El domingo lluvioso en que apareció muerto el fiscal Alberto Nisman estuvieron activos y comunicándose entre sí 89 agentes de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE).
Los llamados cruzados entre ellos, que siempre terminaron reportando ese mismo día a altos jefes de inteligencia que respondían a Cristina Kirchner, ocurrieron mientras el cuerpo del fiscal aún no había sido hallado y se interrumpieron abruptamente pasadas las diez de la noche, en cuanto un cerrajero abrió la puerta que estaba sin llave del lado de adentro y un custodio de la Federal más dos ancianas (la madre de Nisman y una amiga) encontraron el cuerpo en el baño. Ahora, la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) -el nombre que tomó la ex SIDE apenas 10 días después del caso Nisman- acaba de informarle a la Justicia que 64 de aquellos 89 agentes ya no trabajan allí: renunciaron al organismo en los meses siguientes a la muerte del fiscal.
Según confirmaron a Clarín altas fuentes del caso, la AFI -dirigida ahora por la ex fiscal Cristina Caamaño- contestó en sólo un par de semanas al pedido que le había hecho la fiscalía de Eduardo Taiano acerca de cuál era la «situación de revista» de los agentes que estuvieron hablando entre sí y reportando a sus superiores aquel día de trabajo inusual -era un domingo de enero- para tanta cantidad de profesionales del espionaje.
«Revista» es un detalle pormenorizado acerca de en qué situación laboral se encuentra cada uno de ellos, casi seis años después de la muerte del fiscal. Si están activos, si siguen perteneciendo al organismo, si se retiraron o los echaron.
La AFI contestó el oficio judicial la semana pasada: de los 89 agentes por los que se pedía información, sólo quedan activos en el servicio 23 (20 hombres y 3 mujeres), mientras que 64 de ellos (52 hombres y 12 mujeres) dejaron de trabajar en el organismo tras la muerte de Nisman.
Pero 23 más 64 suman 87. ¿Y los dos restantes? Aquí aparece un nuevo misterio para los investigadores: si bien fueron identificadas aquel domingo 18 de enero de 2015 como utilizando equipos de comunicación de la SIDE, ahora la AFI informa que en realidad esas dos personas nunca fueron agentes de inteligencia, al menos registrados formalmente.
¿Quiénes eran, entonces, y a quién o quiénes respondían? ¿Qué hacían hablando con otros agentes a través de teléfonos oficiales mientras Nisman estaba muerto pero aún no habían hallado su cadáver?
La AFI adelantó las listas de los agentes que se fueron pero no envió aún los datos pormenorizados de cada uno de ellos que busca la Justicia: el «último domicilio legal registrado» que dejaron en el organismo mientras aún eran empleados y el último número del teléfono particular de cada uno de ellos. Están buscando sus datos actuales para ubicarlos de manera urgente, estén donde estén.
Es el paso previo a citarlos a declarar como testigos para intentar desentrañar qué sucedió en los cuatro días entre que Nisman denunció a la entonces presidenta Cristina Kirchner por encubrir a los autores del atentado a la AMIA y el hallazgo de su cuerpo en su departamento de Puerto Madero, con un balazo en la cabeza, justo el día antes de que debiera presentar las pruebas de su denuncia en los tribunales (lo hicieron sus secretarios el lunes a la mañana) y explicar los alcances de su investigación en el Congreso.
La mayor parte de los agentes «blanqueados» que se fueron respondían directamente a la estratégica Dirección Reunión Interior que manejaba Fernando Pocino, el hombre «de planta» de mayor confianza de la entonces presidenta Cristina Kirchner tras el desplazamiento de Antonio Stiuso.
Pocino, a su vez, respondía al número dos de la SIDE Juan Martín Mena, actual viceministro de Justicia de la Nación y el hombre que quiere Cristina para reemplazar a la ministra Marcela Losardo, socia histórica y amiga personal del presidente Alberto Fernández.
Todos aquellos agentes utilizaban equipos de comunicación de una flota designada bajo la sigla COM. Los otros tres que trabajaron aquel día y renunciaron luego (dos hombres y una mujer) respondían a Stiuso.
Cuando la Justicia consiga ubicar a los 64 agentes que renunciaron (y tratar de develar quiénes son en realidad los dos «no agentes» que usaron equipos de la SIDE aquel día), citará, también como testigo, al hombre con quien más habló el empleado informático Diego Lagomarsino el día en que, según él, fue a entregarle la pistola a Nisman.
