La historia de Franco Jesús Ramos puede ser tomada como una ejemplo de mala praxis judicial, en todos los sentidos.
El hombre, un changarín misionero de 26 años, fue detenido en 2013 acusado de asesinar a su novia, Marina Da Silva, y de luego tirar el cuerpo a un pozo de agua en las afueras de Posadas. Las pruebas en su contra eran abrumadoras. Por eso fue procesado y enviado a juicio oral junto a otros tres cómplices por un delito que prevé prisión perpetua. Sin embargo, hasta hace unas horas gozaba de una libertad plena. ¿Cómo se entiende? La explicación puede generar indignación: Cómo la propia Justicia todavía, 9 años después, no realizó ese juicio, el año pasado fue liberado por que se le venció la prisión preventiva. Es decir, al acusado del femicidio lo mandaron a su casa sin ninguna medida restrictiva, sin tobillera ni custodia. Libre como cualquier persona.
Ahora, a Ramos la Justicia lo volvió a detener en las últimas horas. Pero no por el crimen de su novia, sino por otro femicidio. El juez de instrucción de Posadas Miguel Mattos, cree que tuvo participación en el crimen de Claudia Benítez, la taxista misionera que había creado un servicio exclusivo para mujeres y que fue degollada hace dos semanas.
También hay pruebas para inculparlo en este segundo caso. Pero, lo más llamativo, son las coincidencias entre un femicidio y el otro. A las dos mujeres, tanto a Marina como a Claudia, las asesinaron de la misma manera: golpeándolas y cortándoles el cuello. Además, ambas fueron arrojadas a un pozo de agua en el barrio Nemesio Parma, en las afueras de Posadas.
“En ambos casos, la persona que lo hizo es un conocedor de esa zona. Hay pocos pozos de agua por ahí y los que hay se utilizan para guardar productos contrabandeados desde Paraguay. Hay que saber encontrarlos”, dice ahora un investigador.
Casualmente, Ramos vivió siempre en esa zona. Incluso, desde antes del primer femicidio, el de su novia, en 2013.
El femicidio de Claudia Benítez
Era el mediodía del miércoles 17 de mayo pasado, cuando un grupo de vecinos del barrio Nemesio Parma salieron de sus casas para observar un auto que se prendía fuego al costado de la ruta. Era un Chevrolet Corsa blanco con llamas que salían de su interior.
Cuando los bomberos apagaron el incendio, no encontraron a nadie en el interior y apenas lograron descifrar la patente. Pertenecía a Claudia Benítez, creadora de “Entre Nosotras”, una flota de taxis conducido por mujeres y para uso principalmente de chicas, con el fin de poder viajar por la ciudad tranquilas y sin miedo.
El auto quemado, fue sólo el principio de una macabra historia que derivó, primero en la desaparición de Claudia por algunas horas y luego en el hallazgo de su cuerpo maniatado con nudos profesionales en sus manos, degollado y arrojado en un pozo con una prenda en la cabeza.
Cuando los investigadores, comandados por el magistrado Mattos, encontraron el Chevrolet Corsa de Claudia, completamente calcinado, lo primero que hicieron fue ir a su casa, en Posadas, para ver qué sucedida.
Los atendió Juan Andrés E. (39), su marido. Su primera reacción al escuchar que el auto de su mujer había sido encontrado en esas circunstancias, fue apenas de asombro. Les dijo a los efectivos que su esposa había salido ese mismo martes a las 5 de la mañana a realizar un viaje, en el que debía llevar a tres hombres a la zona, justamente, de Nemesio Parma y que nunca había vuelta. Cuando le preguntaron si no salió a buscarla, simplemente respondió que no.
Lo cierto es que, ante la poca predisposición del marido para aportar datos, y ante la urgencia de que, evidentemente, Claudia estaba desaparecida, la Justicia comenzó un rastrillaje en la zona donde apareció el auto quemado. Con drones, decenas de efectivos, perros, y hasta un helicóptero aportado por la provincia, se realizó un rastrillaje intensivo.
Recién al otro día, miércoles a media mañana, se llegó a un resultado en la búsqueda.
