analistas del sector privado cuestionaron el impacto que la medida tendría sobre la economía.
Guillermo Nielsen, ex secretario de Finanzas durante la presidencia de Néstor Kichner, habló por radio y aclaró que Alberto «no va a dejar de pagar los intereses de las Leliq, ni defaultear el BCRA. Una cosa es pagar menos intereses a partir de generar más confianza y actividad económica, otra defaultear».
«Nadie va a usar las Leliq para financiar el gasto público. Los que sabemos de política monetaria y de política fiscal, sabemos que son cuestiones separadas», dijo Nielsen, poniendo en entredicho los conocimientos de Alberto en ambas materias.
Nielsen ya viene de protagonizar una polémica en el equipo económico de Alberto Fernández tras llamar «ignorante» a Axel Kicillof. Luego tuvo que dar marcha atrás.
En diálogo con Clarín, Arnaldo Bocco, ex presidente del Banco Nación y otro de los referentes económicos del kirchnerismo, dijo que «en ninguna instancia Alberto quiso hablar de default, pero sí de una baja importante de la tasa».
Hoy la tasa de las Leliq está en 59,9% y Bocco insistió en que «hay que llevarla a la mitad de forma inminente al llegar al gobierno». Y también insistió en la necesidad de subir inmediatamente las jubilaciones un 20% y financiar este incremento con más recursos fiscales», aunque sin utilizar los fondos de las Leliq.
«Hay que bajar tasa, disminuir el carry tarde y hacerlo compatible con una economía que demande crédito», dijo Bocco. «La economía tiene que ir a un círculo virtuoso. Bajando la tasa va a haber oferta de crédito para exportar más. El dólar tiene que crecer hasta un punto y pasar a un nivel de flotación administrada, como pasó en 2003 cuando el dólar había llegado a $ 4 y cayó a $ 2,8. Los motores de la economía serán el consumo, las inversiones y las exportaciones».
Para Gabriel Zelpo, de la consultora Elypsis si se produjera una baja abrupta de la tasa, «lo que terminaría pasando es que se debilitaría el peso y se generaría mayor inflación».
«No ayuda que un candidato radicalice su mensaje. Este nivel de Leliq es producto de un escenario de desconfianza. Si no hubiera incertidumbre política no habría tasas tan elevadas. Si el que asume el gobierno da confianza, van a bajar las tasas», insistió Zelpo.
Para Guido Lorenzo, de la consultora LCG, «es posible bajar la tasa, lo que no es posible es usar esa plata que es del Banco Central para subir las jubilaciones. Por otro lado, la tasa es alta para evitar la aceleración de la inflación, si se baja de manera abrupta, los pesos que tenemos en los bolsillos perderían valor cada vez más rápido».
«Decir que con la tasa más baja la economía se va a reactivar es de una visión económica muy ortodoxa. Nadie saca un crédito si no tiene alguien en el mostrador demandando bienes y servicios», indicó Lorenzo. «La tasa tiene que ser positiva respecto de la inflación. Lo que pasa ahora es que la brecha con la inflación es de 10 puntos, tendría que ser positiva en tres o en cinco puntos. Tiene que bajar al compás de las expectativas de inflación, y a medida que baje la expectativa de que haya inestabilidad cambiaria».
Para Nery Persichini, de GMA Capital, bajar la tasa de golpe «generaría un mayor apetito por el dólar y haría que todo lo que el peso recuperó como atractivo en este tiempo lo perdiéramos de golpe. Sería echar por la borda todo el esfuerzo contra la inflación».
Respecto de la posibilidad que menciona Bocco de replicar el plan económico de 2003, Persichini destaca la situación era muy distinta a la actual. «Había otros precios internacionales de commodities, una capacidad ociosa destruida, veníamos de una década de inflación cero, no se pagaban interés de la deuda por el default y todo eso fue a ahorro fiscal. Ahora no tenemos eso y en cambio tenemos al FMI sentado en la mesa de las negociaciones».