Mariano Gaik Aldrovandi
Clarín.com Policiales
“Feliz”, dice sentirse Cristina Vázquez (37) cuando le preguntan cómo está. Hace apenas 24 horas salió de la cárcel en la que estuvo encerrada once años. Sin pruebas, la habían condenado a prisión perpetua por el asesinato de una jubilada en Misiones.
El jueves, la Corte Suprema de Justicia de la Nación absolvió a Cristina y a Lucía Cecilia Rojas (37). Las dos jóvenes habían sido condenadas, junto a Ricardo Omar “Kolyno” Jara (39), por el crimen de Ersélida Dávalos (79) el 28 de julio de 2001 en Posadas. La mujer fue asesinada de un golpe en la cabeza durante un robo en su casa. Y aunque nunca se supo cuál fue el arma homicida, Cristina, un año más tarde, fue bautizada injustamente como “La Reina del Martillo”.
“Estoy como todavía tratando de pisar tierra”, expresa Cristina en diálogo con Clarín. Salió del Penal de Mujeres de Misiones el viernes a la mañana. Este sábado estaba en su casa con Nora Cortiñas (Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora), y sus amigas Magda Hernández Morales y Gabriela Cueto, directora y productora, respectivamente, del documental «Fragmentos de una amiga desconocida», que expuso el caso. También estaban sus papás, su hermana y su sobrina, su familia con la que vuelve a vivir después de más de una década.
“Estoy muy emocionada todavía. En once años nunca había salido. Hacía once años que no era libre”, dice la mujer que siempre sostuvo su inocencia.
La primera vez que la detuvieron fue en 2002. Pero después la liberaron. En junio de 2008, Cristina trabajaba en un bar del barrio porteño de Recoleta. Hasta allí fue a buscarla la Policía otra vez, cuando la Justicia de Misiones la volvió a imputar en el crimen. En 2010 los tres acusados fueron condenados, sin pruebas, a prisión perpetua por el Tribunal Penal N° 1.
“Si bien no existe prueba directa que acredite la autoría de los encartados respecto al hecho investigado, sí hay prueba de carácter indiciaria suficiente para consolidar un estado de certeza sobre el hecho investigado y sus autores”, dice el fallo insólito que firmaron los jueces misioneros Marcela Leiva, Fernando Verón y Selva Zuetta. La defensa de Vázquez apeló la sentencia en varias oportunidades, pero los tribunales provinciales superiores convalidaron todo lo actuado. Incluso el Superior Tribunal de Justicia de Misiones.
«El caso resulta ser un claro ejemplo de un proceso indebido en el que se negó la vigencia del principio de inocencia y la aplicabilidad al caso del in dubio pro reo (beneficio de la duda) como consecuencia de una sesgada y parcial revisión del fallo”, consideraron los jueces de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Carlos Rosenkrantz, Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos Maqueda, Ricardo Lorenzetti y Horacio Rosatti. El fallo no absolvió a Jara, ya que no estaba alcanzado por el recurso de queja. Mientras que Rojas fue liberada del penal de Ezeiza.
Cristina se enteró que iba a salir en libertad este jueves a las 19.30. Estaba en el Penal de Mujeres de Posadas cuando una compañera de pabellón, que estaba hablando por teléfono con su hijo, le pidió que se acercara. Le pasó con él y el joven le comunicó que en la televisión estaban dando la noticia del fallo que la absolvía.
“No lo podía creer. Sentía que no podía estar pasando. Siempre me mantuve peleando por la verdad: mi inocencia. Pasar de antes cuando en cada apelación me decían “no, no, no” y que la Corte te diga que no sos culpable es algo increíble”, le dice Cristina a Clarín, mientras compartía tereré con su sobrina en brazos.
“La Corte decidió absolverme. Se hizo Justicia. Creo que se ocuparon, leyeron los expedientes. Realmente se nota que estudiaron el caso, vieron los errores y me absolvieron. Siempre luché y confié que iban a leerlo con detenimiento”, asegura.
Si bien Cristina siempre insistió con su inocencia, la lucha que terminó con la absolución comenzó en 2014. “Mis amigas se comunicaron con la organización Pensamiento Penal que, obviamente, evaluaron el caso y se dieron cuenta que había muchas falencias. Entonces fueron a la Corte”, contó Cristina.
En 2016, el máximo tribunal ordenó al Superior Tribunal de Justicia de Misiones que revisara el caso. Pero no lo hizo. Entonces, dos años después, la Corte nacional volvió a expedirse.
Los ministros consideraron que la revisión del fallo fue «deficitaria, en tanto se había apartado de las constancias de la causa, desatendiendo prueba producida al no ponderarla ni confrontarla desde la perspectiva del principio de culpabilidad y de la garantía de presunción de inocencia».
Después de once años de cárcel injusta, Cristina todavía no pensó en lo que va a hacer con su vida. “Ahora voy a disfrutar de mi familia y mis amigas. Esto es una bendición”, expresa la joven, que a pesar de todo el tiempo que perdió en prisión, rescata algo positivo. “Conocí mucha gente buena, mucha gente que peleó por mi. Primero eran desconocidas que terminaron siendo mis amigas”, dice Cristina y remata: “No me quedo con lo malo”.
