Un comerciante le dio trabajo, pero le robó la plata de los sueldos. Se tomó un taxi y así llegó a La Plata. Sigue prófugo.
“Se murió mi vieja. Quiero viajar para despedirla y estar con mi hermana”. La investigación avanza pero aún no pudieron detener al «artista del carisma», según lo describió su última víctima. Facundo Guita (24) escapó de Mar del Plata y la última referencia de él se dio en La Plata, a pocas cuadras de la estación de colectivos, donde un taxista lo dejó.
Un mentiroso serial que no tuvo problemas ne bajarse en cada control y contar su historia. Tampoco en llorar y conmover a los policías, que le tomaban la fiebre y lo dejaban seguir. No tenía permiso, claro. «Lo pararon en cruce Etcheverry y en el ingreso a la ciudad de La Plata».
No era uruguayo, ni un mochilero que sin dinero había quedado «varado» en Mar del Plata en medio de la cuarentena por el coronavirus, tampoco (es lo último que se supo de él) viajó 400 kilómetros en taxi para ir al velorio de su madre. Un espinel de mentiras, hiladas una tras otra para ir forjándose personajes que en todas sus intervenciones terminaron llevando adelante el mismo desenlace, huyendo con lo robado.
Hasta su propia hermana alertó de su accionar. «Me robó el sueldo y el aguinaldo, no me dejó ni para pagar el alquiler».
Fue así, charlando, contando anécdotas de sus viajes, haciendo trucos de magia que Guita engañó a un comerciante marplatense que lo ayudó dándole trabajo y alojamiento. Semanas después, se esfumó con 250 mil pesos destinados a pagar sueldos. Fue denunciado y ahora la Justicia intenta dar con el estafador que, según sus víctimas, ya cometió este tipo de hechos en cinco provincias.
El lunes, Jerónimo Burgos, dueño de «Almacén de Milanesas», en Olavarría al 2500, contó en sus redes lo que le pasó. «Se busca», escribió sobre la foto de Guita, y a partir de la publicación recibió decenas de mensajes de quienes, como él, habían sido estafados.
En el caso interviene el fiscal Leandro Arévalo, jefe de la Unidad Funcional de Instrucción 7, quien acusó al joven por el delito de «hurto».
Burgos contó que a comienzos de abril Guita se presentó en su negocio y le dijo que era un mochilero a quien conocían como «El Uruguayo» y que había quedado varado en la Costa Atlántica sin dinero. «Era muy macanudo, entrador. Al principio pasaba a charlar, nos contaba de sus viajes, hacía trucos de magia y pedía trabajo de lo que fuera».
«Un día le ofrecí hacer algunos trabajos de pintura para que pudiera tener algún ingreso y después empezó a preparar pedidos», contó el comerciante y recordó que, a fines de abril, Guita llegó llorando al local y dijo que había sido robado en el hotel donde se hospedaba, y que por eso le ofreció quedarse en una pieza ubicada encima del local de comidas.
La solidaridad de Burgos no terminó allí, que lo ayudó con su mamá. «Le dimos ropa, le compré unas zapatillas por internet y con mi vieja le conseguimos un colchón y una frazada». Dice que «era súper agradecido» y que «cocinaba para todos». Ahora, golpeado, lo define mejor: «Era un artista del carisma».
En la denuncia que hizo en la Justicia, Burgos explicó que el lunes llevó al negocio dinero para pagar a proveedores y los sueldos de abril a sus empleados, 250 mil pesos. Los dejó en una oficina en la planta alta y salió a hacer un pago. Eran 8.30 de la mañana.
«Cuando me fui, el único que quedó en el local era él y cuando volví 20 minutos después, otro de los chicos que ya había llegado me dijo que «El Uruguayo» había ido al laverrap y ya volvía. Ahí algo no me gustó. Subí, y vi que me había embocado y se había llevado la plata en una mochila mía. Nunca más volvió», explicó.
Después de la denuncia, escribió en sus redes sociales: «Lamentablemente uno trata de ayudar a las personas y le pasan estas cosas. Realmente nunca lo vi cercano, hasta que me tocó». Y adjuntó en el posteo una foto del ladrón.
Enseguida, comenzó a recibir mensajes: «Me escribieron de Corrientes, de Santa Fe, de Puerto Madryn, y hasta su hermana, diciendo que los había estafado. Me escribió un artesano que está en Turquía que dijo que lo conoció y le robó la recaudación de una feria en Jujuy», adonde tiene fijado su domicilio, relató.
Mediante los mensajes, pudieron establecer que no era uruguayo. En el hotel donde había estado en Mar del Plata había dado su verdadero apellido, pero de ahí lo echaron por no pagar.
Entre los mensajes, el comerciante recibió el de un taxista que le contó que lo llevó a Guita hasta La Plata, el mismo lunes. Una huida insólita en medio de los controles por la pandemia. Las cámaras de monitoreo de la ciudad confirmaron el relato del taxista.
El estafador tomó un taxi desde el comercio minutos antes de las 9 del lunes, fue hasta el centro de la ciudad y allí abordó otro hacia la avenida Constitución. Burgos lo identificó fácilmente: en las imágenes lleva la ropa que él le regaló.
«El segundo taxista que lo llevó le dijo que él no podía salir a la ruta porque no tenía los permisos necesarios, pero su hermano sí, y el flaco le pidió que lo llamara y le ofreció 20 mil pesos para que lo dejara en La Plata», confió la víctima.
Durante el trayecto por la autovía 2, según le explicó el conductor a Burgos, el acusado utilizó múltiples excusas para sortear retenes: «Decía cualquier cosa. El taxista me contó que decía que iba al velorio de la madre».
Clarín.com
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