Días atrás, el flamante embajador de Suiza en Buenos Aires, Hans-Ruedi Bortis, compartió la entrega de la copia de sus cartas credenciales a la directora de Ceremonial, María Jimena Rivero, en la sede de la Cancillería.
Por: Jaime Rosemberg
Más de un curioso experto en las lides diplomáticas preguntó por qué, a espaldas de los sonrientes protagonistas, estaba sólo la bandera argentina. Fuentes indiscretas que supieron de los detalles dieron la respuesta: cuando llegó para cumplir con el requisito formal inicial para poder cumplir funciones en el país, Bortis notó que algo no encajaba: la bandera de Dinamarca, y no la de su país, era la que lo esperaba para la importante ceremonia.
“El embajador se sorprendió primero, luego se lo tomó con mucho humor y el problema se solucionó enseguida”, afirmaron fuentes diplomáticas que pidieron reserva y, a la vez, le restaron importancia al episodio, dadas las similitudes (cruces y los colores rojo y blanco) que comparten ambas banderas.
Para la delegación suiza en el país, el equívoco y la reacción del embajador rememoró otra salida divertida para un entuerto con el Gobierno. El antecesor de Bortis, Heinrich Schellenberg, debió salir al cruce de la entonces ministra de Seguridad, Sabina Frederic, quien en respuesta a los problemas de inseguridad (incluido el narcotráfico) supo opinar que “Suiza es más tranquilo, pero aburrido”. Un video del tenista Roger Federer junto al actor Robert De Niro hablando de lo “aburrido” de los paisajes paradisíacos del país europeo fue la diplomática respuesta en aquel momento.
Entusiasmado con su rol diplomático, y sin dar más trascendencia al episodio, el embajador Bortis encabezó días atrás la fiesta nacional suiza en el Palacio San Miguel. También elogió la actividad de “Acciones Positivas”, un concurso que distingue a personas, asociaciones, fundaciones y empresas vinculadas con su país en Argentina que generaron un impacto positivo en su comunidad. Y también se dio un rato para felicitar a Federer por su cumpleaños número 41.
En el Palacio San Martín también se tomaron con calma las repercusiones del error. Y esperan que, cuando el embajador presente sus cartas credenciales ante el propio presidente Alberto Fernández, las banderas que los acompañen sean efectivamente las correctas.
La tensión se sentía en el aire, el miércoles, en el colmado Instituto Hannah Arendt. Horas después de lanzar su catarata de críticas contra varios de sus compañeros de ruta en la oposición, y atrasada por un caos de tránsito de la Panamericana, Elisa Carrió entró entre aplausos al salón donde ya estaba Fernán Quirós, ministro de Salud porteño y “su” candidato para suceder a Horacio Rodríguez Larreta en el gobierno de la ciudad.
“¿Qué harías si tuvieras a cargo la salud nacional? Vos sabés y todos saben que yo te quiero en otro lugar”, le dijo la líder de la CC-ARI al ministro porteño, que con amabilidad esquivó definiciones sobre su eventual candidatura a jefe de gobierno y sólo se mostró “encantado” de compartir la charla, parte de una serie de encuentros sobre la pandemia que Carrió continuará esta semana con el psicoanalista José Abadi.
Ni Carrió ni Quirós hablaron sobre las críticas que disparó y recibió la exdiputada, que después de la charla se encontró con el calor de sus militantes y dirigentes en un restaurant cercano. Eso sí: después de un rato en el que agradeció los apoyos, se retiró a su casa en Capilla del Señor, sin probar bocado.
Axel Kicillof, el impensado “discípulo” de Daniel Scioli
En la gobernación bonaerense, y también en la Casa Rosada, tomaron nota en las últimas semanas de la mejora de Axel Kicillof en las encuestas, una suba que, aseguran fuentes kirchneristas, lo sostiene en su carrera por la reelección en 2023.
“Ganó volumen político con incorporaciones y además nos hizo caso”, susurran desde el gabinete “renovado” por la llegada de intendentes como Martín Insaurralde y Leonardo Nardini y dirigentes como Jorge D’Onofrio, que habrían colaborado para que las posibilidades del gobernador aumenten de cara al futuro.
¿En qué les hizo caso? En primer lugar, razonan los recién llegados, Kicillof dejó de pelearse con los intendentes, a los que más de una vez calificó como parte de la “vieja política” a la que había que desterrar.
Y en segundo lugar, asumió como propia lo que denominan, con buena dosis de ironía, “la gran Scioli”, consistente en que “los problemas grandes son del Estado nacional, y los problemas chicos son de las intendencias”, una máxima que le permitió al hoy embajador en Brasil gobernar durante ocho años y sostener una siempre aceptable imagen en los sondeos de opinión.
Avellaneda y Ferraresi regalan zapatillas “municipales”
No representan, ni por asomo, el uso político que le dieron gobernadores bonaerenses y de otras provincias, que en otras épocas supieron repartir indumentaria y otros elementos con su nombre, su cara y su partido, para sacar un claro rédito electoral. Pero el municipio de Avellaneda, que conduce Alejo Chornobroff ante la licencia del ministro de Hábitat, Jorge Ferraresi, también sucumbió a la tentación y repartió a deportistas de ese municipio botines y zapatillas con el colorido logo de la intendencia.
“Se entregó un total de 2568 pares de botines y 152 de zapatillas para que todxs lxs chicxs accedan y se desarrollen en la actividad física que deseen y en igualdad de condiciones”, informaron el lunes en el sitio web de la intendencia, acompañados por fotos de Ferraresi y Chornobroff entregando el calzado, cada uno de ellos con la letra “a” en tonos verdes, al estilo del que aparece en la sede municipal. “Todos los gobiernos municipales apoyan a sus deportistas, de distintos partidos. Esto no son las zapatillas de (Carlos) Ruckauf”, justificaron cerca de la intendencia.
Batakis se identificó con su “colega” Jesús Rodríguez
Pertenecen a distintas generaciones y, a pesar de estar unidos por un pasado común en la UCR, nadie podría imaginar que la agitada política argentina volvería a unirlos de alguna manera. Días atrás, el último ministro de Economía de Raúl Alfonsín, Jesús Rodríguez, contó a LA NACION sus recuerdos sobre aquellos agitados 30 días que pasó en el sillón más complicado, coincidentes con la hiperinflación, los saqueos y la salida anticipada del poder del entonces presidente.
Lo curioso es que Rodríguez, actual presidente de la AGN, compartió la nota en Twitter y recibió un “me gusta” de Silvina Batakis, que acaba de recalar en el Banco Nación luego de sus no menos agitados días como ministra de Economía, poco antes de la fulgurante irrupción de Sergio Massa.
“Era un soldado en la trinchera”, se autodefinió Rodríguez en aquel reportaje, y según funcionarios que la conocen y que aún siguen en la Casa Rosada, fue precisamente ese el rol que cumplió Batakis en medio de la debacle de distintas variables de la economía, antes de los últimos cambios de nombres.
Jaime Rosemberg