“Ahora me doy cuenta de lo que es la libertad, recién ahora te das cuenta de lo que es cuando la perdés. Ahora siento que es mucho”, asegura.
En total, doce organizaciones apoyaron el caso de Cristina. Asociación Pensamiento Penal (APP), Innocence Project Argentina (IP), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Abuelas de Plaza de Mayo, Amnistía Internacional, INECIP, ACIFAD, Fundación Mujeres por Mujeres, A.M.P.A, La Miguel Bru, Federación Argentina de Colegio de abogados, Asociación Abogados de Buenos Aires, La cantora y ATE Misiones.
El caso de Cristina está contado en el documental “Fragmentos de una amiga desconocida” de Magda Hernández. Magda, una comunicadora de nacionalidad colombiana, fue compañera de trabajo de Cristina en el bar en el que la detuvieron, aunque ella había renunciado antes. Años después, cuando se enteró de lo que había pasado con Cristina, decidió ir a visitarla al penal.
Allí forjaron una amistad que derivó en el documental, que luego fue presentado como prueba ante la Corte. Igual que como pasó con el caso de Fernando Carrera, que había sido condenado y encarcelado como autor por la “Masacre de Pompeya”, en 2005, en un proceso plagado de irregularidades. El director de cine Enrique Piñeyro reflejó el caso en la película “El rati horror show”. Carrera fue liberado en 2012, luego de que la Corte revocara la sentencia.
Un juicio injusto
Ersélida Dávalos de Insaurralde tenía 79 años y vivía sola en su casa de la calle San Marcos, muy cerca del centro de Posadas. En la noche del 27 de julio de 2001 fue atacada a golpes -se supone que con un martillo, aunque nunca se probó- y su cuerpo fue hallado recién al día siguiente por su empleada doméstica. De la vivienda faltaba dinero en efectivo y algunas joyas antiguas.
La ausencia de signos de violencia en puertas y ventanas hicieron que la investigación se centrara en personas allegadas a la víctima. Así estuvo en la mira un plomero que había estado haciendo algunas reparaciones horas antes y recién en 2002 la Policía vinculó a Cristina Liliana Vázquez (37), Lucia Cecilia Rojas (37) y Ricardo Omar “Kolyno” Jara (39) con el crimen.
Después de sus detenciones, el Juzgado de Instrucción 1 les dictó la falta de mérito y los tres recuperaron la libertad. Sin embargo, esa decisión fue apelada por la fiscalía y un tribunal dispuso nuevamente las detenciones. Los primeros en ser ubicados -varios meses después- fueron Jara y Rojas. El primero ya estaba preso por el robo a una farmacia y Rojas, que era su pareja, había sido capturada cuando viajaba a Chaco con dos ladrillos de marihuana.
Los dos fueron procesados mientras que un tercero fue desvinculado de la investigación. De Vázquez sólo se sabía que había partido hacia Buenos Aires y ante la imposibilidad de dar con ella, la Justicia pidió su captura nacional e internacional.
La joven fue detenida en junio de 2008 en un bar de Recoleta, donde trabajaba de moza. Para ese entonces un fiscal ya había pedido la elevación a juicio del expediente.
En 2010, el Tribunal Penal 1 los condenó a prisión perpetua por el delito de homicidio calificado. A Vázquez le imputaron la autoría del crimen de Dávalos, y Jara y Rojas una participación primaria.
Para los jueces y la fiscal Liliana Picazo, uno de los testimonios clave fue el de Yolanda Bocián, quien relató que tiempo después del homicidio se encontró con Rojas en una iglesia y que la chica le confesó que integraba una banda de chicos que se drogaban y habían matado a una mujer.
Los defensores acudieron en Casación al Superior Tribunal de Justicia de Misiones, que ratificó la totalidad del fallo. El expediente recaló en la Corte, que ordenó revisar la sentencia y devolvió el expediente a Misiones.
El Superior Tribunal se constituyó con jueces subrogantes que dictaron la misma sentencia y sin evaluar los elementos de descargo que había presentado la defensa. Unos meses después y alegando peligro de fuga, rechazaron excarcelar a los tres acusados.
Hubo un nuevo planteo ante la Corte, pero esta vez los defensores pidieron que fuera el Máximo Tribunal quien resolviera la cuestión de fondo y no enviara de vuelta la causa a la provincia. Fue así como la Corte decidió anular las condenas de Rojas y Vázquez con fuertes cuestionamientos al Poder Judicial de Misiones.
El fallo absolutorio solo benefició a las dos mujeres. Mientras que “Kolyno” Jara pasa sus días en un penal de Misiones porque sus defensores no insistieron con el pedido de revisión de la condena.
El fallo de la Corte sostiene que no hay pruebas suficientes para condenar a Vázquez y Rojas, pero no se explaya sobre la situación de Jara.
Colaboró Ernesto Azarkevich (Corresponsal Misiones).