El cuerpo de Claudia Benítez fue encontrado a unos 2 kilómetros de distancia de donde había aparecido su auto. El cadáver estaba tirado adentro de un pozo, con una prenda que le tapaba la cabeza y tenía pies y manos atados. La autopsia posterior determinó que la causa de la muerte fueron tres profundos cortes en el cuello. Además, los forenses especificaron en sus conclusiones que el cadáver no tenía lesiones defensivas. Es decir, no se pudo defender de sus asesinos.
Al mismo tiempo que esta información llegaba a manos del juez Mattos, un informe de la Justicia local, daba cuenta que la víctima, tenía varias denuncias de violencia de género contra su marido, que incluían perimetrales. A pesar de esto, seguían juntos.
En paralelo, en la ronda de testimoniales de allegados a la víctima, una amiga de Claudia aportó una serie de capturas de chat, en donde la víctima relataba hechos de violencia verbal por parte del marido, pocas horas antes de su asesinato.
Con todos estos datos, el juez ordenó la detención de Juan Andrés E., que hasta el día de hoy sigue detenido a pesar de que ya declaró dos veces.
El juez Mattos, pidió especialmente que en las pericias que se hicieron al auto de Claudia se busque su teléfono celular, probablemente calcinado. No lo encontraron. Por lo tanto, la sospecha que se generó es que alguno de sus asesinos se lo llevó para ocultarlo.
En las últimas horas, una amiga de la víctima se acercó al juzgado para mostrar su propio teléfono celular. El objetivo de la mujer, era demostrarles a los investigadores que el mensaje que le había mandado a su amiga Claudia, cuando aún estaba desaparecida, y que había quedado con una sola tilde, ahora tenía dos.
El teléfono de Claudia se había encendido.
El magistrado, solicitó a la empresa de telefonía que envié un informe desde donde podría haberse iniciado el aparato. Efectivamente llegó la información que marcaba un domicilio en particular. Se ordenó un allanamiento de urgencia.
Adentro de la vivienda, ubicada en Posadas, se encontraba un hombre que contó que había comprado el celular de buena fe. Incluso, mostró la publicación del Marketplace de Facebook. También señaló a quien se lo había vendido y a que domicilio lo había ido a buscar.
Cuando los efectivos ingresaron a esa casa, se encontraron con un viejo conocido: Franco Jesús Ramos, el hombre que debía estar detenido, pero estaba libre. No pudo explicar cómo había llegado el teléfono de Claudia Benítez a sus manos.
Cuando revisaron los antecedentes del recientemente detenido, se sorprendieron. Descubrieron que estaban ante uno de los principales acusados del asesinato de Marina Da Silva en 2013.
Según pudo saber Infobae, la joven de 19 años fue encontrada, a finales de ese 2013, en un pozo de agua de Nemesio Parma, al igual que sucedió 9 años después con Claudia.
La fiscal que investigó aquel caso, María Laura Álvarez, detuvo a 4 personas. El principal sospechoso fue Ramos, novio de Da Silva. Testigos, pruebas de ADN y otro indicios lo convirtieron en el principal acusado. La hipótesis judicial es que lo hizo por celos.
Ramos quedó detenido de inmediato, fue procesado y enviado a juicio oral. Sin embargo, esa instancia, ahora ahora, nunca llegó.
Si bien el juicio estaba pautado para el 2019, con la excusa de la pandemia y la falta de jueces para completar el Tribunal N° 2 de Posadas, la justicia procastinó el proceso. Insólitamente, esa demora hizo que Ramos recupere la libertad. El tribunal, lo liberó porque el plazo de la prisión preventiva estaba vencido.
Según el código procesal actual, una persona puede estar en preventiva dos años, prorrogable por uno más. Ramos llevaba siete años en esa condición. Y como el juicio sigue sin llegar, a los jueces no les quedó mas remedio que soltarlo.
En definitiva, más allá de las razones técnicas, Facundo Ramos, acusado del brutal femicidio de su novia, estaba en libertad sin que nadie lo controle por culpa de la propia justicia, que tiene demorado un juicio en el que están todas las pruebas servidas sobre la mesa.
Ahora, Ramos vuelve a quedar detenido por otro femicidio, por el de Claudia Benítez. Una muerte que quizás, de comprobarse que el hombre tuvo alguna responsabilidad, podría haberse evitado.
Martín Candalaft