Un hombre llamado Orestes Jorge Ardissone, de contactos con el entorno de Lázaro Báez: en el expediente, Ardissone aparece integrando una misma empresa donde trabajó Jorge Chueco, el abogado de Báez que estuvo prófugo en Paraguay y luego fue preso junto a su cliente por la causa del blanqueo de millones en lo que se conoció como La ruta del dinero K.
Reconstrucción digital de cómo hallaron el cadáver de Nisman.
Según detallaron a Clarín fuentes de la investigación, entre los agentes que se fueron de la ex SIDE aparecen dos mujeres que tuvieron un papel central en los llamados del día de la muerte de Nisman. Una tenía asignado el equipo Nextel que se comunicaba desde Martínez con varios de sus pares y con su jefe Pocino. El equipo era tomado por una antena que queda a sólo 100 metros de la casa de Lagomarsino.
Esta espía -cuyo llamativo desempeño fue revelado por Clarín en enero pasado- es un agente femenino, según el último informe de la AFI. Aquel domingo hizo 27 llamadas a otros agentes y a su jefe desde un lugar donde nunca había hablado antes ni lo haría después de ese domingo. La última de las comunicaciones fue a las 22.08, justo cuando en las torres Le Parc el cerrajero franqueaba el acceso al departamento del piso 13 que aún encierra uno de los mayores misterios de la historia criminal argentina.
La otra mujer espía estaba a cargo de un grupo operativo que actuó aquel día en Puerto Madero, el lugar donde estaba el departamento de Nisman y donde sus custodios oficiales de la Federal iban y venían sin hacer nada importante mientras el fiscal no les contestaba el teléfono porque ya estaba muerto.
Estuvieron así durante 11 horas, hasta que llegó el cerrajero. En esas 11 horas ocurrió la mayoría de las llamadas de los agentes que se investigan ahora, algunos de los cuales hablaban desde esa misma zona en que estaban los custodios indecisos, inmóviles aunque las secretarias de Nisman les pedían que, si el fiscal seguía sin contestar, le tiraran la puerta abajo.
El actual pedido de informes sobre los 89 espías surgió por los entrecruzamientos de llamadas entre ellos -hora, duración y ubicación de los teléfonos adjudicados a cada uno- recopilados por el Departamento Unidad Federal de Investigaciones Especiales de la Policía Federal (DUFIE) tras casi tres años de investigación.
Mientras el caso avanza al ritmo de los cruces telefónicos, la fiscalía que investiga la muerte de Nisman aún no pudo revisar el contenido de las computadoras, los teléfonos y las cámaras de fotos de Lagomarsino y todos los custodios del fiscal muerto, un trámite que sigue paralizado porque la defensa de Lagomarsino se opone una y otra vez, apelando la medida en cada instancia que la autoriza.
Luego de la orden de la Cámara de Casación para que se revisaran esos contenidos, Lagomarsino volvió a apelar y el trámite pasó a la Corte, donde está desde hace tres meses. Casualidades del destino: en los días en que el pedido de Lagomarsino para que la fiscalía no revise su teléfono entraba a la Corte, el gobierno creaba la llamada Comisión Beraldi -integrada por el abogado de Cristina- justamente para revisar el funcionamiento de la Corte.
En el otro celular de Lagomarsino que sí se pudo analizar se hallaron fotos de un pizarrón de la UFI AMIA, que conducía Nisman, donde se mostraban líneas investigativas sobre el encubrimiento del atentado. ¿Para qué querría esas fotos un empleado informático?
Lagomarsino dejó el martes pasado la tobillera electrónica con la que era monitoreado por la Justicia. Tanto el juez Julián Ercolini como el fiscal Taiano estuvieron de acuerdo con el pedido de su defensa para quitarle el monitoreo, argumentando que siempre cumplió con los requisitos judiciales que se le impusieron. Lagomarsino continúa procesado como partícipe necesario de asesinato.
El contenido de los celulares y computadoras de los custodios de Nisman, en tanto -que tampoco pudieron revisarse hasta ahora por la interminable seguidilla de apelaciones judiciales-, es importante para determinar si hubo «zona liberada» en las horas posteriores a que Nisman recibiera un disparo en la cabeza.
Y para constatar si esos policías que debían cuidar al fiscal que acababa de denunciar a la Presidenta tuvieron contacto directo con los agentes de la SIDE que aquel domingo se movieron, a la misma hora que ellos, tan cerca de las torres Le Parc.