Prisión perpetua para Néstor Soto, el asesino de Catalina Gutiérrez

El Tribunal II de Córdoba condenó este miércoles a prisión perpetua a Néstor Soto (22) por el femicidio de Catalina Gutiérrez (21), ocurrido el 17 de julio de 2024. La sentencia fue dictada por los jueces Susana Frascaroli, Horacio Carranza y María Gabriela Rojas Moresi, tras el veredicto de un jurado popular.
Néstor Soto y Catalina Gutiérrez
El femicida Néstor Soto y la víctima, Catalina Gutiérrez

Soto, oriundo de Bariloche, fue hallado culpable de homicidio calificado por violencia de género y criminis causa, es decir, matar para ocultar otro delito. Durante el juicio, el fiscal Marcelo Sicardi sostuvo que el acusado asesinó a Catalina para encubrir agresiones previas. Aunque Soto admitió el crimen, intentó desligarse de la figura de femicidio: “Soy un homicida, pero no un femicida”, declaró.

A pesar de su defensa, el fiscal insistió en que se trató de un acto de violencia de género, calificando a Soto como “un lobo con piel de cordero”.

Un crimen premeditado
Catalina había pasado a buscar a Soto en su auto para asistir a una reunión con amigos en Patio Olmos. Sin embargo, en la residencia que el acusado alquilaba en barrio Jardín, la atacó y la estranguló con la maniobra del “mataleón” tras una discusión. Luego, trasladó el cuerpo en su Renault Clio hasta un descampado en Ampliación Kennedy, donde intentó incendiar el vehículo para borrar evidencias.

En la anteúltima audiencia del juicio, Soto confesó el crimen con detalles escalofriantes: “Se me apagó la tele”, dijo al intentar justificar su ataque. Según su relato, la discusión comenzó porque Catalina le reprochó no haberla invitado a la reunión. Tras un intercambio de insultos y agresiones físicas, la asfixió hasta dejarla inconsciente.

Después del asesinato, intentó suicidarse prendiéndose fuego junto al cadáver, pero se arrepintió en el último momento. “No me dieron los huevos”, confesó.

El dolor de la familia
Durante la audiencia final, la madre de Catalina, Eleonora Vollenweider, se dirigió directamente a Soto: “Mi hija está en un cajón por tu culpa”, le recriminó mientras él mantenía la cabeza baja.

El femicida reconoció que, en las horas posteriores al crimen, fingió desconocer lo sucedido e incluso abrazó a la madre de la víctima en la comisaría. “Perdón por no haber tenido los huevos de decir que maté a una persona”, expresó.

Finalmente, el tribunal dictó la condena de prisión perpetua. La defensa, encabezada por Ángela Burgos Niño, anticipó que apelará el fallo.

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