. Este gesto, lejos de ser una coincidencia, expone las fisuras en la conducción política de la ex presidenta y el desafío de mantener su influencia dentro del peronismo.
Aunque su figura sigue siendo central en el escenario político nacional, su capacidad de ordenar a toda la estructura partidaria se muestra limitada. En el acto de asunción, de los 84 intendentes peronistas de Buenos Aires, apenas 20 dijeron presente. En política, las presencias y ausencias son mensajes claros, y esta vez la señal fue inequívoca.
La herida de Kicillof
Axel Kicillof, gobernador de Buenos Aires y figura clave dentro del espacio, fue el único que envió un saludo virtual, pero su ausencia física resonó con fuerza. Al día siguiente, el mandatario encabezó un acto junto a Jorge Ferraresi, uno de los principales rivales internos de La Cámpora, intensificando la percepción de distanciamiento.
La relación entre Kicillof y Cristina, que alguna vez fue sólida, parece haber entrado en un terreno sinuoso. Desde principios de año, el gobernador ha marcado distancia con gestos que los más cercanos a la vicepresidenta interpretan como desafíos. A pesar de ello, dentro del cristinismo aún se apuesta a que Kicillof sea el candidato del espacio en las próximas elecciones bonaerenses.
Otros ausentes estratégicos
Ricardo Quintela (La Rioja), Gildo Insfrán (Formosa), Raúl Jalil (Catamarca), Osvaldo Jaldo (Tucumán) y Sergio Ziliotto (La Pampa) también brillaron por su ausencia. Algunos buscaron justificarse, como Ziliotto, quien argumentó que la conducción partidaria no es una prioridad inmediata para el peronismo pampeano. Sin embargo, su postura refleja una clara intención de distanciarse de la dinámica kirchnerista.
El caso de Insfrán fue igualmente llamativo. Aunque su voz está representada en el Senado por José Mayans, su falta de apoyo explícito refuerza la percepción de un liderazgo que no logra abarcar a toda la estructura partidaria.
El desafío de un liderazgo en reconstrucción
La ausencia de los mandatarios peronistas en la asunción de Cristina Fernández no solo es simbólica, sino que evidencia los límites de su capacidad de convocatoria y liderazgo. En el peronismo, la lealtad y la unidad suelen construirse con pragmatismo. Por eso, aunque hoy la distancia sea evidente, no se descartan acercamientos estratégicos en función de la necesidad electoral.
El tiempo dirá si Cristina logra recomponer relaciones y revitalizar su conducción dentro del partido, o si estos gestos marcan el inicio de un nuevo equilibrio de poder en el peronismo.
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