Categorías: Política

Alberto Fernández, marginado de la campaña proselitista y recluido en Olivos

El Presidente ya no participa en todas las reuniones de gestión, perdió a su círculo de confianza personal y aceptó reducir a la mínima expresión su papel en la campaña electoral.

Por Román Lejtman

Desde su asunción el 10 de diciembre de 2019, Alberto Fernández fue protagonista exclusivo de una rutina inalterable: “Pimponeaba” de todo con Santiago Cafiero, Juan Pablo Biondi y Julio Vitobello, y la agenda presidencial llegaba al mail de cientos de periodistas de la Argentina anunciando sus actividades del día.

La derrota electoral terminó con esa diaria: hoy llegó al mail de los periodistas la denominada “Agenda de Ministerios”, sin un sólo dato oficial respecto a la actividad del jefe de Estado, y el círculo más cercano a Alberto Fernández está en ruinas después de la carta de Cristina Kirchner.

Cuando ese mail con clima de época fue comentado en Balcarce 50, un funcionario de la vieja guardia aseguró off the record a Infobae que el Presidente solo tenía previsto una “micro actividad” de campaña en el conurbano bonaerense, mientras Cafiero (canciller) festeja el “Día de las diplomáticas y diplomáticos argentinos”, Vitobello (secretario General de la Presidencia) cumple su rutina en la Casa Rosada, y Biondi (exsecretario de Comunicación y Prensa) prepara sus vacaciones en la Patagonia.

La carta de Cristina Kirchner implosionó la rutina personal de Alberto Fernández y modificó el clima entre los ministros y secretarios más cercanos al Presidente. Esa misiva rompió ciertas lealtades y dejó en soledad al jefe de Estado.

Alberto Fernández sabía que a sus espaldas estaban Biondi y Vitobello, y que Cafiero atendía a metros de su despacho en el primer piso de Balcarce 50. Esa guardia de confianza -silenciosa y todo terreno- ya pertenece a la historia del poder y la melancolía.

“Ese fue el principal daño que Cristina (Fernández de Kirchner ) le hizo a Alberto (Fernández). Lo dejo sólo y a merced de sus enemigos internos”, sintetizó un integrante del gabinete que siempre tuvo acceso a la quinta de Olivos.

-¿Están hablando Alberto y Cristina?-, le preguntaron.

-No. Para qué. No tienen nada que decirse.

El Presidente se corrió de la rutina cotidiana. Se refugia en Olivos, aceptó una mínima participación en la campaña electoral y deja hacer en la Casa Rosada. Ayer ingresaron por la explanada Sergio Massa, Axel Kicillof, Máximo Kirchner y Martín Insaurralde. No fueron a su encuentro para discutir de política y campaña: sólo hubo un saludo protocolar.

Y minutos más tarde, en medio de los anuncios oficiales, Massa, Kicillof y Máximo protagonizaron una reunión a puertas cerradas en las oficinas de Eduardo “Wado” de Pedro, el ministro del Interior que encabezó la ofensiva contra Alberto Fernández cuando presentó su renuncia hace nueve días por pedido de la vicepresidente.

Juan Manzur, el jefe de Gabinete, mantiene informado al Presidente. Alberto Fernández cumple con una agenda protocolar -ayer participó de un encuentro de la OIT con un discurso grabado- y piensa qué hará con su gestión después de los comicios del 14 de noviembre.

En la soledad de Olivos, el jefe de Estado cree improbable una recuperación electoral y admite que el ala dura del kirchnerismo terminará por no dejar en pie a Martín Guzmán (Economía), Matías Kulfas (Desarrollo Productivo), Claudio Moroni (Trabajo), Juan Manuel Olmos (asesor presidencial) y Vitobello.

Alberto Fernández aún no decidió su reacción política ante la probable ofensiva de su vicepresidente y La Cámpora. Intercambia opiniones con Cafiero, Juan Zabaleta (Desarrollo Social), Gabriel Katopodis (Obras Públicas) y optó -forzado por las circunstancias- ocupar un segundo plano en su propio gobierno.

Los ministros, secretarios y funcionarios que llegaron al gobierno con Alberto Fernández coinciden en afirmar que está “melancólico”, que pasa mucho tiempo escribiendo “cosas” y que Dylan lo “acompaña de día y de noche”. Harry S. Truman, el presidente número 33 de Estados Unidos, le dijo a su sucesor Dwight D. Eisenhower: “Si querés un amigo en Washington, compra un perro”.

Alberto Fernández, en Olivos, ya tiene cuatro: Dylan, Kaila, Prócer y Blue.

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